La foto y el texto que ilustran este post se
difundieron ayer por las redes en un intento de defender la mentira que Pablo
Iglesias dijo sobre mi posición en relación a la consulta catalana.
Son un burdo montaje: nunca he pronunciado esa frase y no estuve en el Congreso de Suresnes. La foto que se acompaña sí es mía, sólo que en ella tenía 17 años, y cuando se celebró el Congreso de Suresnes yo ya andaba por los 23… y mi flequillo había desaparecido casi por completo.
Pero vamos a lo importante: el derecho a decidir es un eufemismo del derecho de autodeterminación, por supuesto: si los catalanes optaran por el sí, la consecuencia sería la independencia de Cataluña.
Y es legítimo defenderlo, aunque no quepa en la Constitución, que establece que la soberanía es del conjunto del pueblo español. Es legítimo también argumentar su defensa en términos del ejercicio de la democracia, aunque ese razonamiento ignore que la democracia es, ante todo, un sistema de reglas compartidas entre las que está qué y quiénes pueden votar cada cosa.
Lo que no me parece tan legítimo es intentar camuflar el derecho de autodeterminación y llamarlo derecho a decidir. Y lo que no lo es, desde luego, es no discutir sobre sus consecuencias para España y para los españoles. Claro que hay que votar, por eso propongo una reforma de la Constitución, para votar juntos un nuevo proyecto de convivencia dialogado y consensuado. Y seguir viviendo juntos.
Son un burdo montaje: nunca he pronunciado esa frase y no estuve en el Congreso de Suresnes. La foto que se acompaña sí es mía, sólo que en ella tenía 17 años, y cuando se celebró el Congreso de Suresnes yo ya andaba por los 23… y mi flequillo había desaparecido casi por completo.
Pero vamos a lo importante: el derecho a decidir es un eufemismo del derecho de autodeterminación, por supuesto: si los catalanes optaran por el sí, la consecuencia sería la independencia de Cataluña.
Y es legítimo defenderlo, aunque no quepa en la Constitución, que establece que la soberanía es del conjunto del pueblo español. Es legítimo también argumentar su defensa en términos del ejercicio de la democracia, aunque ese razonamiento ignore que la democracia es, ante todo, un sistema de reglas compartidas entre las que está qué y quiénes pueden votar cada cosa.
Lo que no me parece tan legítimo es intentar camuflar el derecho de autodeterminación y llamarlo derecho a decidir. Y lo que no lo es, desde luego, es no discutir sobre sus consecuencias para España y para los españoles. Claro que hay que votar, por eso propongo una reforma de la Constitución, para votar juntos un nuevo proyecto de convivencia dialogado y consensuado. Y seguir viviendo juntos.