La conjura de Podemos contra Felipe González
Los podemitas no
perdonan a Felipe González que haya intentado ejercer la defensa del preso
venezolano Leopoldo López, miembro de la Internacional Socialista, a quien se
condenó con el 100% de las pruebas inventadas.
Pocas personas
pueden conocer mejor la personalidad de un presidente del Gobierno como el
Fiscal General del Estado. Mi conocimiento de la historia contemporánea de
España, me permitió percatarme pronto, en las muchas conversaciones que mantuve
con Felipe González mientras
paseábamos por los jardines de la Moncloa, que estaba ante un gran estadista, a
la altura de Canalejas, Azaña y
Juan Negrín, que, como éstos, ha sufrido campañas de desprestigio, la
conspiración en su día confesada por Luis María Ansón, entonces director de ABC, y calumnias e
injurias. Santos Juliá,
continuador de la obra de Juan
Marichal sobre Azaña, me dijo que, en ciertos aspectos, Felipe
González, como el de su profundo conocimiento de los temas económicos, era
superior a Azaña, lo que me confirmó el prestigioso economista Fuentes Quintana, a cuyo lado me
sentaba en el Consejo de Estado, cuando me dijo que le había dado clases de
economía a todas los presidentes del Gobierno, pero que Felipe González la
aprendía a la velocidad del rayo.
En el reciente
debate de investidura, Pablo
Iglesias le espetó a Pedro
Sánchez que no hiciera caso a Felipe González, que “ tiene las
manos manchadas de cal viva”, toda una acusación de asesinato, que constituye
un delito de calumnia, solo perseguible a instancia de González, aunque es
comprensible que no lo haga. Felipe González fue acusado mediáticamente de
haber organizado a los GAL para luchar contra ETA, aunque soy testigo
excepcional de que no vaciló en promover, diez años después de los hechos, la
investigación de los secuestros de Segundo
Marey y Laza-Zabala, que se habían producido en octubre de 1983, cuando
los socialistas no hacía un año que habían accedido al poder. Dichos secuestros
fueron investigados judicialmente sin reservas, hasta el punto de que González
me apoyó que, como Fiscal General del Estado, ordenara la práctica de diligencias para evitar que prescribiera en
noviembre de 1993 la causa de Segundo Marey, a pesar de que ambos sabíamos que
iba a producir un grave daño a su Gobierno. Le planteé entonces a González que,
en justicia, debían también ser investigados los asesinatos de los más de
veinte etarras, cometidos por el Batallón Vasco Español y por los Gal, en la
etapa de los gobiernos anteriores al socialista, que no habían prescrito y que
estaban impunes. Me contestó, con una gran dignidad que le honra, que “esa era
mi responsabilidad”,- frase que siempre empleaba al hablar de mis
responsabilidades como Fiscal General del Estado, que, contrariamente a lo que
se dijo entonces por la opinión publicada, siempre respetó escrupulosamente,- pero
que él no podía apoyarme para no manchar la etapa de Gobierno de Adolfo Suárez.
Tuve que estudiar
minuciosamente las sentencias condenatorias de la Sala II del Tribunal Supremo
sobre las causas Laza-Zabala y Segundo Marey,- sobre la que el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos entendió que se vulneró el derecho de Rafael Vera a un
proceso imparcial por el juez Baltasar Garzón en la instrucción penal, y
que aún hoy debe seguir imperando para él la "presunción de
inocencia",- en las que no se apreció el más mínimo indicio contra Felipe
González.
Los podemitas no le
perdonan que haya intentado ejercer la defensa del preso venezolano Leopoldo López, miembro de la
Internacional Socialista, a quien se condenó con el 100% de las pruebas
inventadas, como ha confesado el fiscal que le acusó, Franklin Nieves, que tuvo que huir de
Venezuela. Al día siguiente de la entrevista de Felipe González en El País,
sobre los pactos postelectorales, estos inmaduros populistas pusieron desde
Venezuela contra él el ventilador del odio y la descalificación personal, que
profieren a todo el que les critica. Ha acertado González al decir que la
calumnia de Pablo Iglesias retrata a éste. Produce escalofríos pensar que estos
aventajados alumnos del caudillaje puedan acceder al Gobierno. El PSOE no puede
cometer la indignidad de sentarse a negociar con Podemos, que siempre le ha
humillado y despreciado, y menos condenar a sus militantes a la siniestra
imbecilidad de un gerifalte. “Tan caídos estamos que ni la fe nos queda”, como
dijo el poeta Luis Cernuda,
cuando mira a su patria y le invade el pesimismo.
Totalmente de acuerdo, además es bueno que se conozca el relato que nos trae. saludos
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