sábado, 7 de marzo de 2015

DE PODEMOS A PODRÍAMOS A NO TE LO CREES NI BORRACHO (JESÚS CASCÓN)

La demagogia del huevo
Mientras Tsipras arremete contra España y Podemos se esfuerza en defender una quimera, los españoles comienzan a pensar que las gallinas de otro color son imposibles. Grecia debe dinero, y se lo prestamos nosotros. Fin de la cita

Alexis Tsipras prometió a los griegos crear gallinas de color verde, para que los huevos sean del mismo color. Creó expectativas, ilusionó al personal, ávido de romper con el pasado y de salir de una crisis agobiante y desesperada. Contó con aliados del mismo pensamiento, esos que quieren quebrar el actual estado de cosas para dar paso a una sociedad más igualitaria, libre de desaprensivos y aprovechados, dando a los humildes la oportunidad de prosperar, de comprar gallinas verdes.

Alexis Tsipras es como Pablo Iglesias: vende a los votantes la idea de una soberanía sin ataduras, liberada de presiones externas o de decisiones fuera de su propio país. Pretende hacer creer que su forma de ver las cosas no tiene límites y que se puede hacer sin obstáculos. Pero tiene dos, que más que obstáculos son socavones: Grecia debe mucho dinero y no puede crear gallinas verdes. Así de sencillo. Una vez ha accedido al poder y comprobado que nadie le va a dejar eliminar la deuda helena por puro placer, y que tampoco le van a permitir hacer gallinas verdes (simplemente porque es imposible), Tsipras saca el huevo a pasear y arremete contra los que ya considera enemigos. Es curioso que el nuevo presidente de Grecia piense que los presidentes de dos países como Portugal y España sean sus enemigos. Alguien que te quiere hacer daño no te presta 26.000 millones, aunque hay quien piensa que puede ser tu enemigo aquél que te presta dinero y luego te lo exige con intereses y en pronto pago. Puede ser, pero lo irrefutable de esta ecuación es que Grecia es deudora, tiene que devolver lo que se embolsó y un nuevo presidente no está legitimado para romper con lo acordado por el inquilino anterior, fundamentalmente porque atenta contra los intereses generales de la sociedad en la que está integrado, que se llama Unión Europea.

Rajoy, tan tibio en sus declaraciones como siempre, ha preferido guardar silencio y quejarse también en silencio ante sus socios europeos tras el furibundo ataque de Tsipras, cuando dijo que España intenta derribar el gobierno heleno. Ya lo advierte Samaras, el derrotado en las urnas: Tsipras inventa enemigos para justificar sus mentiras, aunque en todo este asunto, evidentemente, asoma la sombra de Podemos, el sosías de Tsipras en España, verdadero objetivo del gobierno español. Permitir a Grecia enjuagar su deuda con la fórmula de los recién elegidos es casi un suicidio colectivo. Crearía un precedente peligroso que permitiría a cualquier deudor reclamar la condonación de sus pagos pendientes. Cada español prestó a cada griego 604 euros, y ahora es lógico pensar que cada español quiera que se los devuelvan, pero no cuanto antes, sino de una manera lógica y eficiente.

Los defensores de las gallinas verdes, estos nuevos salvadores y mesías (presentes en Grecia, pero también en Venezuela) están dispuestos a todo para hacerse con los gobiernos, imponer sus regímenes y utilizar la demagogia para justificar sus fracasos. Con esta desquiciada alocución, Tsipras no sólo intenta reivindicarse ante sus filas, como víctima de supuestas conspiraciones, sino que trata de entrar en la campaña electoral española, donde sus amigos de Podemos comienzan a caer en las encuestas. Y es que, además de la imposibilidad de crear huevos verdes, la sociedad española empieza a pensar que no les van a dejar tener gallinas verdes, porque no se puede. De Podemos pasarán a Podríamos. Y al final, a no te lo crees ni harto de vino. Al tiempo.

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