Este escrito es de agosto de este año, y cobra actualidad cada día que pasa:
¿Fin del
bipartidismo? Sobre UPyD y Ciutadans
Y esto es algo que, la verdad,
me preocupa. Si el polipartidismo significara una pluralidad honesta y un
avance hacia la regeneración de nuestra muy maltrecha democracia, la noticia me
haría alegrarme infinitamente, pero mantengo muy serias reservas. No pretendo,
en absoluto, caer en una pesimista y desmesurada desconfianza, pero existen
claras evidencias de que, como decía Cervantes, nada es lo parece en esta
“merienda de negros” que es nuestro panorama político, al menos en primera
instancia; y, al respecto, considero que la lucidez y la prudencia se nos hacen
imprescindibles a la hora de valorar si determinadas formaciones políticas son
o no verdaderos “lobos” disfrazados de corderos.
En los últimos días me han
llegado, en mi ámbito personal, varios comentarios a favor del líder de
Ciutadans, encumbrándole como la alternativa política que mejoraría la
situación española y haría que superáramos el bipartidismo. Percibo cierto
fervor en ciertos
sectores de la sociedad hacia este líder político que, aun teniendo, sin duda, dotes de convicción y el carisma del que carecen otros muchos, emite mensajes simplistas y oportunistas que, me parece, no son producto de ninguna convicción personal, sino de su capacidad de llegar al gran público diciendo lo que la gente quiere escuchar.
sectores de la sociedad hacia este líder político que, aun teniendo, sin duda, dotes de convicción y el carisma del que carecen otros muchos, emite mensajes simplistas y oportunistas que, me parece, no son producto de ninguna convicción personal, sino de su capacidad de llegar al gran público diciendo lo que la gente quiere escuchar.
Los españoles estamos ya, a
estas alturas, más que escaldados de estas tácticas políticas de manipulación
por las que se nos dice lo contrario de lo que, a la hora de la verdad, hacen.
Y caer en esa trampa nos está saliendo muy caro, tanto como lo que estamos
viviendo con el gobierno actual, que antes de ganar las Elecciones prometía,
con mensajes vilmente engañosos, el oro y el moro; pero en cuanto las ganó se
convirtió, por el contrario, en el gobierno de desolación que está acabando con
todo lo que se mueve, y asolando el país hasta límites que nunca antes
hubiéramos imaginado, haciendo suya la frase de D,Alembert, “La guerra es el
arte de matar hombres. La política es el arte de engañarlos”.
Dudemos de todas las cosas en
que encontremos la menor sospecha de incertidumbre, decía René Descartes, el
padre de la filosofía moderna. Y en esos partidos políticos, satélites, por la
evidencia, de la derecha (“extrema”), nos encontramos con mucho más que con
meras sospechas. En las cuentas de Bárcenas aparecen, supuestamente,
anotaciones que atestiguan pagos del PP al partido de Rosa Díez. No es, por
tanto, de extrañar que las actuaciones de este partido en el Parlamento vayan
siempre a la zaga de las del partido del gobierno y en contra de los intereses
ciudadanos.
El líder de Ciutadans estuvo
afiliado al PP hasta diez meses antes de fundar Ciutadans en 2006. Este partido
se ha opuesto a la Ley de matrimonio homosexual, se ha presentado a las
Elecciones europeas en coalición con Libertas, agrupación de corte ideológico
de extrema derecha; hace del rechazo al nacionalismo su principal caballo de
batalla, junto a su crítica enconada del sistema de representación partidista
actual, pero sin cuestionarse los orígenes del mismo. Es decir, aunque no se
autodefine ideológicamente, se adivina un importante parecido de Ciutadans con
otros partidos de la nueva extrema derecha europea, como el Frente Popular de
Le Pen. No es de extrañar que, en este panorama, se vayan generalizando las
muestras de radicalismo y fascismo a lo largo y ancho de nuestras fronteras,
como la reciente apología de Hitler en la plaza de toros de Pinto.
Así las cosas, nos encontramos
con un panorama político desalentador, en el que están proliferando formaciones
que, aun vendiéndose como centristas, se alinean en posiciones ideológicas
reaccionarias y totalitarias, embaucando con un falso discurso a un sector de
la ciudadanía desinformado, acrítico, pero hastiado de una clase política
convertida en el verdadero problema y más acuciante peligro para los españoles.
Que la impotencia, la
desinformación y la desesperanza no nos lleven a elegir opciones políticas que,
al contrario de ofrecer opciones alternativas al bipartidismo, nos lleven a un
monopartidismo solapado que acabe con la diversidad democrática. Algunos se
alzan con el triunfo dispersando y disgregando al enemigo, y creando
alternativas falsas a su servicio. Ojo avizor a las verdaderas izquierdas que,
en esta tesitura, están obligadas a unirse y crear un bloque opositor coherente,
seguro y contundente frente al radicalismo fascista que, como vemos, se
presenta engañosamente y con múltiples caras. Y es que la sombra del franquismo
sigue siendo muy alargada.
Coral Bravo es Doctora
en Filología
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