viernes, 20 de septiembre de 2013

UNA LECCIÓN DE HISTORIA, ESPAÑA EN 1854 (por Cesar M. Ballesteros)





                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        Ha llegado a mis manos este escrito del blog de Cesar M. Ballesteros que me parece muy útil para enviar a Gonzalez Pons entre otros y que le dé un vistazo a nuestra historia mas reciente. Lo cuelgo tal cual lo ha colgado el autor. En junio de 2012. Y dice asi:

Abre este artículo un interesante mapa de España de 1854. En él su autor dividió el país en cuatro partes o, mejor dicho, en cuatro Españas  distintas según su estatus jurídico.

En 1854 España ya estaba dividida en las provincias de hoy en día, división realizada por Javier de Burgos en 1833. Salvo la excepción de Canarias (que se dividió en dos provincias en el S. XX), no ha habido más cambios en el mapa provincial en más de 150 años. Sí lo ha habido en las entidades superiores a las provincias pero inferiores al Estado, es decir, las regiones. En este mapa las cuatro Españas podrían ser regiones por sus similitudes jurídicas. ¿Ha cambiado mucho el panorama desde 1854? Veamos.

La España más grande y poblada del mapa es, con diferencia, la denominada España Uniforme o Puramente Constitucional. Sólo el nombre indica varias cosas: uniformidad entre esas provincias sin ninguna que se salga del tiesto. Además el mapa incluye una breve explicación: “comprende estas treinta y cuatro provincias de las Coronas de Castilla y León iguales en todos los ramos económicos, judiciales, militares y civiles”. En resumen, es la España castellana, el núcleo del poder del Reino con capital en Madrid. Incluye las actuales Galicia, Asturias, Cantabria, La Rioja, Castilla y León, Madrid, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía, Murcia y Canarias. En esa época (y hasta hace bien poco) la división en regiones era diferente: Galicia, Asturias, León (región histórica que algunos en León quieren resucitar), Castilla la Vieja (incluyendo Cantabria y La Rioja), Castilla la Nueva (incluyendo Madrid), Extremadura, Andalucía, Murcia (formada además por Albacete) y Canarias, que ya entonces formaba parte del Reino sin ser considerada una colonia.

La segunda España más grande e importante es la España Incorporada o Asimilada. Lo deja claro el nombre y también la descripción: “Comprende las once provincias de la Corona de Aragón todavía diferentes en el modo de contribuir y en algunos puntos del Derecho privado”. Todavía diferentes, es decir, no tardarían en ser uniformes como las de Castilla. Los fueros de Aragón ya habían sido suprimidos tras la Guerra de Sucesión que puso en el poder a los Borbones y su modelo centralizador en España. Sin embargo, esta España “diferente” no tardaría en demostrar su gran importancia. En 1854 ya había comenzado la industrialización, que en España estaría focalizada principalmente en Cataluña y el País Vasco y no llegaría hasta bien entrado el S. XX a Castilla.

Al norte, tenemos la gran excepción de España, aún hoy, laEspaña foral. De pequeña superficie y población pero con un nivel de vida y riqueza helvético (aunque también está notando la crisis que azota al país sin piedad) y sobre todo el fuero especial que aún hoy mantiene, igual que en 1854. Como dice la descripción del mapa: “comprende estas cuatro provincias forales que conservan un régimen especial diferente del de las demás”. De nuevo queda muy claro, y además estas cuatro provincias mantendrían sus fueros a pesar de haber apoyado al candidato carlista en las llamadas guerras carlistas que habían comenzado en 1833, a la muerte de Fernando VII. Navarra y Álava los mantendrían incluso con el Franquismo tras haber apoyado el golpe de Estado de 1936.
Por último, el mapa incluye una cuarta España de la que ya sólo nos quedan las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, laEspaña colonial. Incluía, como dice la nota del mapa, las posesiones de África (Ceuta, Melilla y Guinea Española en 1854. Más tarde se incorporarían el norte y sur de Marruecos y todo el Sáhara Occidental), las de América (Cuba, Puerto Rico (hasta 1898) y, brevemente, Dominica) y las de Oceanía (Filipinas, aunque dichas islas se sitúan geográficamente en Asia, estando en Oceanía otras islas también colonias españolas por entonces como Guam, las Carolinas y las Marianas).  Todas ellas “regidas por leyes especiales bajo la autoridad omnímoda de los jefes militares”. Ceuta y Melilla pasaron a formar parte del Reino de manera similar a Canarias antes de la creación del Protectorado de Marruecos en 1912.

 División de España en regiones hasta la creación de las Comunidades Autónomas actuales.

A día de hoy ha habido cambios muy importantes en la organización política de España. Tras una larga dictadura centralista, la democracia permitió la descentralización forma de autonomías pero ello no ha hecho que España pierda uniformidad o la gane en cierto modo. Vayamos por cada una de las Españas del mapa. La España foral permanece de forma parecida aunque ahora plenamente integrada en el Estado, al igual que las demás. Eso sí, tanto Navarra como el País Vasco disfrutan del privilegio de la excepción fiscal, el famoso concierto económico, que las diferencia al resto de regiones del país. Un privilegio de siglos atrás que todavía perdura en el Estatuto de autonomía vasco y en el Amejoramiento del Fuero de Navarra.

La España colonial ha desaparecido. Primero con la pérdida de las pocas posesiones americanas que aún controlaba España en 1898 y más tarde con el proceso descolonizador tras la II Guerra Mundial. Ceuta, Melilla, Canarias y las Plazas de soberanía menores del norte de África están plenamente integradas en el Estado aunque con diferentes estatus: Canarias es una comunidad autónoma más con rango de región ultraperiférica de la Unión Europea, Ceuta y Melilla son ciudades autónomas, es decir, un híbrido de comunidad autónoma y municipio; y las plazas de soberanía, al no tener población estable, dependen directamente del Gobierno de España.

La España incorporada o asimilada se terminó de asimilar y ahora está plenamente integrada en el Estado como las demás regiones pero con curiosos matices. Aragón y Valencia se han ido aproximando a Castilla con el paso de los años mientras que Cataluña ha hecho lo inverso: se ha ido separando y ha ido creciendo el sentimiento soberanista en una región en la que el nacionalismo está muy presente desde finales del S. XIX. Las Islas Baleares están a medio camino entre optar por un acercamiento a Cataluña o a Valencia.

Por último, el resto de España, la llamada uniforme en 1854, ha sufrido un proceso diferente al de las regiones de la antigua Corona de Aragón. La democracia y la autonomía han conllevado que Castilla pierda peso como unidad y se hayan creado sentimientos regionales bastante fuertes. Es el caso de Galicia o Andalucía, regiones con una fuerte identidad propia. Asturias y Extremadura están a medio camino entre una fuerte identidad propia y la homogeneidad española y es curioso ver la fragmentación del núcleo castellano: Cantabria y La Rioja apostaron por ir por su cuenta, León se resignó a quedarse con Castilla la vieja y en la submeseta sur lo más destacable fue que Madrid se constituyó en autonomía debido a sus características especiales que la diferenciaban tanto de Castilla y León como de Castilla-La Mancha. Características especiales en lo demográfico y económico principalmente.

2 comentarios:

  1. Un matiz. Los fueros en las provincias vascas (incluida Navarra) no son un privilegio. Son un derecho histórico sustentado por sus habitantes. Gracias.

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  2. Un matiz. Los fueros en las provincias vascas (incluida Navarra) no son un privilegio. Son un derecho histórico sustentado por sus habitantes. Gracias.

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