David Torres da una lección de realidad con este escrito. Guste
o no guste es lo que hay, y la derecha y Rajoy tan contentos con Susana "lo
quiero muerto" Diaz.
No hace falta asistir a ningún mitin en directo: basta con ver
las fotos para comprobar que el PSOE es un partido donde los líderes les crecen
en las sillas. La última foto muestra a Susana Díaz floreciendo entre los dos
ex presidentes y los dos ex cerebros grises de la formación. En la perspectiva
podían contemplarse más de dos décadas de gobierno, ocho años de mayoría
absoluta, varias cordilleras de barones y una fructífera oposición. Es difícil
contar con más apoyos: en la silla de Susana todavía no se sabe si hay más
respaldos o más culos. Ya dijo e. e. cummings que un político es un culo con el
que todos se sientan, salvo un hombre.
Sin embargo, para llevarle por una vez la contraria a cummings,
Susana Díaz es evidentemente una mujer. El futuro se presenta en femenino
singular, blindado por un pasado imperfecto, masculino y plural, tal y como
anunciara Mariano en aquel debate con imprudente metáfora: la niña de Rajoy.
Sin embargo, esa fuerza es precisamente su debilidad, a poco que uno repase la
historia reciente y la menos reciente de la formación, las innumerables
traiciones, negligencias y bostezos de una pseudo-izquierda empeñada en
quitarle el trabajo a la derecha en cuanto rozaba un pelo del poder.
Díaz ha subrayado la ocasión histórica de que por primera vez
una mujer del pueblo aspire a comandar las riendas de un país sin contar con la
herradura de la realeza. Se equivoca de medio a medio, porque quienes la han
aupado hasta ese puesto, quienes la sostienen en lo alto, son la aristocracia
misma del partido: los Felipes, los Zapateros, los Guerras y Rubalcabas que han
hecho y deshecho a su antojo en el organigrama del psocialismo español dejando
el camino regado de cadáveres y de chaquetas de pana. También de oportunidades
perdidas y de promesas sin cumplir. Todo lo que pudo haber sido y no fue. Por
poner sólo un ejemplo, aunque hay cientos: la equiparación salarial entre
hombres y mujeres.
Probablemente la única verdad que dijo Díaz en la ardua
ceremonia de su glorificación fue una referencia, expresada sin el menor pudor,
a la digna profesión de su padre: “Soy de la casta de los fontaneros”. Sí, pero
no de los honrados fontaneros de grifo y llave inglesa, sino de los fontaneros
políticos, los fontaneros del Watergate, la casta del retrete y la cloaca que
levantó el tapón para que saliera por el sumidero un secretario general elegido
por las bases y colocarla luego a ella a martillazos.
Susanita no engaña ya a nadie, excepto a los que quieren dejarse
engañar. Que son legión, la misma legión de ilusos, pardillos y cegatos
profesionales que han tragado sin rechistar, uno detrás de otro, los sapos de
la OTAN, los GAL y la reconversión industrial; el interminable suma y sigue de
un psocialismo de cartón-piedra que ha entregado el país, atado de pies y
manos, a la banca y a la derecha. Los culos que la flanquean, aristocráticos
como ellos solos, están ahí para demostrarlo. Porque éste es un país de culos,
desde el de aquel caballo que llevaba al Conde-Duque de Olivares hasta el
sillón de consejero de Gas Natural.