Este es el último escrito del año en este blog y he creido necesario que sea un escrito de un maestro bloguero, el que dé punto y final a este 2010 de crisis y sufrimientos para tantos españoles.
Sabemos que esta crisis pasara porque todas las personas bien nacidas esta luchando por que sea asi y lo vamos a conseguir.
Pero para ello debemos estar todos unidos y no desfallecer nunca por graves que sean los acontecimientos, y sobre todo no dudar de quienes hacen todo lo imposible por salir de la crisis, la mayoria de ocasiones sin el apoyo del resto de partidos politicos, en especial con las trampas y los palos en las ruedas del Partido Popular (chorizos por tradición).
El escrito es una maravilla en cuanto a la exposicion y razonamientos que hay en él. Es un poco largo pero merece la pena su lectura.
Gracias a todas y todos, y hasta el año que viene.
Feliz 2011, sin duda sera mucho mejor que este que dejamos atras.
El descalabro electoral del PSC en las elecciones catalanas es un síntoma inequívoco de la crísis pragmática que sufre la izquierda española, todavía en shock por los duros efectos económicos, sociales e ideológicos de la recesión económica. Aunque existe un análisis interno en clave catalana que explica la debacle de Montilla es evidente que la difícil situación económica ha pesado mucho, desmovilizando a los votantes socialistas. Pido serenidad y cabeza fría. Si algo hemos aprendido de esta crísis es que las cosas no son tan sencillas como todos pensábamos; que la situación económica mundial ha sido y es enormemente compleja; que ni los mejores economistas de este mundo han sabido encontrar una solución factible e inmediata a la misma; que no existe una medida o unas medidas "estrella" para acabar con la lacra del paro; y que los excesos se deben pagar en economía como en la vida "real" con épocas de austeridad, algo que aprendimos desde pequeños en algunas fábulas de Esopo. Los Estados, las empresas y las familias están enfermos, es evidente: sobreendeudados, con ingresos a la baja, y teniendo que hacer frente a pagos y gastos cada vez mayores. El único remedio conocido a este mal se llama austeridad y ahorro. Igual que el obeso que debe purgar su sobrepeso con dieta, o el asmático que tiene que pincharse epinefrina en una crísis, la economía española requiere ahora remedios que no son "simpáticos". Una base social muy diferenciada de la izquierda española no acepta ni entiende que estos años de colesterol en vena haya que purgarlos, aunque no sea simpático, con ciertos sacrificios. Como la economía seguirá estancada por un tiempo por obra y gracia del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y no se generarán ingresos suficientes para mantener nuestro nivel de vida (antaño nos hubiésemos pagado a crédito una operación de reducción de estómago) no hay otro remedio que la clásica "dieta", y los "medicamentos" en vena, entre otras putadas, para superar nuestro sobrepeso ladrillero y recuperar la vitalidad perdida.
Desde que el presidente Zapatero anunció su duro plan de ajuste he tenido innumerables discusiones con amigos y conocidos simpatizantes de lo que podríamos llamar "izquierda social española". Me expresaban su disgusto porque se sentían traicionados por el PSOE: pocos meses antes, el presidente hablaba de una salida de la crísis por la izquierda, y que los débiles no cargarían con el peso y la responsabilidad de una crísis que no habían creado. De la noche a la mañana y por sorpresa, descubrimos que un Estado miembro de la UE falseó sus cuentas, y terminó quebrando (Grecia) ante la desconfianza de los inversores. Cuando ya salíamos de una terrible crísis financiera aparecía de las sombras un nuevo temor en los mercados, sobreviniendo una nueva crísis, esta vez de deuda. Habíamos superado una enfermedad llamada "recesión" con un medicamento llamado "gasto público/planes de estímulo" pero sin apenas tiempo de levantarnos de la cama, llegó otra enfermedad, muy distinta, en forma de crísis en los mercados de deuda. ¿Qué hacer? No era lógico aplicar el mismo medicamento para dos enfermedades tan distintas, de la misma manera que un médico no combate igual una infección vírica que otra bacteriológica. Eso era evidente. Y por eso de un día para otro el presidente socialista español pasaba de hablar de gasto público a hablar de reducción del déficit y de duros ajustes en salarios, pensiones e inversión pública: cambia la enfermedad, cambia el diagnóstico, y lógicamente, cambian los remedios. Esto es lo que no entienden los policías morales de la izquierda española, los que llaman traidor a Zapatero. Ahora dicen que es un pésimo médico. ¿Es de izquierdas reducir gastos y congelar sueldos? -me preguntaban mis amigos-. Y yo les respondía que en esta coyuntura sí, y que esas decisiones eran además de progresistas, las más necesarias y las más adecuadas para nuestro enfermo (la economía española) dadas las nuevas circunstancias,. ¿Por qué? Porque la cara de la crísis (la enfermedad) había cambiado de golpe: ya no preocupaba que el sistema financiero quebrara y que el mundo se diluyese en una recesión; ahora los mercados, los que financian a los estados, a las comunidades autónomas, ayuntamientos, empresarios y ciudadanos, empezaban a dudar de que pudiésemos devolver nuestras deudas, su dinero.
Insisto con la metáfora para que hasta los iletrados en economía lo entiendan bien. Todos sabemos que la cura a aplicar no es la misma cuando sube la fiebre que cuando baja o cuando te sube la tensión que cuando te baja. Es sentido común. Pero esa izquierda ideologizada al extremo no entiende ni quiere entender que los ajustes económicos en situaciones de urgencia pueden ser medidas progresistas, y lo son. Veremos si son capaces de entenderlo, y lo trataré de explicar yo, ya que el gobierno no lo hace, ni parece que vaya a hacerlo el PSOE. Reducir el déficit y rescatar a la banca (como se hizo en su momento) son dos medidas progresistas en una coyuntura de crísis (de enfermedad); que sí. Son los medicamentos y las curas necesarias para recuperar la salud de España (del mundo), su economía, y la de sus ciudadanos. Esa izquierda hiperideologizada no lo entiende y se atasca en un absolutismo ideológico que insulta la inteligencia. Primero no entiende que estamos en una situación excepcional, una crísis de una envergadura solo comparable al crack del 29. Estamos discutiendo, ante la alegre mirada de la derecha, si el paracetamol es bueno sí o no, independientemente de que tengamos fiebre o no; o de si la dieta es buena o no, independientemente de que si tenemos sobrepeso o anorexia. La izquierda moral clama diciendo que estas cosas son buenas o malas siempre (gasto público siempre, reducción del déficit nunca). Y así, al que tiene hipercolestoremia la izquierda más izquierda (Cayo Lara, sindicatos) respondería "más embutido, más carne roja, no sea que pierda grasa y se muera de hambre". Y así, al que tiene gripe, la izquierda más izquierda respondería "paracetamol, ibuprofeno, tonterías, no necesitamos medicamentos". Zapatero es de derechas, esa es la conclusión, porque combate el déficit y "ayuda" a los bancos. Esos son los mantras de aquellos que, con sus absolutismos ideológicos y su incapacidad estadística, van a poner en bandeja el gobierno al Partido Popular.
Voy a defender que el rescate bancario es una medida progresista. Vamos a partir de que solo existían dos soluciones cuando el sistema financiero se colapsó, solo dos, y ahora no viene al caso analizar el origen de tal colapso pues es conocido por todos (especulación, descontrol, subprime, Madoff, etc). Los gobiernos tenían dos opciones. La primera era rescatar a la banca; y la segunda era no rescatarla. Pros y contras. Si rescatamos, es una inmoralidad enorme, pero salvaremos nuestras economías de la quiebra, de un corralito financiero que terminarían pagando la mayoría de los ciudadanos y sobre todo los más débiles. Si no rescatamos, habremos dado una lección moral y ética a esos brokers y especuladores de Wall Street, pero nuestros "estados del bienestar" desaparecían sin el crédito financiero, y sabemos quienes pagarían eso, desde luego no esos peces gordos: nosotros los ciudadanos. Sin sistema financiero ningún estado tendría fondos suficientes para pagar la nónima a sus funcionarios, ninguna empresa liquidez para pagar a sus trabajadores, ningún trabajador una renta para vivir dignamente. Por no hablar de que los ahorros y los depósitos de miles de españoles (en España viven millones de personas aparte de Emilio Botín y Florentino Pérez) se irían por el retrete. ¿Qué era más progresista, rescatar o no rescatar? Para esa izquierda que quiere resquebrajar y vilipendiar al presidente del gobierno, lo "progre" era no rescatar a la banca. Además quieren hacernos creer que una persona con la sensibilidad social y la honradez de Zapatero pensó antes en los bolsillos de Botín que en los pobres parados, los ahorradores o los curritos de este país. Ni González Pons llegaría a plantear semejantes canalladas. Pero es el fuego amigo al que estamos acostumbrados, y que permite, que de vez en cuando, el Partido Popular gobierne. Sigamos.
La demonización del sistema financiero es una enorme hipocresía y me dirijo a todos esos "progres de pedigrí" que han puesto en duda mis principios y mi ideología en tantas conversaciones y mensajes en este blog. El problema no es el sistema financiero ni el capitalismo en sí, sino su desregulación, el descontrol de los mercados que da pie a la especulación y la pérdida de peso de los estados en la economía en favor de las liberalizaciones masivas que se defienden desde la derecha política y económica mundial: ésta es la batalla que hay que dar para reformar de una vez por todas el sistema financiero para que cuatro sinvergüenzas especuladores no vuelvan a poner el mundo patas arriba cuando se les antoje y quieran jugar al Monopoly a nuestra costa. Críticos sí, pero que nadie olvide que ese sistema financiero es imprescindible y de él, se aprovecha el trabajador, el obrero, y el ciudadano, y sin el cual, no podríamos tener la calidad de vida que disfrutamos en las economías occidentales, España entre ellas. Sin el sistema financiero (un grupo de personas que aportan capital privado para financiar a estados, empresas y personas) todos nos deberíamos regir por el "tanto gano, tanto gasto". Sería imposible comprar un gran número de bienes, y de acceder a una buena cantidad de servicios si ese sistema financiero desapareciera. Ese sistema financiero tiene nombre de tarjeta de crédito, pago a plazos, hipoteca o prestamo. El dinero, queridos comisarios de la izquierda, no cae del cielo. Si los bancos son tiranos, muy bien, no hagamos uso de ellos, nadie nos obliga a hacerlo; y sí, cobran intereses por arriesgar su dinero, faltaría más. Si no queremos pasar por sus condiciones, ahorremos, alquilemos y seamos muy austeros. Adelgacemos el estado del bienestar y nuestras economías domésticas. Y si tenemos que comprar un televisor de 1500 euros, nada de ir a una multinacional y hacer uso de sus financieras para pagar en cómodos plazos sin intereses; ahorremos 100 euros cada mes y en 15 meses podremos comprar ese maravilloso televisor. Éste es solo un ejemplo pero piensen en las empresas y en los autónomos. Pongamos que servidor tiene una buena idea, y quiere montar un negocio, pero cosas de la vida, la inmensa mayoría de ciudadanos no tenemos la suerte de tener un padre multimillonario que nos pueda prestar el dinero en mano. El demoniaco sistema financiero lo hace, lógicamente a cambio de un interés, y gracias a esto, millones de personas en el mundo son hoy empresarios, crean puestos de trabajo, y obtienen beneficios. Igual que millones de personas pueden tener casa, coche, viajes y otros gastos que, sin sistema financiero, no estarían a nuestro alcance.
Si la izquierda española apuesta ahora por la estabilidad presupuestaria, que lo diga, y nos olvidamos de los bancos. Tanto ingreso, tanto gasto. En la casa, en la empresa y en la administración pública. Pero claro, el Estado del Bienestar no se sostendría ni se entiendería sin fondos públicos crecientes, sin un aumento exponencial del gasto público, sin acudir al endeudamiento público: porque siempre queremos más progreso, más derechos, más y mejores prestaciones, y cada vez somos más ciudadanos, somos más viejecitos, hay más parados, los jóvenes necesitan becas, hay más dependientes, etc. Pero creemos que el dinero cae del cielo y es gratis. El Estado, como una empresa o una familia, para mejorar su calidad de vida, tiene que endeudarse, pedir prestado dinero, mucho dinero, porque los ingresos no dan para tanto. Y alguien al otro lado, tiene que atenerse a prestarlo, lógico. Con ese dinero se pagan carreteras, se construyen colegios y hospitales, se pagan nóminas, se dan ayudas a empresarios y prestaciones al parado; a crédito, porque de golpe, no se podrían cubrir tantos gastos sociales (somos 45 millones de españoles), igual que nadie de golpe tiene 200.000 euros en mano para pagar la hipoteca, y lo resuelve a plazos con un banco. Pero la izquierda "moralista" no se rinde y ofrece soluciones, y dice "subid impuestos a los ricos, a las sicavs". Tonterías, se hace y se ha hecho, pero el ingreso es tan pequeño como eliminar un ministerio, es estético pero nada más, esto es algo que todos reconocemos. Y la izquierda moral entonces contraataca "luchad más contra la economía sumergida". Se hace, pero sin sangrar en estos momentos, ¿por qué? Porque valientes policías de la izquierda moral, quienes viven y subsisten de esa economía negra en época de crísis son los menos pudientes, los más desfavorecidos, los más desgraciados, los que sin contrato, reciben cuatro duros por hacer un "mandado" o por "arreglar tal chapuza". O eso o nada que comer. Si encima te echas sobre ellos, muchos de ellos autónomos y trabajadores parados de larga duración con la soga en el cuello, ¿qué estaríamos diciendo? Que se machaca a los débiles mientras a los bancos...ya sabéis lo que sigue. ¿Es que se cree esta gente que las bolsas de economía sumergida están en Telefónica, El Santander o El Pozo? No, se encuentran en las zonas más deprimidas. Hay que luchar contra al fraude, siempre, pero éste no es el momento de cargar las tintas sobre ese tema. No es tan fácil ni tan justo como se piensa.
Esto nos lleva a la cuestión de la reducción del déficit, horror, el demonio, vade retro. Esos malditos mercados nos exigen recortes porque dicen que a lo mejor no pagamos lo que un día nos prestaron para crecer más y mejor, porque los españoles con muy buen criterio no nos conformábamos con ser un país de pandereta, subdesarrollado, queríamos ser como nuestros vecinos del norte. Pero claro cuando hablamos de los mercados nos imaginamos a unos señores vestidos de frac, multimillonarios, en la piscina de su lujoso chalet, con copa y puro, clamando contra nosotros, pobres de nosotros, mileuristas desnudados. ¿Pero quienes compran nuestra deuda para financiar el crecimiento de nuestra economía? Esa deuda que permite que vayamos más allá de nuestros ingresos y tengamos más y mejores servicios púbicos, más y mejores derechos, mejores hospitales, mejores profesores, más policías en las calles, crédito para nuestras empresas. Pues son Inversores privados, entre los que se cuentan por ejemplo, a muchos pensionistas alemanes que invierten parte del dinero logrado tras una vida de trabajo en bonos españoles; o particulares franceses, trabajadores italianos o inversionistas ingleses que deciden meter sus ahorros en un lugar seguro, nuestra deuda, confiando en que cuando se cumplan los plazos, la recuperarán con un pequeño interés. No solo hay grandes empresarios y grandes tiburones en los mercados de deuda, y en eso estamos muy confundidos. ¿O es que en este país no hemos comprado o conocido a alguien que haya comprado letras del Tesoro? Sí particulares, personas como usted y como yo, unas más adineradas, otras más humildes, quizá tú que lees has formado parte de esos terribles mercados alguna vez. El problema es que como la economía no va del todo bien, y ven caer a otros países, creen que el dinero de sus ahorros, invertidos en deuda española, no se lo vamos a poder devolver como pactamos. Problemón al canto. Si no se fían, lo retirarán o nos lo renovarán a un tipo de interés elevadísimo, lo que ocasionará que aumenten nuestros gastos financieros...y aumente nuestra deuda más todavía, haciendola más insostenible si cabe...la pescadilla que se muerde la cola. ¿Debe el gobierno tomar medidas, por impopulares que sean, para persuadiar a esos inversores privados de que nuestra deuda sigue siendo segura, para ellos, y para nuevos y futuros inversores? Parece crucial, ¿verdad? Sin gasolina no funcionan los coches. Sin dinero, no funcionan las economías, ni con Rajoy de presidente (permitidme la ironía).
Sigamos. Esos mercados solo creen que podamos devolverle su pasta si reducimos gastos a mansalva, dado que nuestra tasa de paro es alta y la posibilidad de que la economía crezca con fuerza los próximos 4-5 años es mínima. Piensan en los pufos de nuestros bancos y en la burbuja inmobiliaria y temen que debajo de las alfombras tengamos mucha mierda. Ven que nuestros ingresos se desplomaron con la crísis, y que los gastos crecieron, porque hubo que salir el rescate de la banca, y de la economía despues, en forma de planes de estímulo y prestaciones sociales para parados, entre otros. Esperan por lo tanto gestos contundentes que demuestren que les vamos a devolver su dinero, cueste lo que nos cueste, porque es suyo, no nuestro. El asunto es muy serio para nuestro futuro (por eso el presidente habla de las bases del crecimiento de los próximos 25 años) porque si fallamos un pago, no nos volverán a prestar, y dejaremos de ser fiables para los prestamistas y los inversores; consecuencia, sin gasolina (dinero) nuestra economía se hundirá sin remedio y por muchos años. Por eso el gobierno rebaja sueldos, y congela pensiones, y se muestra duro y contundente, precisamente porque son recortes cuantificables fácil, rápida y directamente, además de que son una muestra de fortaleza, y de que vamos en serio. ¿Por qué no se recortan otras partidas, por qué no se suben más los impuestos, por qué no se lucha contra al fraude? Se han recortado otras muchas partidas, entre ellas las infraestructuras. Se han subido los impuestos, IVA y tramos del IRPF, pero los mercados consideran que subirlos mucho más estancaría el crecimiento español; y se lucha contra el fraude pero no es una medida que satisfaga a los inversores, porque no es cuantificable.
Pondremos el ejemplo de una empresa (España) que acude a un banco (los mercados) a pedir un crédito para pagar nónimas y otras deudas. El banco mira las cuentas de la empresa y observa en su contabilidad que los números son rojos, es decir, que gasta más de lo que ingresa ; entonces el banquero responde al gerente de la empresa que si quiere el crédito/prestamo, tiene que reducir gastos ya que como hay crísis los ingresos tardarán en subir unos años; que de lo contrario es evidente que no podrá devolver el prestamo, y para la banca, eso conllevaría un enorme riesgo. - "¿Quiere el crédito o no?" - "Sí, si no, mi empresa quebraría y tendría que cerrar dejando en la calle a todos mis trabajadores suspendiendo pagos". - "Entonces queremos un plan de saneamiento, y lo queremos ya, cuantificado y creíble". Esa empresa que se podría llamar "Ibresa SL" debería reducir gastos en lo corriente (agua, luz, teléfonos), sueldos (rebaja salarial) y otros conceptos (seguros, refinanciar deudas, etc), algo cuantificable y creíble. No sería creíble que el gerente dijera "voy a vigilar a mis trabajadores para que no se escaqueen del trabajo y sean más productivos". Así no te darían ningún crédito. Por eso la lucha contra el fraude no es una medida efectiva para los mercados.
¿Y que hay del paro? La primera y única medida posible contra al paro a día de hoy es reducir el déficit público y privado. Recortar gastos y ahorrar. Para que los mercados, esos inversores privados, sigan comprando deuda española, y pueda fluir el crédito hacia nuestros bancos y cajas, y éste pueda llegar a empresarios para que puedan crear empresas y emplear trabajadores, a particulares para que puedan consumir casas, coches, bienes y servicios varios, y la economía se vuelva a reactivar cuando retorne la confianza. Sin esa condición (que vuelva la confianza en los mercados y fluya el crédito) no se creará empleo en cantidad. Sin esa condición no es posible mantener el estado del bienestar, no será posible cobrar una pensión o una prestación por desempleo, porque no habrá dinero suficiente para cubrir a todos los beneficiarios. Por eso las medidas de Zapatero son progresistas, sociales, y adecuadas. Son recortes para que en el futuro no haya más recortes, y podamos seguir creciendo, y progresando en derechos, modernizando y ampliando nuestro estado del bienestar. Al PP todo esto le da igual, y por eso atacan la solvencia de España. Nuestra quiebra significaría recortes sociales mayores, y tener que renunciar a nuestro estado del bienestar, dando paso a una cadena de privatizaciones en sanidad y educación, reduciendo prestaciones por desempleo, ayudas sociales, aboliendo derechos. Es lo que siempre han querido y lo que ya hacen allá donde gobiernan con potentes mayorías. Solo hay que mirar a Cameron. ¿Es preferible reducir un 5% los sueldos o echar a medio millón de funcionarios? Otra exigencia de esos mercados es que adoptemos una reforma laboral. España crea mucho empleo cuando crece y destruye mucho empleo cuando cae. El problema se llama temporalidad. La única forma de reducir la temporalidad es hacer más atractivo para el empresario el contrato fijo. Eso unicamente se consigue abaratando el despido y utilizando jornadas de trabajo parciales, para que en vez de empleos se destruyan horas de trabajo y se equipare la necesidad de capital humano a la producción de la empresa en cada momento. Por eso otros países no tienen nuestras tasas de paro: no resciden puestos de trabajo, rescinden horas de trabajo. Os aconsejo que leáis la nueva reforma laboral porque es mucho más que una reducción en la indemnización del despido. Es interesante y va por el buen camino.
En resumen cunde lo de "Zapatero es de derechas, y por eso mejor el original que la copia". Zapatero es muy malo lo dicen los datos, Aznar es muy bueno, tambien lo dicen los datos. Esto está en la calle y en el PSOE no saben ni quieren explicarlo. Vamos, que si a un presidente le toca bailar con una crísis económica (una recesión mundial) lo tiramos al pantano y le echamos la culpa de todo, y si a otro le toca una época de bonanza, es cojonudo porque él lo vale, así sin ningún criterio, sin tener en cuenta la coyuntura, la situación, los condicionantes y la económica mundial. Sin tener en cuenta que tenemos 17 presidentes autonómicos que manejan más presupuesto que el gobierno central (¿nadie se queja de Esperanza, de Camps, y compañía?) y 8000 alcaldes cojonudos. Vamos que España ha quebrado por culpa de Zapatero, que construyó 800.000 viviendas al año y especuló hasta la saciedad y se lo llevó calentito en trajes y dinero en B. El mismo que sacó una nueva ley de suelo para poner freno a la especulación urbanística y se lo comían con patatas hasta los curritos obreros que estaban encantados con el ladrillo; hasta llevaron la ley a los tribunales por inmiscuirse en competencias autonómicas, decía el PP. Cojonudo, aquí nadie ha metido la pata, empresarios, trabajadores, particulares, solo "algunos" políticos...claro coño, esto es España, no iba a ser de otra forma. Cambiemos de presidente porque a lo mejor, cambiando al presidente, mejora la economía, por arte de magia.
Lo que algunos plantean es aterrador, y es lo que llevó a personajes muy oscuros al poder; como las cosas van mal, culpemos al muñeco, y no cambiemos nada, que vuelvan los de antes o el primer populista de turno, y sálvese quien pueda. Que la propia izquierda contribuya a esto es desolador. Que reciten el mantra pepero es, descorazonador. No entienden a Zapatero y no conocen los problemas de nuestra economía, que no son fruto de 2 ni de 3 ni de 10 años. Los arrastramos décadas. Tenemos con Zapatero la crueldad que no tenemos con otros responsables de la recesión y del paro. Es como si una empresa le va mal por la crísis, y echamos a patadas al empresario, por muy honrado que sea, y ponemos otro, porque aquel lo ha hecho muy mal al tener que despedir trabajadores. No importa si los bancos le han cerrado el crédito, si la gente consume menos, y si otras empresas tambien sufren la crísis: hay que echarlo a patadas, por mucho que haya sudado para salvar la empresa. Mejor poner a otro empresario aunque sea un sinvergüenza sin escrúpulos, que lo único que ha dicho es que con él la empresa iría mejor (sin decir cómo ni cuándo), con la salvedad de que sus mini-empresas están igual de quebradas o peor (CC.AA y ayuntamientos), y peor aún, en las que se permite y se premia que se hagan desfases contables y los trabajadores cobren en negro. Cojonudo.
Yo creo que el PSOE y Zapatero han cometido errores, más de forma que de fondo, porque los contenidos de su política económica han sido consensuados en el G-20 y otros foros como la UE. No se han adoptado medidas que otros no hayan adoptado. Porque la crísis mundial necesitaba una respuesta coordinada mundialmente: primero estímulo económico y después reducción del déficit, dos recetas para dos enfermedades diferentes. Zapatero ha hecho lo mismo que Merkel, Obama o Sarkozy. Todos hemos aprendido que en épocas de crísis los dogmas no tienen sentido. Unos muy conservadores tuvieron que abrazar el gasto público en contra de sus principios, otros después tuvieron que abrazarse a la reducción del déficit en contra de los nuestros, todos han tenido que dejar de lado sus ideologías por el bien de sus economías y de sus países. Y ante estos sacrificios, tenemos un PP que no solo no tiene propuestas, sino que disfruta con la crísis, alienta el desánimo, ampara la corrupción e incluso se atreve a lesionar los intereses españoles con ataques públicos a la solvencia de nuestras cuentas públicas: les importamos un bledo. Dan lecciones de economía sin decir nada, pero dejan un rastro maloliente que les delata: la Comunitat Valenciana es la campeona del déficit y la deuda, así como a nivel municipal, la ciudad de Madrid es campeona en déficit y deuda, y para muchas décadas. Esos son los ejemplos de austeridad del PP, por no hablar de las tasas de paro altísimas y de la corrupción galopante en sus feudos de poder, una tomadura de pelo a los ciudadanos.
Con Rajoy todo es posible, dicen, pero podría empezar a dar ejemplo allá donde gobierna. Lo peor es que la gente se cree que si vuelve el PP volverá automáticamente la época dorada del ladrillo. Hay gente que lo cree de verdad. Y ese es un error muy grave. Solo un partido como el PSOE puede reformar el modelo productivo del país y dinamizar la economía con reformas valientes porque históricamente ha sido el partido que ha hecho las grandes reformas en España, incluso las más dolorosas (¿qué reforma o medida hizo el PP en sus años que se recuerde como un gran avance social, quitando la Ley del Suelo del 98?). Que los electores decidan pero yo no veo ninguna alternativa en la oposición, real y objetiva. Ni siquiera en la oposición de izquierdas, que exige irresponsablemente más colesterol y más veneno para el enfermo aduciendo que morirá pero sufrirá menos. Los socialistas preferimos que el enfermo sufra más pero siga viviendo. No le hagamos más el juego a esta derecha tan peligrosa y entendamos, intentémoslo al menos, al que es, con sus aciertos y sus errores, el presidente más progresista que ha conocido España: José Luís Rodríguez Zapatero. La alternativa es Rajoy de presidente, Montoro de ministro de economía y Cospedal de vicepresidenta. No es lo mismo señoras y señores de la izquierda pura e inmaculada. Las recetas de los sindicatos y de IU basadas en seguir aumentando el gasto público nos llevan a la suspensión de pagos. No se puede gastar más en este escenario, tan complicado en los mercados financieros, tenemos que ser austeros. No sigan por ese camino, porque no es razonable más política expansiva, es contraproducente y puede acabar con el enfermo en el cementerio.
Conclusión: los socialistas deberían dejar atrás todos sus complejos porque se está haciendo lo que hay que hacer, lo correcto. Porque nuestros ajustes son más progresistas que las lecciones que nos pretenden dar a nuestra izquierda y a nuestra derecha. Somos razonables y tenemos los pies en el suelo. El partido debe acometer una campaña nacional para explicar sus medidas en un lenguaje claro y sencillo, parecido (y mejorado a poder ser) al que empleo en este artículo. La gente no es tonta pero no tiene suficiente información. Es más, la poca que tiene, es la suministrada por un PP que solo repite que el problema es "Zapatero". Este pequeño tirón de orejas va dirigido a esa izquierda intelectual que ha abandonado al gobierno más progresista, socialista e izquierdista que hemos conocido. Ellos en sus artículos, en sus editoriales, en sus blogs, han abandonado al presidente y ahora reniegan de él. El mismo que se partió la cara con lo más retrógrado del país para implantar medidas sociales de calado. Ahora no es posible seguir avanzando porque no queda gasolina en el motor y la prioridad es conseguir combustible. Combustible para seguir avanzando en políticas y derechos sociales. Cuanto antes mejor. Por eso cuanto antes hagamos y aceptemos esos ajustes necesarios, antes podremos volver a ejercer la centralidad de nuestras políticas y nuestra propia ideología. La alternativa en 2012 no tomará ese camino. Nosotros decidimos.
Insisto con la metáfora para que hasta los iletrados en economía lo entiendan bien. Todos sabemos que la cura a aplicar no es la misma cuando sube la fiebre que cuando baja o cuando te sube la tensión que cuando te baja. Es sentido común. Pero esa izquierda ideologizada al extremo no entiende ni quiere entender que los ajustes económicos en situaciones de urgencia pueden ser medidas progresistas, y lo son. Veremos si son capaces de entenderlo, y lo trataré de explicar yo, ya que el gobierno no lo hace, ni parece que vaya a hacerlo el PSOE. Reducir el déficit y rescatar a la banca (como se hizo en su momento) son dos medidas progresistas en una coyuntura de crísis (de enfermedad); que sí. Son los medicamentos y las curas necesarias para recuperar la salud de España (del mundo), su economía, y la de sus ciudadanos. Esa izquierda hiperideologizada no lo entiende y se atasca en un absolutismo ideológico que insulta la inteligencia. Primero no entiende que estamos en una situación excepcional, una crísis de una envergadura solo comparable al crack del 29. Estamos discutiendo, ante la alegre mirada de la derecha, si el paracetamol es bueno sí o no, independientemente de que tengamos fiebre o no; o de si la dieta es buena o no, independientemente de que si tenemos sobrepeso o anorexia. La izquierda moral clama diciendo que estas cosas son buenas o malas siempre (gasto público siempre, reducción del déficit nunca). Y así, al que tiene hipercolestoremia la izquierda más izquierda (Cayo Lara, sindicatos) respondería "más embutido, más carne roja, no sea que pierda grasa y se muera de hambre". Y así, al que tiene gripe, la izquierda más izquierda respondería "paracetamol, ibuprofeno, tonterías, no necesitamos medicamentos". Zapatero es de derechas, esa es la conclusión, porque combate el déficit y "ayuda" a los bancos. Esos son los mantras de aquellos que, con sus absolutismos ideológicos y su incapacidad estadística, van a poner en bandeja el gobierno al Partido Popular.
Voy a defender que el rescate bancario es una medida progresista. Vamos a partir de que solo existían dos soluciones cuando el sistema financiero se colapsó, solo dos, y ahora no viene al caso analizar el origen de tal colapso pues es conocido por todos (especulación, descontrol, subprime, Madoff, etc). Los gobiernos tenían dos opciones. La primera era rescatar a la banca; y la segunda era no rescatarla. Pros y contras. Si rescatamos, es una inmoralidad enorme, pero salvaremos nuestras economías de la quiebra, de un corralito financiero que terminarían pagando la mayoría de los ciudadanos y sobre todo los más débiles. Si no rescatamos, habremos dado una lección moral y ética a esos brokers y especuladores de Wall Street, pero nuestros "estados del bienestar" desaparecían sin el crédito financiero, y sabemos quienes pagarían eso, desde luego no esos peces gordos: nosotros los ciudadanos. Sin sistema financiero ningún estado tendría fondos suficientes para pagar la nónima a sus funcionarios, ninguna empresa liquidez para pagar a sus trabajadores, ningún trabajador una renta para vivir dignamente. Por no hablar de que los ahorros y los depósitos de miles de españoles (en España viven millones de personas aparte de Emilio Botín y Florentino Pérez) se irían por el retrete. ¿Qué era más progresista, rescatar o no rescatar? Para esa izquierda que quiere resquebrajar y vilipendiar al presidente del gobierno, lo "progre" era no rescatar a la banca. Además quieren hacernos creer que una persona con la sensibilidad social y la honradez de Zapatero pensó antes en los bolsillos de Botín que en los pobres parados, los ahorradores o los curritos de este país. Ni González Pons llegaría a plantear semejantes canalladas. Pero es el fuego amigo al que estamos acostumbrados, y que permite, que de vez en cuando, el Partido Popular gobierne. Sigamos.
La demonización del sistema financiero es una enorme hipocresía y me dirijo a todos esos "progres de pedigrí" que han puesto en duda mis principios y mi ideología en tantas conversaciones y mensajes en este blog. El problema no es el sistema financiero ni el capitalismo en sí, sino su desregulación, el descontrol de los mercados que da pie a la especulación y la pérdida de peso de los estados en la economía en favor de las liberalizaciones masivas que se defienden desde la derecha política y económica mundial: ésta es la batalla que hay que dar para reformar de una vez por todas el sistema financiero para que cuatro sinvergüenzas especuladores no vuelvan a poner el mundo patas arriba cuando se les antoje y quieran jugar al Monopoly a nuestra costa. Críticos sí, pero que nadie olvide que ese sistema financiero es imprescindible y de él, se aprovecha el trabajador, el obrero, y el ciudadano, y sin el cual, no podríamos tener la calidad de vida que disfrutamos en las economías occidentales, España entre ellas. Sin el sistema financiero (un grupo de personas que aportan capital privado para financiar a estados, empresas y personas) todos nos deberíamos regir por el "tanto gano, tanto gasto". Sería imposible comprar un gran número de bienes, y de acceder a una buena cantidad de servicios si ese sistema financiero desapareciera. Ese sistema financiero tiene nombre de tarjeta de crédito, pago a plazos, hipoteca o prestamo. El dinero, queridos comisarios de la izquierda, no cae del cielo. Si los bancos son tiranos, muy bien, no hagamos uso de ellos, nadie nos obliga a hacerlo; y sí, cobran intereses por arriesgar su dinero, faltaría más. Si no queremos pasar por sus condiciones, ahorremos, alquilemos y seamos muy austeros. Adelgacemos el estado del bienestar y nuestras economías domésticas. Y si tenemos que comprar un televisor de 1500 euros, nada de ir a una multinacional y hacer uso de sus financieras para pagar en cómodos plazos sin intereses; ahorremos 100 euros cada mes y en 15 meses podremos comprar ese maravilloso televisor. Éste es solo un ejemplo pero piensen en las empresas y en los autónomos. Pongamos que servidor tiene una buena idea, y quiere montar un negocio, pero cosas de la vida, la inmensa mayoría de ciudadanos no tenemos la suerte de tener un padre multimillonario que nos pueda prestar el dinero en mano. El demoniaco sistema financiero lo hace, lógicamente a cambio de un interés, y gracias a esto, millones de personas en el mundo son hoy empresarios, crean puestos de trabajo, y obtienen beneficios. Igual que millones de personas pueden tener casa, coche, viajes y otros gastos que, sin sistema financiero, no estarían a nuestro alcance.
Si la izquierda española apuesta ahora por la estabilidad presupuestaria, que lo diga, y nos olvidamos de los bancos. Tanto ingreso, tanto gasto. En la casa, en la empresa y en la administración pública. Pero claro, el Estado del Bienestar no se sostendría ni se entiendería sin fondos públicos crecientes, sin un aumento exponencial del gasto público, sin acudir al endeudamiento público: porque siempre queremos más progreso, más derechos, más y mejores prestaciones, y cada vez somos más ciudadanos, somos más viejecitos, hay más parados, los jóvenes necesitan becas, hay más dependientes, etc. Pero creemos que el dinero cae del cielo y es gratis. El Estado, como una empresa o una familia, para mejorar su calidad de vida, tiene que endeudarse, pedir prestado dinero, mucho dinero, porque los ingresos no dan para tanto. Y alguien al otro lado, tiene que atenerse a prestarlo, lógico. Con ese dinero se pagan carreteras, se construyen colegios y hospitales, se pagan nóminas, se dan ayudas a empresarios y prestaciones al parado; a crédito, porque de golpe, no se podrían cubrir tantos gastos sociales (somos 45 millones de españoles), igual que nadie de golpe tiene 200.000 euros en mano para pagar la hipoteca, y lo resuelve a plazos con un banco. Pero la izquierda "moralista" no se rinde y ofrece soluciones, y dice "subid impuestos a los ricos, a las sicavs". Tonterías, se hace y se ha hecho, pero el ingreso es tan pequeño como eliminar un ministerio, es estético pero nada más, esto es algo que todos reconocemos. Y la izquierda moral entonces contraataca "luchad más contra la economía sumergida". Se hace, pero sin sangrar en estos momentos, ¿por qué? Porque valientes policías de la izquierda moral, quienes viven y subsisten de esa economía negra en época de crísis son los menos pudientes, los más desfavorecidos, los más desgraciados, los que sin contrato, reciben cuatro duros por hacer un "mandado" o por "arreglar tal chapuza". O eso o nada que comer. Si encima te echas sobre ellos, muchos de ellos autónomos y trabajadores parados de larga duración con la soga en el cuello, ¿qué estaríamos diciendo? Que se machaca a los débiles mientras a los bancos...ya sabéis lo que sigue. ¿Es que se cree esta gente que las bolsas de economía sumergida están en Telefónica, El Santander o El Pozo? No, se encuentran en las zonas más deprimidas. Hay que luchar contra al fraude, siempre, pero éste no es el momento de cargar las tintas sobre ese tema. No es tan fácil ni tan justo como se piensa.
Esto nos lleva a la cuestión de la reducción del déficit, horror, el demonio, vade retro. Esos malditos mercados nos exigen recortes porque dicen que a lo mejor no pagamos lo que un día nos prestaron para crecer más y mejor, porque los españoles con muy buen criterio no nos conformábamos con ser un país de pandereta, subdesarrollado, queríamos ser como nuestros vecinos del norte. Pero claro cuando hablamos de los mercados nos imaginamos a unos señores vestidos de frac, multimillonarios, en la piscina de su lujoso chalet, con copa y puro, clamando contra nosotros, pobres de nosotros, mileuristas desnudados. ¿Pero quienes compran nuestra deuda para financiar el crecimiento de nuestra economía? Esa deuda que permite que vayamos más allá de nuestros ingresos y tengamos más y mejores servicios púbicos, más y mejores derechos, mejores hospitales, mejores profesores, más policías en las calles, crédito para nuestras empresas. Pues son Inversores privados, entre los que se cuentan por ejemplo, a muchos pensionistas alemanes que invierten parte del dinero logrado tras una vida de trabajo en bonos españoles; o particulares franceses, trabajadores italianos o inversionistas ingleses que deciden meter sus ahorros en un lugar seguro, nuestra deuda, confiando en que cuando se cumplan los plazos, la recuperarán con un pequeño interés. No solo hay grandes empresarios y grandes tiburones en los mercados de deuda, y en eso estamos muy confundidos. ¿O es que en este país no hemos comprado o conocido a alguien que haya comprado letras del Tesoro? Sí particulares, personas como usted y como yo, unas más adineradas, otras más humildes, quizá tú que lees has formado parte de esos terribles mercados alguna vez. El problema es que como la economía no va del todo bien, y ven caer a otros países, creen que el dinero de sus ahorros, invertidos en deuda española, no se lo vamos a poder devolver como pactamos. Problemón al canto. Si no se fían, lo retirarán o nos lo renovarán a un tipo de interés elevadísimo, lo que ocasionará que aumenten nuestros gastos financieros...y aumente nuestra deuda más todavía, haciendola más insostenible si cabe...la pescadilla que se muerde la cola. ¿Debe el gobierno tomar medidas, por impopulares que sean, para persuadiar a esos inversores privados de que nuestra deuda sigue siendo segura, para ellos, y para nuevos y futuros inversores? Parece crucial, ¿verdad? Sin gasolina no funcionan los coches. Sin dinero, no funcionan las economías, ni con Rajoy de presidente (permitidme la ironía).
Sigamos. Esos mercados solo creen que podamos devolverle su pasta si reducimos gastos a mansalva, dado que nuestra tasa de paro es alta y la posibilidad de que la economía crezca con fuerza los próximos 4-5 años es mínima. Piensan en los pufos de nuestros bancos y en la burbuja inmobiliaria y temen que debajo de las alfombras tengamos mucha mierda. Ven que nuestros ingresos se desplomaron con la crísis, y que los gastos crecieron, porque hubo que salir el rescate de la banca, y de la economía despues, en forma de planes de estímulo y prestaciones sociales para parados, entre otros. Esperan por lo tanto gestos contundentes que demuestren que les vamos a devolver su dinero, cueste lo que nos cueste, porque es suyo, no nuestro. El asunto es muy serio para nuestro futuro (por eso el presidente habla de las bases del crecimiento de los próximos 25 años) porque si fallamos un pago, no nos volverán a prestar, y dejaremos de ser fiables para los prestamistas y los inversores; consecuencia, sin gasolina (dinero) nuestra economía se hundirá sin remedio y por muchos años. Por eso el gobierno rebaja sueldos, y congela pensiones, y se muestra duro y contundente, precisamente porque son recortes cuantificables fácil, rápida y directamente, además de que son una muestra de fortaleza, y de que vamos en serio. ¿Por qué no se recortan otras partidas, por qué no se suben más los impuestos, por qué no se lucha contra al fraude? Se han recortado otras muchas partidas, entre ellas las infraestructuras. Se han subido los impuestos, IVA y tramos del IRPF, pero los mercados consideran que subirlos mucho más estancaría el crecimiento español; y se lucha contra el fraude pero no es una medida que satisfaga a los inversores, porque no es cuantificable.
Pondremos el ejemplo de una empresa (España) que acude a un banco (los mercados) a pedir un crédito para pagar nónimas y otras deudas. El banco mira las cuentas de la empresa y observa en su contabilidad que los números son rojos, es decir, que gasta más de lo que ingresa ; entonces el banquero responde al gerente de la empresa que si quiere el crédito/prestamo, tiene que reducir gastos ya que como hay crísis los ingresos tardarán en subir unos años; que de lo contrario es evidente que no podrá devolver el prestamo, y para la banca, eso conllevaría un enorme riesgo. - "¿Quiere el crédito o no?" - "Sí, si no, mi empresa quebraría y tendría que cerrar dejando en la calle a todos mis trabajadores suspendiendo pagos". - "Entonces queremos un plan de saneamiento, y lo queremos ya, cuantificado y creíble". Esa empresa que se podría llamar "Ibresa SL" debería reducir gastos en lo corriente (agua, luz, teléfonos), sueldos (rebaja salarial) y otros conceptos (seguros, refinanciar deudas, etc), algo cuantificable y creíble. No sería creíble que el gerente dijera "voy a vigilar a mis trabajadores para que no se escaqueen del trabajo y sean más productivos". Así no te darían ningún crédito. Por eso la lucha contra el fraude no es una medida efectiva para los mercados.
¿Y que hay del paro? La primera y única medida posible contra al paro a día de hoy es reducir el déficit público y privado. Recortar gastos y ahorrar. Para que los mercados, esos inversores privados, sigan comprando deuda española, y pueda fluir el crédito hacia nuestros bancos y cajas, y éste pueda llegar a empresarios para que puedan crear empresas y emplear trabajadores, a particulares para que puedan consumir casas, coches, bienes y servicios varios, y la economía se vuelva a reactivar cuando retorne la confianza. Sin esa condición (que vuelva la confianza en los mercados y fluya el crédito) no se creará empleo en cantidad. Sin esa condición no es posible mantener el estado del bienestar, no será posible cobrar una pensión o una prestación por desempleo, porque no habrá dinero suficiente para cubrir a todos los beneficiarios. Por eso las medidas de Zapatero son progresistas, sociales, y adecuadas. Son recortes para que en el futuro no haya más recortes, y podamos seguir creciendo, y progresando en derechos, modernizando y ampliando nuestro estado del bienestar. Al PP todo esto le da igual, y por eso atacan la solvencia de España. Nuestra quiebra significaría recortes sociales mayores, y tener que renunciar a nuestro estado del bienestar, dando paso a una cadena de privatizaciones en sanidad y educación, reduciendo prestaciones por desempleo, ayudas sociales, aboliendo derechos. Es lo que siempre han querido y lo que ya hacen allá donde gobiernan con potentes mayorías. Solo hay que mirar a Cameron. ¿Es preferible reducir un 5% los sueldos o echar a medio millón de funcionarios? Otra exigencia de esos mercados es que adoptemos una reforma laboral. España crea mucho empleo cuando crece y destruye mucho empleo cuando cae. El problema se llama temporalidad. La única forma de reducir la temporalidad es hacer más atractivo para el empresario el contrato fijo. Eso unicamente se consigue abaratando el despido y utilizando jornadas de trabajo parciales, para que en vez de empleos se destruyan horas de trabajo y se equipare la necesidad de capital humano a la producción de la empresa en cada momento. Por eso otros países no tienen nuestras tasas de paro: no resciden puestos de trabajo, rescinden horas de trabajo. Os aconsejo que leáis la nueva reforma laboral porque es mucho más que una reducción en la indemnización del despido. Es interesante y va por el buen camino.
En resumen cunde lo de "Zapatero es de derechas, y por eso mejor el original que la copia". Zapatero es muy malo lo dicen los datos, Aznar es muy bueno, tambien lo dicen los datos. Esto está en la calle y en el PSOE no saben ni quieren explicarlo. Vamos, que si a un presidente le toca bailar con una crísis económica (una recesión mundial) lo tiramos al pantano y le echamos la culpa de todo, y si a otro le toca una época de bonanza, es cojonudo porque él lo vale, así sin ningún criterio, sin tener en cuenta la coyuntura, la situación, los condicionantes y la económica mundial. Sin tener en cuenta que tenemos 17 presidentes autonómicos que manejan más presupuesto que el gobierno central (¿nadie se queja de Esperanza, de Camps, y compañía?) y 8000 alcaldes cojonudos. Vamos que España ha quebrado por culpa de Zapatero, que construyó 800.000 viviendas al año y especuló hasta la saciedad y se lo llevó calentito en trajes y dinero en B. El mismo que sacó una nueva ley de suelo para poner freno a la especulación urbanística y se lo comían con patatas hasta los curritos obreros que estaban encantados con el ladrillo; hasta llevaron la ley a los tribunales por inmiscuirse en competencias autonómicas, decía el PP. Cojonudo, aquí nadie ha metido la pata, empresarios, trabajadores, particulares, solo "algunos" políticos...claro coño, esto es España, no iba a ser de otra forma. Cambiemos de presidente porque a lo mejor, cambiando al presidente, mejora la economía, por arte de magia.
Lo que algunos plantean es aterrador, y es lo que llevó a personajes muy oscuros al poder; como las cosas van mal, culpemos al muñeco, y no cambiemos nada, que vuelvan los de antes o el primer populista de turno, y sálvese quien pueda. Que la propia izquierda contribuya a esto es desolador. Que reciten el mantra pepero es, descorazonador. No entienden a Zapatero y no conocen los problemas de nuestra economía, que no son fruto de 2 ni de 3 ni de 10 años. Los arrastramos décadas. Tenemos con Zapatero la crueldad que no tenemos con otros responsables de la recesión y del paro. Es como si una empresa le va mal por la crísis, y echamos a patadas al empresario, por muy honrado que sea, y ponemos otro, porque aquel lo ha hecho muy mal al tener que despedir trabajadores. No importa si los bancos le han cerrado el crédito, si la gente consume menos, y si otras empresas tambien sufren la crísis: hay que echarlo a patadas, por mucho que haya sudado para salvar la empresa. Mejor poner a otro empresario aunque sea un sinvergüenza sin escrúpulos, que lo único que ha dicho es que con él la empresa iría mejor (sin decir cómo ni cuándo), con la salvedad de que sus mini-empresas están igual de quebradas o peor (CC.AA y ayuntamientos), y peor aún, en las que se permite y se premia que se hagan desfases contables y los trabajadores cobren en negro. Cojonudo.
Yo creo que el PSOE y Zapatero han cometido errores, más de forma que de fondo, porque los contenidos de su política económica han sido consensuados en el G-20 y otros foros como la UE. No se han adoptado medidas que otros no hayan adoptado. Porque la crísis mundial necesitaba una respuesta coordinada mundialmente: primero estímulo económico y después reducción del déficit, dos recetas para dos enfermedades diferentes. Zapatero ha hecho lo mismo que Merkel, Obama o Sarkozy. Todos hemos aprendido que en épocas de crísis los dogmas no tienen sentido. Unos muy conservadores tuvieron que abrazar el gasto público en contra de sus principios, otros después tuvieron que abrazarse a la reducción del déficit en contra de los nuestros, todos han tenido que dejar de lado sus ideologías por el bien de sus economías y de sus países. Y ante estos sacrificios, tenemos un PP que no solo no tiene propuestas, sino que disfruta con la crísis, alienta el desánimo, ampara la corrupción e incluso se atreve a lesionar los intereses españoles con ataques públicos a la solvencia de nuestras cuentas públicas: les importamos un bledo. Dan lecciones de economía sin decir nada, pero dejan un rastro maloliente que les delata: la Comunitat Valenciana es la campeona del déficit y la deuda, así como a nivel municipal, la ciudad de Madrid es campeona en déficit y deuda, y para muchas décadas. Esos son los ejemplos de austeridad del PP, por no hablar de las tasas de paro altísimas y de la corrupción galopante en sus feudos de poder, una tomadura de pelo a los ciudadanos.
Con Rajoy todo es posible, dicen, pero podría empezar a dar ejemplo allá donde gobierna. Lo peor es que la gente se cree que si vuelve el PP volverá automáticamente la época dorada del ladrillo. Hay gente que lo cree de verdad. Y ese es un error muy grave. Solo un partido como el PSOE puede reformar el modelo productivo del país y dinamizar la economía con reformas valientes porque históricamente ha sido el partido que ha hecho las grandes reformas en España, incluso las más dolorosas (¿qué reforma o medida hizo el PP en sus años que se recuerde como un gran avance social, quitando la Ley del Suelo del 98?). Que los electores decidan pero yo no veo ninguna alternativa en la oposición, real y objetiva. Ni siquiera en la oposición de izquierdas, que exige irresponsablemente más colesterol y más veneno para el enfermo aduciendo que morirá pero sufrirá menos. Los socialistas preferimos que el enfermo sufra más pero siga viviendo. No le hagamos más el juego a esta derecha tan peligrosa y entendamos, intentémoslo al menos, al que es, con sus aciertos y sus errores, el presidente más progresista que ha conocido España: José Luís Rodríguez Zapatero. La alternativa es Rajoy de presidente, Montoro de ministro de economía y Cospedal de vicepresidenta. No es lo mismo señoras y señores de la izquierda pura e inmaculada. Las recetas de los sindicatos y de IU basadas en seguir aumentando el gasto público nos llevan a la suspensión de pagos. No se puede gastar más en este escenario, tan complicado en los mercados financieros, tenemos que ser austeros. No sigan por ese camino, porque no es razonable más política expansiva, es contraproducente y puede acabar con el enfermo en el cementerio.
Conclusión: los socialistas deberían dejar atrás todos sus complejos porque se está haciendo lo que hay que hacer, lo correcto. Porque nuestros ajustes son más progresistas que las lecciones que nos pretenden dar a nuestra izquierda y a nuestra derecha. Somos razonables y tenemos los pies en el suelo. El partido debe acometer una campaña nacional para explicar sus medidas en un lenguaje claro y sencillo, parecido (y mejorado a poder ser) al que empleo en este artículo. La gente no es tonta pero no tiene suficiente información. Es más, la poca que tiene, es la suministrada por un PP que solo repite que el problema es "Zapatero". Este pequeño tirón de orejas va dirigido a esa izquierda intelectual que ha abandonado al gobierno más progresista, socialista e izquierdista que hemos conocido. Ellos en sus artículos, en sus editoriales, en sus blogs, han abandonado al presidente y ahora reniegan de él. El mismo que se partió la cara con lo más retrógrado del país para implantar medidas sociales de calado. Ahora no es posible seguir avanzando porque no queda gasolina en el motor y la prioridad es conseguir combustible. Combustible para seguir avanzando en políticas y derechos sociales. Cuanto antes mejor. Por eso cuanto antes hagamos y aceptemos esos ajustes necesarios, antes podremos volver a ejercer la centralidad de nuestras políticas y nuestra propia ideología. La alternativa en 2012 no tomará ese camino. Nosotros decidimos.