La herencia de la banda de presuntos ladrones.
Cuando
Mariano Sobresueldos Rajoy llegó a La Moncloa
a lomos de once millones de votos que, en realidad, estafó, pues no pensaba
cumplir nada de lo que había prometido, invocó en tono trágico "la
herencia de Zapatero" para excusar sus mentiras, sus engaños, sus
desaguisados, estropicios y destrozos.
El
país lleva casi cuatro años gobernado por una presunta asociación de
malhechores que ha descubierto el chollo de organizarse para robar, pero decir
que es un partido político. De este modo, los supuestos delincuentes no
solo no tienen que temer a la policía sino que pueden valerse de ella para
cometer sus fechorías y eso es lo que están haciendo y por eso han puesto el
ministerio del Interior en manos de dos elementos con tendencias psicopáticas,
Fernández Díaz y Cosidó, cuya sola obsesión es que los supuesto trincones
-especialmente los curas- puedan seguir forrándose, mientras persiguen a los
ciudadanos que denuncian y protestan por el expolio a que España ha sido
sometida.
En
estos cuatro años, y con el cuento de reponer caudales en unas arcas que
han vaciado por entero a base de una serie de estafas a la que llaman
"crisis", han subido los impuestos, especialmente los que gravan a
los más pobres, han dejado sin servicios sociales a la población, han
privatizado cuantos servicios públicos han podido para quedárselos ellos mismos
o entregarlos a los deudos y allegados, han mermado la financiación de esos
servicios (por ejemplo, la educación) para despilfarrar recursos públicos a
favor de los privados, también de ellos o de los curas que son tan ellos como
ellos mismos. Igualmente han privado de subvenciones a los desempleados,
reducido a una miseria los salarios medios, eliminado la protección del
trabajo, empujado a los jóvenes a marchar al extranjero, sisado el dinero de
los pensionistas a base de reducir las pensiones y saquear el fondo de reserva,
arrebatado a los inmigrantes la atención sanitaria, han empobrecido,
desahuciado, empujado al suicidio a muchos privados de vivienda, han condenado
a la desnutrición a una cuarta parte de los niños del país y, cuando han
podido, han metido la mano en la caja y se han llevado la pasta cruda. Toda.
A
eso lo llaman crisis.
Este
enorme expolio se ha cometido a la vista de todo el mundo. Saquearon a
conciencia la 3ª entidad financiera del país, Cajamadrid, en la que una
pandilla de presuntos chorizos, estilo Blesa o Rato, se pegó el vidorro, dando
rienda suelta a sus gustos de macarras cursis a costa del prójimo. Y los demás
lugares públicos o parapúblicos, Comunidades autónomas, ayuntamientos, empresas
públicas, asimiladas, planes y proyectos siguieron similar suerte: donde
había un euro público, llegarían los pájaros peperos con una trampa, un
ardid o con el simple morro, y se lo llevarían.
Así,
veinte años. Veinte años de robo a mansalva. Veinte años de sobresueldos,
comisiones, mordidas, desfalcos, adjudicaciones fraudulentas. Veinte años de
ladrones. Veinte años de Borbones, Aznares, Rajoys, Blesas, Aguirres, Ratos,
Urdangarines, Camps, Fabras, Matas, Baltares, Granados, Gonzáleces, Arenas,
Cospedales y demás tropa de presuntos mangantes. Y, claro, el país está
quebrado. La deuda nacional supera el 100% del PIB, más de un billón de euros
que, como los griegos, tampoco podremos pagar. Solo las administraciones
públicas que esta banda tiene que desalojar por haber perdido las
elecciones arrastran una deuda de 77.000 millones de euros. Las demás
magnitudes son iguales y la que más importa, el paro, es superior a la que dejó
Zapatero y la segunda de Europa, después de Grecia.
Tal es
la herencia real de la banda de presuntos forajidos, a las órdenes de
ese bochorno del género humano, Mariano sobresueldos Rajoy,
un hombre que ha roto todas sus promesas, que está bajo sospecha de
ilegalidad , que no sabe hablar, que desconoce el abc de la
democracia, que se niega a dar explicaciones, que ignora el Parlamento y
desprecia a la oposición la cual, a su vez, lo trata con inmerecido guante de
terciopelo, alimentando así las sospechas de complicidad con la granujería del
gobierno de España.
Pero
el desastre no acaba en el saqueo a que la banda de supuestos malhechores ha
sometido al país. Tampoco ha dejado títere con cabeza en otros órdenes del
gobierno. Tras haber destruido la educación pública en todos sus niveles,
hundido la investigación, privilegiado a la Iglesia católica, consolidado la
bestialidad taurina, ahogado la cultura y permitido la censura en la red, el
ex-ministro de Educación, un tipo arrogante, prepotente e ignaro, se prepara un
retiro dorado en París con su ligue de turno, los dos a cuenta del erario. El
ministro del interior, un alucinado supersticioso que condecora trozos de
mandera pintarrajeada a los que adora, hace promulgar una ley de represión,
hostigamiento, persecución e inseguridad juridica de los ciudadanos a la que
llama "ley de seguridad ciudadana". El ministro de Industria, un
fabuloso incapaz que ignora por dónde pasa el meridiano de Greenwich,
multiplica los beneficios abusivos del oligopolio eléctrico al tiempo que
persigue las energías renovables y el autoconsumo ciudadano. La exministra de
Sanidad, una analfabeta que arrebató el derecho a la salud a decenas de miles
de personas, sigue chupando del bote como cargo, es decir, carga pública.
Y
así es todo. Como colofón de la herencia, esta banda de inútiles, farsantes y
mangantes que, al llegar al poder recibió en herencia un país maltrecho y,
aunque incómodo, relativamente unido, se va dejándolo al borde de la escisión,
gracias a su estupidez y su evidente incapacidad de entender cualquier
complejidad superior a la suma de dos más dos. El ejemplo vivo, el propio sobresueldosRajoy para quien la movilización de millón y medio de
catalanes pidiendo la independencia en la Diada de 2012 era una algarabía. ¿Cómo puede un país sobrevivir al gobierno de tamaño
imbécil?
Esta
es la verdadera herencia de Mariano Sobresueldos Rajoy
y la presunta banda de ladrones. Y, sobre esa herencia, viene Aznar a verter la
hiel de sus habituales consideraciones ácidas, encizañadoras y, en buena
medida, falsas, acomodadas a sus intereses. Sostiene el héroe de las Azores en
su comic preferido, el ABC, y con el fin de meter el
dedo en el ojo de Rajoy, que los peligros de España hoy son el populismo, el secesionismo y la crisis del sistema de partidos.
Como siempre, puro delirio: si hay alguien populista en España es su partido
que, además, se llama partido popular; el secesionismo lo ha alimentado su
ungido, Mariano Sobresueldos Rajoy, cuya capacidad
mental es similar a sus dotes oratorias; la crisis del sistema de partidos
viene movida porque el suyo es un foco de corrupción, un nido de ladrones y
sinvergüenzas, de chorizos presuntos, ya condenados o a punto de condenar, una
asociación, según presumen los jueces, con ánimo de delinquir, de la que él fue
presidente, sigue siendo presidente de honor; él, quien nombró a Mariano Sobresueldos Rajoy y Blesa, el supuesto ladrón responsable directo
del desaguisado del que él es responsable indirecto.
Sí;
esta es la herencia de la banda de presuntos ladrones.
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