Caso Gürtel/Bárcenas: Será por jueces….
En Génova 13 se diseñan estrategias para anular la Instrucción
Del blog:
LOS GENOVESES | 14/04/2013
Si la autoridad competente no lo impide, a partir
del próximo 23 de septiembre, el juez Pablo Rafael Ruz Gutiérrez, de 37 años de
edad y desde mayo 2010 en Comisión de Servicios en el Juzgado Central de
Instrucción nº 5 de la Audiencia Nacional, será sustituido por Miguel Carmona
Ruano de 66 años de edad y en la actualidad vocal del CGPJ.
Con este nuevo cambio, el caso Gürtel, habrá
pasado por tres instructores en la Audiencia Nacional, uno en el Tribunal
Superior de Justicia en la Comunidad de Madrid, dos en el Tribunal
Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana y otros tres en el Tribunal
Supremo, todo ello sin computar a los numerosos miembros de las Salas que
de estos mismos tribunales han intervenido para resolver recursos o por estar
imputados aforados nacionales o autonómicos. Resultado : 6 jueces y 5
largos años desde que un 6 de agosto del año 2008 Garzón abrió las
primeras diligencias tras una denuncia de la Fiscalía Anticorrupción.
A la vista de estas estadísticas, más de uno se preguntará cómo ha
sido posible que un tema de esta envergadura haya pasado por tantas manos y que
casualmente a pesar de los más de 150 imputados, entre ellos 3 ex tesoreros
nacionales del PP , solo haya sido condenado precisamente quien no lo era : el
juez que puso en marcha la causa.
La respuesta a esta y a otras mucha preguntas no hay que ir a
buscarlas en lejanos desiertos como diría el inefable Aznar. Las
podemos encontrar a pocos metros de la Audiencia Nacional. Es decir, en Génova,
13, la sede nacional del PP. Es allí donde se diseña y se ejecuta toda una
estrategia encaminada a anular la instrucción, retrasar hasta donde sea posible
los sumarios con el fin de que los delitos prescriban y sobre todo y ante todo,
confundir a la opinión pública hasta el punto que ya nadie sepa de que se
está hablando. En este empeño no está solos y no es ningún secreto que de
manera sincronizada se van sumando, según necesidades, las diferentes defensas
de los imputados. A las que hay que añadir, tras la llegada al gobierno de Ruiz
Gallardón, Montoro, Fernández Díaz y Torres Dulce a la Fiscalía General
del Estado, las confusas actuaciones de la Fiscalía y los
sospechosos retrasos que se vienen produciendo en el envío y calidad de los
informes solicitados a la ONIF.
Y es en esta estrategia y no en otra donde se enmarcan los sucesivos
intentos de cuestionar la labor de los instructores. En el caso de Garzón,
desde un primer momento, no dudaron primero en recusarle,
después en querellarse y
por último, a través de las defensas de algunos de los imputados, lograr que fuera
condenado por el Tribunal Supremo. Con Antonio Pedreira,
la estrategia estuvo más diversificada. Y solo le dejaron “ tranquilo “ cuando
comprobaron que el juez archivaba sin excesivas explicaciones las imputaciones
contra Bárcenas y
Merino, posteriormente revocadas por laAudiencia Nacional.
Sobre Ruz han optado, a sabiendas que tiene fecha de
caducidad, en favorecer que el sumario avance lo más lentamente posible. Han
recurrido todo lo recurrible, especialmente en todo lo relacionado con la
conexión entre las
cuentas de Bárcenas y su más que presunta financiación irregular. En
esta misma línea obstruccionista se explica su posición y la de sus
terminales con toga de frustrar el intento del juez Gómez Bermúdez de
instruir la querella
de IU . La casa por la ventana. Nunca antes, en tan escaso
tiempo y con una Semana Santa de por medio, han sido sincronizados tantos
poderes del Estado y mediáticos para impedir que se produjera algo no previsto
en la estrategia diseñada por el Partido Popular.
Y sin embargo, en Génova 13 son conscientes que la
partida aún no está ganada. La reciente
decisión de Ruz de no admitirles como acusación popular en la pieza separada, es
decir, la doble contabilidad del PP que se deduce de los papeles de Bárcenas y
probablemente, expulsarles de la causa principal, les obliga afinar sus
próximos pasos.
Su desconcierto sobre la labor de Ruz resulta
evidente. Saben que no es Garzón ni es Bermúdez pero
tampoco, para su tranquilidad, es Enrique López, su
prototipo de juez cercano y sensible a sus planteamientos.
Por otro lado, al igual que el resto de las partes, poco saben de este
discreto juez, nacido en Madrid en 1975 y formado en los jesuitas. Apenas lleva
15 años ejerciendo en 3 juzgados de la Comunidad de Madrid ( los nº 3 y 4 de
Navalcarnero y nº 5 de Collado Villalba ). En abril del 2008 sustituyó temporalmente
a Juan del Olmo (instructor del sumario del 11-M) y, entre
otras decisiones, ordenó el ingreso en prisión eludible bajo fianza de tres
millones de euros del ex asesor urbanístico del Ayuntamiento de Marbella, Juan
Antonio Roca. Para mayor desasosiego de los genoveses, Ruz pertenece a la
plataforma “Otro Derecho Penal es Posible”, integrada por juristas de
talante progresista como Manuela Carmena (Magistrada en la
Audiencia Provincial de Madrid) o Antonio Del Moral (Fiscal
del Tribunal Supremo). Por definición, son de los que sospechan que para sus
intereses estas amistades no pueden traerles nada bueno.
Por otro lado, son conscientes en el aparato genovés que para perder
de vista al juez Ruz tienen que lidiar y sortear resoluciones recientes
aprobadas por el Congreso de los Diputados a propuesta de Izquierda Plural al
hilo de la Memoria del CGPJ para que se mantengan en su puesto
aquellos jueces que en la actualidad instruyen casos de “gran
complejidad y trascendencia pública”, aunque tuvieran que cesar por
las razones orgánicamente fijadas. También en este apartado su doble discurso
les sirve para un roto como para un descosido. Votan a favor añadiendo una
coletilla a sabiendas que esta resolución es de obligado incumplimiento ya que
no puede ir contra un acuerdo firme del CGPJ que ha decidido hace meses
nombrar al juez Carmona.
En definitiva, el caso Gürtel en los términos
que está siendo instruido por el JCI5 tiene fecha de caducidad y una vez más,
el factor tiempo vuelve a ser determinante para que un nuevo juez se
asome y pierda el vértigo ante los 200 mil folios que componen el sumario. Lo
saben en Génova y no han hecho ni harán nada por evitarlo.