Una nueva agenda política para Europa
El auge del populismo debe combatirse con propuestas realistas que vayan más allá de la austeridad
De nuevo el elefante está en la habitación y nadie lo quiere ver. Europa ha comenzado el nuevo año discutiendo la posibilidad de que Grecia abandone el euro. Mientras que los analistas tienden a centrarse en si esto ayudaría a Grecia o en el riesgo de contagio a otros países de la eurozona, pocos están hablando de lo que realmente importa, es decir, de cómo podemos resolver la crisis del euro de una vez por todas. Porque no se trata solamente de una crisis griega, sino que lo es de todos aquellos países en donde el crecimiento continúa estancado, crece la desigualdad y se desvanece la esperanza.
Mientras los ciudadanos europeos son cada vez más pesimistas sobre las perspectivas económicas, una mayoría muy significativa piensa que Europa podría contribuir a construir un futuro mejor —si cambia de rumbo, por supuesto—. Cuando se pregunta a los ciudadanos sobre sus preferencias políticas, el 75% de los encuestados en un reciente eurobarómetro contestaron que estaban a favor de una política energética común, el 60% consideran que la inversión debe de ser estimulada a nivel de la UE, y más del 50% están a favor de las políticas de la UE para impulsar la industria.
El auge del populismo en Europa no se solucionará con amenazas de salida de nuestro proyecto común, sino con propuestas realistas e innovadoras que vayan más allá de la austeridad. En este momento es fundamental superar la confrontación entre deudores y acreedores que desdibujan los valores y nuestros intereses comunes. Los socialdemócratas europeos creemos que es posible una política alternativa entre la austeridad impuesta por la derecha de forma unilateral y el impago de la deuda promovido por Syriza: una alternativa basada en la unidad y la solidaridad.
Una Europa más unida implica profundizar en la integración y en fortalecer nuestro marco institucional. En este sentido, proponemos la mutualización de la deuda mediante la emisión de eurobonos, un papel más activo del Mecanismo Europeo de Estabilidad para aliviar los pagos de la deuda de Grecia en el corto plazo, y dotarse de mecanismos adecuados para que el BCE pueda combatir la deflación y el desempleo a través de una política monetaria más agresiva. Parece evidente que, únicamente a base de austeridad, la carga de la deuda de Grecia —como la de otros países— se agravará en lugar de arreglarse. Por tanto, la Comisión Europea debe implementar de inmediato el Plan Juncker de inversiones y además complementarlo con un plan de reindustrialización del mismo alcance.
El nuevo Gobierno griego debería acelerar las reformas que su país necesita para lograr un mayor crecimiento
Además, la Unión Económica y Monetaria debe completarse. Ahora que se ha puesto en marcha la unión bancaria, es el momento adecuado para crear un Fondo de Amortización de la Deuda, que, como fue propuesto por el Parlamento Europeo, emitiría eurobonos para mutualizar la deuda pública por encima del 60% del PIB. Por otra parte, la culminación de la Unión Económica y Monetaria requiere el establecimiento de un nuevo presupuesto para la eurozona, gestionado por el Tesoro Europeo. El presupuesto sería financiado inicialmente con recursos propios percibidos por los Estados miembros, así como de impuestos específicos de la zona euro (como el impuesto sobre las transacciones financieras internacionales o una parte del impuesto armonizado de sociedades). La gestión de estas nuevas instituciones requerirá nuevos mecanismos de control y rendición de cuentas para asegurar la gobernanza democrática de la eurozona.
Tal como se propone en el Manifiesto por una unión política del euro, debemos plantearnos un nuevo Tratado para establecer una Cámara de la eurozona, compuesta por parlamentarios nacionales en base a la población de cada país, es decir, siguiendo el principio de un hombre, un voto. Un ministro de Finanzas de la eurozona y, con el tiempo, un Gobierno europeo deberían rendir cuentas ante esta Cámara de la eurozona. Aquí es donde se establecerían los compromisos sobre un nivel de déficit común y sobre un impuesto de sociedades armonizado. Este sistema de Gobierno democrático habría conducido a menos austeridad y más crecimiento durante estos años. Ha llegado el momento de considerarlo seriamente.
Por su parte, el nuevo Gobierno griego debería acelerar las reformas que su país necesita para lograr un mayor crecimiento y hacer éste más inclusivo. En particular, se necesitan mayores esfuerzos para reformar la Administración pública y el sistema fiscal mediante el establecimiento de una fiscalidad realmente progresiva y eficiente.
En última instancia, la resolución definitiva de la crisis económica y política que atravesamos en Europa debe basarse en un renovado sentido de solidaridad entre los países y entre los ciudadanos. Esta solidaridad dio a luz al proyecto europeo, y hoy en día puede ayudar a contrarrestar corrientes nacionalistas y xenófobas, así como sentar las bases para un nuevo periodo de crecimiento y prosperidad. Si la recuperación solo llega a los más beneficiados y la desigualdad sigue creciendo, el apoyo para el proyecto europeo puede evaporarse rápidamente, sobre todo en los países de la eurozona.
Un enfoque más gradual en la consolidación de las finanzas públicas, que sea compatible con el crecimiento de la demanda agregada, y priorizando las iniciativas de reindustrialización en las regiones con niveles de desempleo más alto, puede ayudar a evitar que se diluyan los principios sobre los que se construye el proyecto europeo.
Vivimos tiempos emocionantes. Los ciudadanos de Europa esperan que estemos a la altura del desafío. Ha llegado el momento de avanzar hacia una unión política plena en la eurozona. Vamos a trabajar juntos para empujar hacia adelante.
Pedro Sánchez es secretario general del PSOE.
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