Siempre
hay tiempo si hay voluntad
Estamos convencidos de que, en el marco de una reforma constitucional de
corte federal, podremos delimitar las competencias del Estado, de Cataluña y
del resto de Comunidades. Lo manifestamos en los acuerdos de Granada de julio
de 2013
NICOLÁS AZNÁREZ
Unos, los inmovilistas, nunca ven el momento para dialogar con los
separatistas. Los otros, los separatistas, creen que ya es demasiado tarde para
hablar con nadie. Sin embargo, es imposible resolver los conflictos sin
diálogo. Y como la única victoria política concebible es la que resuelve los
problemas, solo podemos concluir que unos y otros han renunciado a la victoria.
Se conforman con el sucedáneo de la victoria que consiste en ver derrotados a
los contrarios, aunque los vencidos sean la mitad de sus conciudadanos, aunque
esa victoria la tengan que celebrar sobre una sociedad dividida de una forma
que desconocemos en democracia. Aunque la tengan que celebrar sobre una
sociedad rota. Ese es un horizonte inaceptable del que debemos alejarnos todo
lo que podamos y cuanto antes, por eso estoy convencido de que hay tiempo para
el diálogo y el acuerdo, entre otras cosas, porque no hay ninguna alternativa
realista al diálogo y al acuerdo.
Los socialistas no concebimos a Cataluña fuera de España. Entre otras cosas
porque sin Cataluña, España ya no sería España. Los pueblos que conformamos la
España de hoy hemos hecho tantos siglos de historia juntos que nos hemos
fundido en una indudable identidad común. De tal modo que la falta de
cualquiera de ellos afectaría a la identidad de todos los demás, dejándolos
incompletos. Y el caso de Cataluña es, en este sentido, un caso singularmente
importante. Porque la identidad de España está fuertemente marcada por los
rasgos que aporta Cataluña al conjunto, por la singularidad de la lengua, de la
cultura y de la historia catalanas. España es un país diferente de manera muy
especial gracias a Cataluña. Nuestra pluralidad es nuestra mayor riqueza en un
mundo que valora, cada vez más, la diversidad.
No se puede entender a España sin Cataluña, como no se puede entender a
Cataluña sin España. Desconocer el sentimiento de identidad compartida catalana
y española que tienen la gran mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de
Cataluña es no comprender a la Cataluña real que convive cada día y que vive su
diversidad como una riqueza irrenunciable. No me cabe la menor duda de que hay
algunas personas que, en un extremo y otro, sienten un rechazo a esa identidad
plural y compartida que nos ha legado la historia, pero esas personas son,
objetivamente, una minoría. Sin duda unas minorías que merecen respeto y que
tienen derecho a ser escuchadas, pero no a violentar de una forma abrupta e
intolerante el sentir de la inmensa mayoría. Y no tienen derecho a imponernos
la idea de que no tenemos tiempo ni nada de qué hablar.
Los socialistas españoles venimos diciendo, desde hace años, que deberíamos
reformar la Constitución. No es un capricho ni es una pirueta política. Es una
propuesta que nace de la comprensión de que algunos elementos clave de la
organización de nuestra convivencia dan muestras de fatiga y de falta de
adaptación a nuevas realidades, nuevos sentimientos, nuevas aspiraciones. Y
uno de esos elementos, sin duda, se llama Cataluña.
Sabemos que esa reforma ni podemos ni queremos hacerla solos; sabemos que
requiere tiempo, generosidad, consenso; sabemos que debe permitir que todos nos
sintamos cómodos; y sabemos que debe abordar, a la vez, la mejora de la calidad
de nuestro sistema democrático, la mejor garantía de los derechos y libertades
y el perfeccionamiento federal de nuestro Estado autonómico.
Algunos elementos clave de la organización de nuestra convivencia dan
muestras de fatiga
Desde el PSOE, estamos en las mejores condiciones para mirar a nuestra
izquierda y nuestra derecha e invitar a todos a intentarlo. No vamos a
detenernos porque el nacionalismo más radical en Cataluña haya decidido que las
aspiraciones catalanas no eran ya compatibles con un proyecto de España común,
plural y diverso y que su proyecto de futuro pasaba por la ruptura. Ni vamos a
detenernos porque el nacionalismo recentralizador y escasamente sensible al
carácter plural de España representado por el Partido Popular se haya
convertido en el mejor aliado y la mejor coartada al planteamiento secesionista
de Artur Mas y Oriol Junqueras.
Estamos convencidos de que, en el marco de una reforma constitucional de
corte federal, podremos delimitar las competencias del Estado, de Cataluña y
del resto de Comunidades, reconocer las singularidades, constitucionalizar los
principios que configuren la financiación autonómica para garantizar su
suficiencia, su carácter equitativo y la solidaridad interterritorial, disponer
de un Senado federal que permita la participación efectiva de las Comunidades
Autónomas en el gobierno del conjunto. Así lo manifestamos todos los
socialistas de España en los acuerdos de Granada de julio de 2013.
Cuando la sociedad todavía sufre la dureza de los efectos de una crisis
económica que ha devastado el trabajo, el bienestar y las esperanzas de tantas
personas, los socialistas no olvidamos que la tarea de los gobiernos es
procurar resolver los problemas vitales de sus ciudadanos. Por eso en nuestros
objetivos como socialistas, además de mantener la cohesión territorial, resulta
fundamental garantizar la cohesión social. Proteger el Estado de bienestar que
Rajoy y Mas tratan reducir a su mínima expresión usando la crisis como excusa
para imponer su ideología común, que es la ideología neoliberal de la
supremacía del mercado.
Artur Mas se presenta emboscado en una lista, envuelto en la estelada, y
engañando a su pueblo.
Hoy Artur Mas se presenta emboscado en una lista, envuelto en la estelada,
y engañando a su pueblo sobre las consecuencias de sus propuestas, para así evitar
dar cuentas de lo que ha hecho y no ha hecho durante todos los años que ha
estado en el Gobierno de Cataluña. Sin embargo, sus propuestas, lejos de
resolver los problemas de la vida de la gente, los agravarán. Artur Mas y
quienes le acompañan en su aventura secesionista deberían tener el coraje de
explicar a la sociedad catalana cómo, por ejemplo, la salida de Cataluña de la
Unión Europea marcará el destino de toda una generación de jóvenes a los que,
lejos de facilitarles la vida en un mundo globalizado, les aboca a un proyecto
de un mundo pasado y limitado por nuevas fronteras.
Ni Rajoy es España, ni Mas es Cataluña; son solo dos gobernantes
temporales. Sus intereses y sus ambiciones no merecen el sacrificio de la
convivencia de millones de personas. Si ellos no han sabido representar el
entendimiento y la convivencia en nuestra sociedad, es de ellos de los que
debemos prescindir, y no de la convivencia ni de la diversidad y pluralidad que
nos enriquece como sociedad. Y para sacarles democráticamente del gobierno
estamos a tiempo, muy a tiempo.
Pedro Sánchez es secretario general del PSOE.
NICOLÁS AZNÁREZ
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