domingo, 16 de febrero de 2014

CUMPLEAÑOS FELIZ (UNA HISTORIA DE LADRONES UNA HISTORIA DEL PP)

El ‘caso Gürtel’, que sí es el caso PP
Cómo Correa y su equipo encontraron en el Partido Popular de la época del aznarismo el terreno abonado para la corrupción en Génova, las comunidades y los Ayuntamientos  




Mariano Rajoy junto a miembros del Comité Ejecutivo durante la rueda de prensa que ofreció en febrero de 2009 por una supuesta trama de corrupción en Madrid y Valencia. / CRISTÓBAL MANUEL

Se cumplen ahora cinco años de aquella mañana del 6 de febrero de 2009, en la que decenas de policías se desplegaron por la exclusiva urbanización gaditana de Sotogrande, por algunas calles del elegante barrio de Salamanca madrileño y por diversas poblaciones de los alrededores de la capital. El juez Baltasar Garzón había firmado las correspondientes órdenes de registro y detención y en la redada cayeron, entre otros, Francisco Correa y Pablo Crespo, los grandes jefes de una trama de corrupción que implicaba de arriba abajo al Partido Popular. Comenzaba a circular el caso Gürtel. Dicen quienes saben alemán que correa se traduce LeineGürtel sería cinturón. Solo matices. Cinco años más tarde, casi 200 imputados esperan juicio en la Audiencia Nacional y en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. La causa, gigantesca: más de 2.000 tomos.
Cuenta un juez de los que han intervenido en la instrucción del caso que lo que en una primera aproximación aparentaba ser cosa de cuatro amiguetes se ha convertido finalmente en la acusación más directa contra la transparencia en la financiación de un determinado partido político. Un segundo juez da un paso más allá, y reconoce que todas las piezas del rompecabezas encajaron en su sitio cuando vio que se enfrentaba, nítidamente, a los modos y maneras de unos individuos organizados para delinquir. Ante una banda de delincuentes.
No hay entre el caso Gürtel y el caso Bárcenas una separación nítida, porque la suciedad nunca tiene límites perfectamente definidos. El llamado caso Bárcenas es —por ahora— tan solo una pieza separada del caso Gürtel. El tesorero, aquel que señaló el pícaro Correa, está en la cárcel porque es uno de los principales imputados en Gürtel. Pero les decíamos que su propio caso ha alcanzado tal volumen de dinero y notoriedad pública que se merece otra serie. La tendrá. Porque ya el desarrollo de la Gürtel, sin el gran tesorero, tiene lo suyo.
Porque quisieron hacernos creer desde el Partido Popular que el caso Gürtel apenas si era la peripecia —mínima, por otra parte— de cuatro pícaros que se habían aprovechado de la buena fe y aún mejor nombre del partido. Llegó a decirlo, con una pomposidad digna de mejor causa, el propio Mariano Rajoy, en una comparecencia inolvidable en el discurrir de esta historia. Era el 11 de febrero de 2009 cuando el líder del PP aparecía ante la opinión pública rodeado de la plana mayor de su partido, incluidos los líderes regionales, en un acto colectivo de todos a una con el líder natural, más propio de una dictadura bananera que de una democracia consolidada. Pero daba perfecta cuenta de su enorme preocupación.
“Esto no es una trama del PP, es una trama contra el PP”, clamó en una intervención que convendría leer con calma cinco años después para compararla con los hechos —hechos, repetimos— que la justicia ha ido probando uno a uno. Y en esa presunta trama el PP incluyó a jueces, fiscales y policías, todos ellos acusados de servil sometimiento a la vesania de los malvados Rubalcaba y Zapatero. ¡Cuánta mentira aquel día! Un repaso por aquella foto no deja de tener su interés. Flanquean al líder Dolores de Cospedal y Ana Mato; detrás, Francisco Camps; a dos metros, Javier Arenas y Esperanza Aguirre; a tres, Rita Barberá, y a cuatro, Federico Trillo, a quien encargó en ese mismo acto, como todo el mundo pudo entender, que dirigiera la batalla contra ese juez osado que se había atrevido a mover las placenteras aguas de la copiosa financiación del partido: Baltasar Garzón era el objetivo, como el propio Rajoy dejó dicho con nombre y apellido. Todos estos circunspectos escoltas irán saliendo, de una forma u otra, en esta historia de corrupción y miserias. Porque a pesar de las palabras de Rajoy, el caso Gürtel sí es una trama del PP. Y lo es del partido a todos sus niveles: nacional —con la sede de Génova en el centro de la tempestad—, autonómico —Madrid y Valencia, aunque no solo— y, por supuesto, municipal: Arganda, Majadahonda, Pozuelo, Boadilla…
Gürtel  se adhiere al PP como una segunda piel. Hay más de 70 cargos populares imputados
Y es que Gürtel —su equipo, su alineación— es inseparable del PP. Se adhiere a él como una segunda piel. No habría uno sin el otro. Siameses: trama Correa-cargos del PP. Y por eso, porque sí es una historia del PP, hay más de 70 excargos del partido imputados en las distintas causas, y por eso la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), de su propio Ministerio del Interior, en su informe definitivo del 30 de diciembre de 2013, señala hasta cinco veces que el Partido Popular se ha servido durante años y años de la trama Gürtel para financiar, entre otras cosas, sus actos electorales. Allí están las facturas y allí están los proveedores. ¿Todo era una maniobra contra el inocente PP?
Es cierto que este drama tiene un punto de fuga algo ridículo. Veremos aparecer a un atildado conseguidor con aires de gánster de la Ley Seca al que le gusta que le llamen don Vito, como a Marlon Brando en El Padrino. Está también El Bigotes, personaje más bien bufo que parece escapado de una película de Pajares y Esteso. Y precisamente de ahí, de Pajares, proviene. Hay, además, alguna mamachicho. Y están el Albondiguilla, el Gafitas, el Rata, la Perla, la Barbie y hasta un tal Luis, que parece ser que era un cabrón. Habrá, también, viajes de fantasía y relojes de lujo. Muchos, muchísimos relojes de lujo. Sin olvidarnos de que Correa y su socio, El Bigotes, se gastaron 481.000 euros en un espectáculo con —atentos— Marlene Morreau, Malena Gracia y Rosanna Walls. La obra, que se estrenó en Barcelona en 2005, duró exactamente tres días. Se titulaba, hay que verlo, Las corsarias.
Pero no nos dejemos engañar, porque también hay personajes de alto copete. Por ejemplo, el todopoderoso tesorero del partido, despacho a diez metros del de Rajoy, presidentes de comunidades autónomas, consejeros autonómicos, alcaldes, mandos del partido y dirigentes de todas las autonomías en las que gobernaba el PP, con lugar destacado para el que fuera secretario de organización del propio partido en Galicia. La nómina se engorda con flamantes empresarios, algún vicepresidente de petrolera, expertos en finanzas internacionales y abundantes amigos y familiares de aquel presidente que gobernó España de 1996 a 2004 que se llamaba José María Aznar. Hay, también, amplitud geográfica: Suiza, Miami, Nueva York, Panamá o Venezuela. Pero también mencionaremos las islas Vírgenes, Singapur o la Polinesia. Ya puestos, hasta aparecerá en esta historia un papa, Benedicto XVI, lluvia divina rápidamente transformada en euros para las arcas de aquella trama. Así que cuidado con que la anécdota nos tape lo fundamental: estamos ante un asunto gigantesco, un robo a mano armada de bienes públicos de una banda formada por puros atracadores con la connivencia de estirados neoliberales que echan pestes de lo público, pero que tanto gustan de echarse sus dineros a la faltriquera, que tanta falta les hacen para engordar cuentas en Suiza, lucir coches de lujo o llegarse en viajes de novios a islas exóticas y hoteles paradisiacos.
La solemne aparición de Rajoy aquel día en la sede del PP pretendía conjurar el peligro que todo el PP vio llegar, con la firma torrencial de Garzón. El juez, la Fiscalía Anticorrupción y la UDEF llevaban trabajando un par de años y empalmaba, ya lo veremos, con otro caso anterior, el de las cuentas del BBVA-Privanza. Los mortales habíamos descubierto unos días antes que había un señor que se llamaba Francisco Correa y que parecía ser el jefe de una cuadrilla de delincuententes, tal como los pinta Hollywood; su segundo se llamaba Pablo Crespo y aparentaba un mayor empaque en la figura. Pronto se vio que tanto uno como otro no es que estuvieran relacionados con el PP, no, es que estaban encarnados en él.
Las presiones a los policías
Este pasado mes de enero, los jueces Pablo Ruz (Madrid) y José Ceres (Valencia) han tenido que urgir con dureza a la policía a que acabara los informes que les han pedido para poder acabar la instrucción. El Ministerio del Interior de Jorge Fernández Díaz y de Ignacio Cosidó se toma las cosas con calma, con excesiva calma, y ha retrasado hasta exasperar a los jueces la elaboración de esos informes, al parecer fundamentales para poder cerrar la causa. Y no han llegado hasta los magistrados porque las presiones sobre los funcionarios policiales que hacen su trabajo con rigor y honestidad no solo no han cesado, sino que se han agravado según se acercaba el final de la instrucción. En apenas 24 meses, Fernández y Cosidó han cambiado a los jefes policiales cuatro veces, a ver si así se encontraba la pieza deseada que acatara servilmente las órdenes precisas del ministro. Pero afortunadamente, los policías entienden que su labor se limita a investigar y decir la verdad.
Según la contabilidad oficial del partido, la trama comenzó a contratar con ellos en 1993. La primera factura registrada en sus libros oficiales, por un valor de 25.191 pesetas, apenas 150 euros, aparece junto a las iniciales FCS, Francisco Correa Sánchez. Desde entonces, y a través de decenas de empresas —Special Events, Easy Concept, Good and Better, etcétera—, llegó a facturar al partido más de 50 millones. Un largo pero jugoso camino. Empezó Correa organizando viajes y acabó haciéndose cargo de miles de actos electorales de las 14 elecciones —generales, autonómicas, locales— que se celebraron en aquellos 11 años, desde 1993 hasta 2004. Y siguió después en otras comunidades, con Madrid y Valencia en posición muy destacada. Entre medias, a finales de los noventa habían abierto otra vía de expolio. Los billetes de avión, los vinilos y las sillas eran poco botín para un grupo tan ambicioso. Pensaron que el dinero de verdad estaba en el boom inmobiliario que se veía venir. Los Ayuntamientos, se dijeron. Ahí está la pasta. Donde ya campaban por sus respetos los compadres de las nuevas generaciones del partido que Correa frecuentó durante aquellos años con su amigo Alejandro Agag: Ginés López, Guillermo Ortega, González Panero… Pero no adelantemos acontecimientos.
Logró el dicharachero agente de viajes codearse con todos los cargos más relevantes de la dirección del partido durante toda la década de los noventa. Se acercaba con frecuencia al mismísimo José María Aznar. Charlaba y negociaba con el todopoderoso gerente, Luis Bárcenas, tantos años en la sombra y quizá otros tantos a la sombra. De su mano hacía mangas y capirotes. O con los secretarios generales de la época, Francisco Álvarez-Cascos y Javier Arenas. Chalaneaba con todos los cargos y dedicaba notables —y caros— cuidados hacia quienes tenían mano en las campañas electorales, como Jesús Sepúlveda, el marido de Ana Mato, o el secretario del gran jefe, Antonio Cámara. También tuvo tiempo para confraternizar, y mucho, con Alejandro Agag, que pronto sería el yerno de Aznar y Botella, tras ejercer de testigo en aquella desaforada ceremonia de El Escorial el 5 de noviembre de 2002, cuando el adusto y austero presidente del Gobierno perdió las vergüenzas y se transmutó en rumboso y pródigo dirigente. Volveremos a la Basílica en otra pieza. Se lo merece.
La primera factura es de 1993. Desde entonces, la trama llegó a facturar al partido más de 50 millones
Decimos que la Fiscalía Anticorrupción y la policía llevaban dos años trabajando en investigar esta trama. Pero antes, al hilo de la investigación del Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional en torno a las cuentas secretas del BBVA-Privanza, se registraron varios despachos de abogados expertos en blanqueo de dinero y en desviar cuentas a paraísos fiscales. En el de Luis de Miguel se encontraron pistas sobre unas cuentas a nombre de un tal Francisco Correa. Se abrió pieza separada. En paralelo, la Fiscalía y la policía llevaban trabajando dos años en un caso en el que aparecía el mismo nombre. El 7 de noviembre de 2007, un exconcejal del PP de Majadahonda, José Luis Peñas, acompañado del abogado Ángel Galindo, presentó una explosiva denuncia ante la UDEF. No era cualquier cosa. Se trataba de una denuncia muy detallada, con abundantes anexos documentales y societarios sobre el modo de proceder de Correa y sus gentes, de manera muy especial en los Ayuntamientos de Madrid dominados por el PP: Arganda, Boadilla, Majadahonda, Pozuelo… Y entregan algo más: un CD con 18 horas de grabaciones… y su transcripción. En marzo de 2008, Peñas y Galindo ratifican la denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción.
Unos cuantos números
-El caso Gürtel es el más voluminoso de todos cuantos se han visto en la Audiencia Nacional, incluido el 11-M, y el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana tiene abiertas otras seis causas.
-Se han sobrepasado los 2.000 tomos.
-Solo en el Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional se han registrado más de 5.000 acontecimientos, 1.000 por año, 3 por día.
-Hay alrededor de 200 imputados.
-El PP tiene más de 70 cargos imputados.
-Se han cursado 147 comisiones rogatorias a 21 países. Solo a Suiza se han enviado 38, contando las ampliaciones.
Aquello tenía dinamita. Los datos eran abrumadores, y las voces, demoledoras. Peñas había estado grabando dos años las conversaciones de Correa. Terribles en fondo y forma. Por lo que se contaba en ellas y por cómo se contaba. La extorsión, el chantaje, la compra de políticos y funcionarios por parte de un chulo de barrio que presumía de su poder y su capacidad de comprar voluntades. Todo estaba ahí. Y apuntaba al centro del Partido Popular y sus aledaños. Sin estos papeles que aportaron Peñas y Galindo quizá hoy no tendríamos caso Gürtel. Para completar la acción, lo que faltaba pronto se encontró. En el registro de la oficina principal de la trama, en la madrileña calle de Velázquez, número 40, aparecieron los apuntes contables con sus correspondientes nombres, desde consejeros y diputados de la Comunidad de Madrid hasta aquellas ya famosas referencias a L. B. o L. Bárcenas, junto a centenares de pruebas de similar importancia. José Luis Izquierdo, el contable o administrador, los tenía grabados en un pen drive. Relojes de miles de euros, coches todoterreno, viajes de novios, trajes de marca, dinero en efectivo… Todos los cohechos estaban documentados y debidamente anotados en la casilla correspondiente. Compraban, vendían, especulaban, engañaban, robaban. En unos casos era un centro de deporte de alto nivel que nunca se construyó, como en Boadilla del Monte. En otros, como Majadahonda, oficinas de información al ciudadano superfluas y costosísimas. Y en todos, el amaño de contratos en favor de quienes tan generosos eran para pagar sus caprichos. Era, entre otras cosas, la demostración de la especulación inmobiliaria que alimentó la corrupción más descarnada. Es la terrible complicidad y conchabamiento de constructoras y política. A todos los niveles.
En 2004, decíamos antes, la mala fama de los chicos de Correa y sus chanchullos en los Ayuntamientos ya ha trascendido a Génova. Quizá por inconsciencia o quizá por excesiva avaricia, habían tocado puntos neurálgicos que deberían haber dejado quietos. Como Majadahonda, donde reinaba el todopoderoso Ricardo Romero de Tejada, exalcalde y secretario regional del partido. Tampoco Luis Bárcenas necesitaba de sus servicios, que por entonces volaba hacia destinos más sustanciosos y de nivel muy superior. Ya habían hecho también sus negocios con AENA cuando Álvarez-Cascos era ministro de Fomento. Así que la trama se centra con fuerza en la Comunidad de Madrid y en Valencia. En el reino de Esperanza Aguirre se cuenta con la inestimable colaboración de Alberto López Viejo, consejero y ayudante de campo de la presidenta, por mucho que —ahora, en diciembre— insistiera la lideresa ante el juez que no era su hombre de confianza. El Bigotes despliega toda su batería de encantos en la Comunidad Valenciana y organiza todo un espectáculo de brillante colorido: chalé en La Nucía (Alicante) y piso de lujo en la capital, motos espectaculares, chaquetas y chaquetillas a medida, manos largas para el regalo y frases dulzonas para la adulación a cursis redomados y señoras educadísimas. Se trafica con marquesinas y carpas, pero también con el pabellón de Fitur o la visita del Papa en 2006, y para ello se cuenta con la inestimable colaboración de la dirección de Canal 9, hoy cerrada, víctima de sus muchas miserias. Pero Orange Market se dedica, sobre todo, a hacer lo que en Madrid habían hecho durante años. Obras verdaderas y falsas, y facturas verdaderas y falsas. Más lo segundo que lo primero. Financiación ilegal del PP, dicen las causas que hay abiertas en Valencia.
Se cuenta con la inestimable colaboración de la dirección de Canal 9, hoy cerrada, víctima de sus muchas miserias
Garzón había desatado la galerna con aquellas órdenes de detención, y el PP —pillado in fraganti— no podía consentir que todos los ciudadanos viéramos sus muchas vergüenzas. Desatados sus dirigentes y alertados los estrategas, comenzaron entonces todas las batallas para evitar los daños. Desde las mentiras repetidas una y otra vez hasta las presiones indisimuladas a algunos jueces, como a un debilitado por una dura enfermedad Antonio Pedreira, maniobra orquestada por el siempre dispuesto Federico Trillo, incluidas las coacciones y amenazas a testigos comprometidos. ¿Se acuerdan de las visitas del exministro a la sastrería de José Tomás, que aguantó a pie firme una canallesca persecución del PP y su prensa adicta? Aquello no debía prosperar, y hay que reconocer que el actual embajador en Londres obtuvo algún triunfo relevante. Hoy, cinco años después de aquel auto de detención, la justicia solo ha redactado una condena: la de Baltasar Garzón. Esa vergonzante expulsión, más la dilación del caso, tan favorable a la causa, han sido algunos de sus triunfos. Pero a pesar de que en la tramitación judicial el PP intentó lo que no está escrito, impúdicos tejemanejes incluidos, nunca lograron frenar del todo el paso implacable del Estado de derecho.
Pero en el PP no contaban con la independencia de algunos o algunas fiscales anticorrupción, en la Audiencia Nacional y en Valencia, así como el arrojo de algunos jueces que han seguido adelante con el caso en Madrid y en Valencia —Garzón, Pedreira, Ruz, Flors, Ceres— a pesar de las dificultades y las zancadillas, con una investigación tan compleja como esta. Se avanza renqueando y a rastras, pero se avanza. Al esfuerzo y valor de quien acabamos de citar debemos agradecérselo. El sistema democrático funciona gracias a ellos.
En los siguientes capítulos iremos viendo —con detalle— cómo actuaban unos y otros. Una vergüenza, un descaro, una impudicia. De los Correas y de los cargos del PP. Porque Gürtel es un caso de ambos.

El largo y tortuoso proceso que ningún torpedo logró frenar
Federico Trillo fue el encargado por Rajoy para frenar en los tribunales el tsunami Gürtel que amenazaba con arrasar todo lo que pillara a su paso bajo el impulso de Baltasar Garzón
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Baltasar Garzón cogió el caso Gürtel en sus manos y fiel a su estilo, apretó a fondo. Para neutralizar sus efectos tuvieron que ponerse a trabajar a tope todas y cada una de las células dormidas que el gran brujo jurídico-judicial del PP, Federico Trillo, había colocado en lugares estratégicos a lo largo de sus muchos años de dirigir o supervisar las tropelías de la derecha judicial, un subgénero especialmente reaccionario de la derecha más rancia de este país. Al mismo nivel, por cierto, que los medios de comunicación españoles, caverna mediática que para sí la quisieran la extrema derecha de algunos países europeos. Unos medios de comunicación que no solo acompañaron, sino que elevaron hasta la repugnancia la desaforada y feroz estrategia de ataque político al Gobierno socialista por parte del PP y todos sus dirigentes. Y juntos, unos y otros, no solo lograron arrancarle el caso Gürtel, sino que acabaron con su carrera como juez. Pero un caso en manos de Garzón durante todo un mes da mucho de sí. Tanto que sobrevivió al letargo del Tribunal Superior de Madrid y sus intentos de dejarlo en nada.
A todas las maniobras espurias hay que añadir la ya endémica situación de falta de medios en la justicia, tanto de jueces como de fiscales, especialmente anticorrupción. El largo y tortuoso caminar del caso Gürtel —cinco años y aún se están recogiendo documentos— es un buen ejemplo de las dificultades que atenazan a la justicia. Menos mal, para la salud democrática del país, que algunos funcionarios públicos, como el juez Ruz, el juez Flors, el juez Ceres o los fiscales anticorrupción han permanecido firmes en su labor de investigar los presuntos delitos.
Las órdenes de detención y registro del 6 de febrero de 2009 que llevaron a Francisco Correa y Pablo Crespo se precipitaron. La policía informa en los últimos días de enero al juez Garzón que Correa, el presunto cabecilla de la red, al que se estaba investigando durante meses, tiene billetes para viajar a Panamá el día 8, donde ya tenía una cierta estructura, al día siguiente de asistir en Barcelona a una celebración familiar. Garzón consulta con la fiscalía, habla con los policías… y se decide a actuar. Correa es detenido en su chalé de la hermosa urbanización de Sotogrande, en Cádiz. Los presuntos delitos, blanqueo de capitales, fraude fiscal, cohecho y tráfico de influencias. De ahí hasta el 5 de marzo en que Garzón se inhibe del caso se desata la galerna. Cuatro días después, el 10 de febrero, ya son 37 los imputados en el caso. Además de los socios de Correa, se multiplican los altos cargos del Partido Popular inmersos en la trama. Llueven las dimisiones. Entre ellos, un consejero del gobierno madrileño,Alberto López Viejo, además de los alcaldes de Boadilla, Arturo González Panero, de Arganda, Ginés López, y Pozuelo, Jesús Sepúlveda, marido de Ana Mato. También cae el ex alcalde de Majadahonda, Guillermo Ortega, que Esperanza Aguirre había premiado con la gerencia del Mercado Puerta de Toledo de Madrid tras tener noticias de varias irregularidades en su municipio. Hay más cargos de la Comunidad de Madrid y de los Ayuntamientos implicados: Benjamín Martín Vasco y Alberto Bosch, diputados regionales, además de unos cuantos responsables de las áreas urbanísticas de los Ayuntamientos implicados. Presuntamente, dinero, regalos, joyas, coches de alta gama o viajes a distintos países le habrían servido a Correa para comprar su voluntad y lograr concursos amañados. Hablamos de cientos de millones de euros. También aparecen diputados como Jesús Merino, cercano colaborador de Soraya Sáenz de Santamaría, eurodiputados como Guillermo Galeote y, sobre todo, el tesorero nacional del partido, el todopoderoso Luis Bárcenas.
En Madrid y en Valencia se iban acumulando los nombres en las cuentas de Correa. Se multiplicaban las adjudicaciones... y los suntuosos regalos
Pero hay algo más que extiende el caso Gürtel y le quita su carácter de ser un problema enquistado únicamente en Madrid. En Valencia la nómina de implicados es de mucha altura. Allí el principal implicado es el propio presidente de la Comunidad, Francisco Camps, junto al secretario general de los populares valencianos, Ricardo Costa. La lista de la Comunidad se ampliará después con otros altos cargos: desde el vicepresidente Víctor Campos, hasta una consejera de Turismo, Milagrosa Martínez y su sustituta, Angélica Such, además del ex jefe del gabinete de la consejería, Rafael Betoret. Y no serían los únicos. Las acusaciones, de nuevo, haber recibido prebendas variadas —los conocidos trajes—, relojes de lujo, bolsos de Louis Vuitton y un largo etcétera de atenciones. Allí, en Valencia, el encargado de la empresa —Orange Market, en adaptación muy propia de sus responsables— era Álvaro Pérez, El Bigotes.
Garzón, con la ayuda de la UDEF (la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal de la Policía) y la implicación de la Fiscalía Anticorrupción, había cosido y dado cuerpo a tres aportaciones clave al caso. La más importante, definitiva en el arranque, un CD con 18 horas de una grabación explosiva que había llevado un exconcejal de Majadahonda del propio PP, José Luis Peñas, y su abogado, Ángel Galindo, a la Fiscalía Anticorrupción, en marzo de 2008. Un año, pues, llevaba trabajando la fiscalía cuando Garzón unió esta denuncia a un fleco de otro caso investigado en el mismo Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional, el del BBVA-Privanza, donde se había investigado a un bufete especializado en ocultar dinero en paraísos fiscales, el del abogado Luis de Miguel. Allí aparecieron unas cuentas a nombre de un entonces desconocido Francisco Correa. Curiosamente, De Miguel era consejero o administrador único de varias de las empresas luego implicadas en Gürtel: Orange Market, Easy Concept, Inversiones Kintamani y Caroki. Pero no solo en ellas, porque también aparece su nombre en Real Estate Equity Portfolio, como TCM o Special Events.
La tercera la aporta —a su pesar— uno de los mismos detenidos. Los policías que fueron a detener al contable de varias de las empresas de la ya conocida como trama Gürtel, José Luis Izquierdo, y tras acompañarle a su casa para continuar el registro, vieron cómo mantenía la mano apretada durante todo el tiempo —prolongado— que duró el registro de la sede de Serrano, 40. Escondía, ya se ve que con escasa perspicacia, un pen drive que los policías incautaron. “El puto pen drive,macho”, que diría después Correa. “Es que sin ese pen drive no tendrían nada, me pongo malo”, añadiría el principal implicado.
Por fin, con toda esta instrucción ya desarrollada y 31 imputados,Garzón decide inhibirse el 5 de marzo —¡solo un mes después y todo lo que había ocurrido!— en favor de los Tribunales Superiores de Justicia de Madrid y Valencia, ante la aparición de aforados y otros altos cargos que no pueden ser juzgados por la Audiencia Nacional, como el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, por ejemplo. Pero Garzón hace aún una última aportación. Envía una detallada relación de todos los indicios —17 o 18— que implicaban a Luis Bárcenas. Incluso envió copia del auto que debería cursarse al Supremo por su condición de aforado al ser senador por Cantabria. Ahí empieza otra historia. Atormentada.
En el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el caso cayó en manos de Antonio Pedreira, un juez con fama de honesto pero que atravesaba un grave y duro empeoramiento de una enfermedad progresiva. Daba igual. Las presiones se multiplicaron. La enfermedad, poco a poco, le iba quebrando. Nadie le presta apoyo y el poco que le llega mejor se hubiera quedado en casa. De la Comunidad de Madrid aparecen dos ayudantes que echan una mano a redactar los autos a Pedreira. ¿Ayudantes elegidos por la Comunidad de Madrid tuvieron acceso a todos los papeles? Pues eso parece.
Al final ha prevalecido la honestidad de algunos jueces, fiscales y policías
El 16 de junio de 2009, Pedreira remite el caso al Tribunal Supremo en base a los datos que ya le había aportado Garzón sobre Bárcenas, con el añadido de Merino y Galeote. El encargado del caso es el juez Francisco Monterde, que no solo asume lo referido a Luis Bárcenas y Merino, sino que, en contra de algunos pronósticos, pone en marcha todo el procedimiento legal que obliga al extesorero y al exdiputado Merino a pedir su dimisión. Monterde se queda con el caso de ambos pero devuelve lo demás, todo el Gürtel, a Pedreira apenas una semana después, el 24 de junio. Y al cabo de muchos meses de pequeños, lentos y dubitativos pasos por parte del juez instructor y la fiscalía, en contraste con la velocidad de Garzón, ocurren dos cosas. El 8 de junio de 2011, Pedreira decide inhibirse y pasar el caso a la Audiencia Nacional. Pero sorprendentemente, el 1 de setiembre el propio Pedreira acuerda “el sobreseimiento provisional de las actuaciones respecto a D. Luis Bárcenas Gutiérrez”. Un cambio de criterio que aún hoy es un misterio. Pero la propia justicia deshizo el entuerto y la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional acuerda el 15 de marzo de 2012 la nulidad de dicho auto y, por tanto “la continuidad del procedimiento contra el imputado D. Luis Bárcenas Gutiérrez”. Y es entonces cuando el caso llega a Pablo Ruz, un joven juez que había sustituido a Garzón, ya apartado a manotazos de la Audiencia. Y el proceso renace de sus cenizas.
En Valencia el camino no fue menos tortuoso. El 16 de marzo de 2009, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana recibe las cinco cajas con toda la documentación que le ha hecho llegar Garzón tras su inhibición. Se encarga de la instrucción el juez José Flors. Comienzan los interrogatorios, se conocen los regalos fastuosos, las firmísimas declaraciones del sastre, y el juez fija el día 15 de julio la audiencia preliminar con jurado para sentar a Camps en el banquillo. El presidente recurre y el 3 de agosto —¡oh sorpresa!— el TSJ acuerda, con el voto de dos de los tres magistrados, admitir el recurso de los acusados Francisco Camps, Ricardo Costa, Víctor Campos y Rafael Betoret y ordena el sobreseimiento libre de la causa abierta por supuesto delito de cohecho pasivo. Sorpresa… relativa. El presidente del Tribunal era José Luis de la Rúa. Pocos meses antes, el propio Camps dijo lo siguiente de su juzgador en un acto público: “Tendremos que buscar en el diccionario otra palabra distinta a la de amistad que resuma y defina la íntima y sentida colaboración entre De la Rúa y el presidente de la Generalitat”. Y de la Rúa devolvió el cumplido: “Me siento feliz de esa relación”. Pues ni uno ni otro consideró que la renuncia al tribunal era obligada en el caso que se juzgaba. Anchas tragaderas, como se ve. Menos mal que la insistencia de la Fiscalía Anticorrupción y del diputado socialista Ángel Luna con sus recursos, además de todos los datos que aparecían en Madrid sobre las relaciones de El Bigotes y Camps y el resto de acusados, obligó al TSJ a reabrir el caso.
Al final, pues, todas las zancadillas del PP fracasaron y 70 cargos del partido —uno más, uno menos— caminan con todas las vergüenzas al aire hacia el desagradable banquillo de los acusados.

Correa, el atildado patibulario que se codeaba con los grandes
Son tantos los personajes en esta trama de círculos concéntricos, que hay que seleccionar y jerarquizar para guardar una cierta proporción. Hoy, el cerebro de la red Francisco Correa debe andar a punto de cumplir los 60 años. Personaje poliédrico, nunca se sabe cómo enfrentar sus muchas caras. Porque existe la tentación de entrar a saco en esa personalidad patibularia que nos han mostrado las cintas grabadas por aquel que fue su amigo, José Luis Peñas, escaparate deleznable de un tipo deleznable. Busquen rasgos despreciables en un ser humano —machista, golfo, prepotente, tiránico, putero— y tengan por seguro que los encontrarán en las cintas. Bien, sí, está justificado incidir en esa faceta porque es muy propia y muy definitoria del personaje. Pero también conviene insistir en que nuestro protagonista logró codearse de tú a tú y pasar horas y horas, amén de hacer sustanciosos negocios, con personajes tan encopetados como los que todos sabemos. Ese tipo fanfarrón, de porte atildado, cuerpo modelado en muchas horas de gimnasio —y pocas de trabajo—, grosero y zafio, en nada molestó a José María Aznar, a Luis Bárcenas, a Francisco Álvarez Cascos, a Javier Arenas, a Francisco Camps, a Ricardo Costa o a Alejandro Agag, ellos que son tan finos y comedidos. Y señores tan respetables como Pablo Crespo —secretario de organización en Galicia del Partido Popular—, o José Ramón Blanco Balín, inspector de Hacienda, exvicepresidente de Repsol, ahí es nada, trabajaron felizmente en sus empresas y movían con donosura los dineros compartidos. Así que impresentable, pero qué bien nos llevábamos con él.
De origen modesto, Correa enseguida aprendió la primera norma de su peculiar código: pégate a los que mandan
“Las personas felices no tienen historia”, dejó escrito Simone de Beauvoir. El que en el esplendor de sus días de leche y miel gustaba de oír cómo le llamaban Don Vito, nació en Casablanca hacia mediados de los cincuenta. Inicios muy modestos, y a su llegada a Madrid su padre consigue un trabajo en la lavandería del hotel que estaba —está— frente a la Estación del Norte o de Príncipe Pío. Y el avispado Paquillo, con 13 años, se empleó allí de botones, agraciado entre otras cosas por un francés mamado en la infancia. Luis Gómez, ver El País del 18 de octubre de 2009, dio cumplida cuenta de aquellos años. Y de los últimos pasados por sus padres, José Francisco, fallecido en 2011 y Concepción, 95 años, que es quien finalmente pagó su fianza. Misterios de los dineros de Correa. Su madre vive en una casa de diseño muy cercana a la estación de los inicios. Tiene Correa, también, un hermano aquejado de una parálisis cerebral. Pronto se casó con su primera mujer, María Antonia. Tampoco tuvo suerte en este otro ambiente familiar. La pareja tuvo un hijo que nació con una fibrosis quística, y del pronosticado año de vida por los médicos se llegó a los 13 reales. ¿Pena por Correa? Poca: su mujer dejó escrito esto en una carta a un periódico: “Durante esos años, su padre no se ocupó un solo segundo de su hijo… No voy a consentir que este hombre vuelva a dar pena ni fuera ni dentro de la cárcel como al parecer ha hecho estos años… En cuanto su hijo murió, no dudó en aceptar el importe de la mitad de la casa donde vivíamos su hijo y yo, y que todavía estoy pagando, no le remordió para nada coger ese dinero después de no haberse ocupado de su hijo enfermo durante 13 años”.
Pero demos un salto y situémonos ya en los años 90, cuando Correa, que había trabajado en algunas agencias de viajes, se había independizado y creado su propia empresa, FCS, por las iniciales de su nombre y apellidos. Empezó a trabajar para el PP como un simple proveedor de billetes de tren, fuera o no gracias al empujón de Elvira Aznar, tal y como está registrado en su declaración ante el juez Antonio Pedreira (véase vídeo). Algo debieron ver en él los próceres del partido porque rápidamente se hace con el santo y la limosna. En sus declaraciones judiciales con Garzón y Pedreira tiene desperdigadas sus ayudas. Alguna vez habla de Álvarez Cascos: “Paco Cascos, con el que yo tenía cierta relación, me la dio. Era muy importante, se hacían Fitur y un montón de eventos”. Algún contrato de AENA ya les cayó, como recoge el sumario. Y del entonces gerente, luego afamado tesorero: “Bárcenas me dijo: ‘¿Vosotros seréis capaces de organizar un mitin político?”. Correa contestó afirmativamente, claro, y al poco ya eran los únicos encargados de los viajes y los escenarios para los actos del PP, innumerables durante aquellos años 90. En ese equipo de apoyo a Correa no nos podemos olvidar de Jesús Sepúlveda, aznarista puro y entonces esposo de Ana Mato, la actual ministra de Sanidad, que se ocupaba de organizar todos los actos electorales: el complemento perfecto para aglutinar los intereses de todos ellos. Pero seríamos injustos si no mencionáramos en esta breve relación al secretario general que sucedió a Cascos, Javier Arenas, o al propio Rajoy, que fue vicesecretario de Organización y jefe de las campañas de Aznar en 1996 y 2000. O sea, todos ellos, con Correa, en un pañuelo.
Sus modos en la época los relata uno de los empresarios que hacía de verdad los actos, porque Correa se limitaba a ser un mero intermediario, sin tener que desempolvar ni un alicate. “Pagaba siempre en negro. Cuando llegaba a nuestras oficinas parecía el anuncio de Michelín hasta que se iba sacando los sobres con fajos de billetes —entonces eran pesetas— que llevaba metidos entre la ropa”. Y le gustaba alardear: “La nueva mujer de Cascos y la mía se entienden de maravilla, y eso me viene muy bien, porque…”.
Su vida familiar ya había pegado un cambiazo. En 1996 se casa con Carmen Rodríguez Quijano, de la que se separaría una década después. La boda se celebra en Marbella. Les casa Marisol Yagüe, la alcaldesa tránsfuga que, vaya por dios, fue condenada posteriormente a seis años de cárcel por su participación en el llamado caso Malaya. Y aquí, un inciso, porque tiene su explicación que los novios eligieran la localidad malagueña. Y es que el padre de la novia, Emilio Rodríguez Bugallo, amigo y quizá algo más de Juan Antonio Roca y Jesús Gil, constructor y promotor de numerosas viviendas de lujo en la misma ciudad, con su empresa Construcciones Salamanca, S.L, también fue uno de los principales imputados en la operación Malaya. Su hijo y por tanto hermano de Carmen también se llama Emilio, y por la zona se le conoce como Don Emilione. Hay que ver qué gusto tienen en esta familia por los nombres italianos…
Correa hizo entonces una gran jugada. Primero, soltó los 500.000 euros de la fianza que pidió el juez para que se liberara provisionalmente a su suegro, a quien parece, además, que nunca le había gustado el yerno. Era igual: la pasta es la pasta. Luego, ya en 2003, y a través de Luis de Miguel, uno de los primeros removedores del dinero de Correa, se va haciendo con cinco fincas del suegro en Marbella como pago de esa fianza. La nueva propietaria, Inversiones Kintamani. Posteriormente intervendrán para la misma función Blanco Balín y Pablo Crespo. Rodríguez Bugallo murió en 2008. La casa de Madrid de Correa, en la exclusiva urbanización de La Finca, en Pozuelo, todavía estaba a su nombre cuando fue detenido.
Porque esa es otra de las características de Correa: no tiene nada a su nombre, y ni siquiera hacía declaraciones de la renta. Contaba todo a todo el mundo… menos a Hacienda. Así que tenía ocultas, entre otras cosas, que no sabemos, algunas bagatelas como las siguientes: cuentas corrientes en Suiza que alcanzan los 21 millones de euros. ¿Descarta esto que haya más cuentas tal que en las Islas Vírgenes, algún otro paraíso fiscal o en cualquier país latinoamericano? Pues en absoluto. Pero sigamos. Tuvo unas 50 casas —siempre con propietario interpuesto— en Andalucía, las ya citadas de Marbella y en Sotogrande, Baleares, Madrid o Barcelona, entre otros lugares; dos barcos, 22 automóviles de alta gama, garajes y atraques para barcos. Unos 20 millones de euros tirando por lo bajo. Anoten, además, otras residencias en el extranjero: Estados Unidos, Colombia o Panamá.
La mañana del 6 de febrero de 2009 detuvo la policía a Correa en su chalé
Ya entonces había comenzado su ampliación del negocio hacia donde de verdad se hallaba la pasta: el sector inmobiliario. Sus jóvenes amigos del PP, a los que había conocido a través de Alejandro Agag, ya eran alcaldes en importantes ayuntamientos madrileños, feudos históricos del PP y que iban a crecer de forma desmesurada en la entrada al siglo XXI. Majadahonda, Pozuelo, Boadilla o Arganda. En 2004 se frena su relación con Génova. Hay quien cree que Bárcenas prescinde de él porque ya el tesorero ha volado a más altas cumbres, y hay quien asegura que fue Rajoy quien ordena el corte tras un extraño episodio de un posible chantaje (Véase Los otros métodos de Correa). Desde entonces, los actos los prepara la empresa Free Handicap, de Elena Sánchez Álvarez, esposa del exministro Juan Costa y cuñada, por tanto, del Ricardo Costa valenciano, tan amante de los relojes y los coches caros. Este mundo, ya se sabe, es como una escalera de gallinero. Así que el conseguidor traslada sus cuarteles a la Comunidad de Madrid, donde encuentra la inestimable colaboración del consejero José Luis López Viejo, que le contrata para ocuparse de todos los actos de la presidenta. Una amistad fructífera, de varios ceros. También se llega a Valencia, donde su empleado Álvaro Pérez, más conocido por El Bigotes, logra hacerse con el absoluto dominio de los contratos de la Generalitat. Iremos viendo cómo el crecimiento del patrimonio de Correa va necesitando apoyos superiores. Tiene que contratar a Crespo, pero tendrá que recurrir a expertos en movimientos de dineros más allá de los Pirineos: serán De Miguel y Blanco Balín. Etiqueta negra, división de honor.
El 6 de febrero de 2009 hacía un día nublado en Sotogrande, la lujosa urbanización gaditana. Decenas de agentes desplegados para su detención acabaron con el sueño de aquel botones de hotel. Trasladado a Madrid, Garzón decretó su ingreso en Soto del Real. Solo el mucho ejercicio y el seguimiento de sus cuentas, en España y fuera de España, le sacaban de periódicas depresiones.
Atrás quedó el gran Correa —ya tan conocido y del que tanto se ha escrito— que tenía permanentemente pagadas dos suites contiguas en el hotel Fénix, su oficina habitual, el que hablaba de las mujeres y sus presuntos ligues en el club Pigmalion como se oye en el CD, el de las propinas de 100 euros o el Correa que se sentaba a comer con alguna señora o caballero importante para hablar de negocios y le dejaba un paquetito en el borde la mesa.
“Ábrelo luego, decía”.

Con todos ustedes, El Bigotes
Álvaro Pérez es el personaje clave de la trama corrupta en la Comunidad Valenciana
Un punto excesivo, parece tener una gran facilidad para las relaciones públicas

Justo al lado de Correa siempre se sitúa un tipo bien pinturero, fachendoso y peripuesto que en algún momento de su vida decidió que no iba a pasar desapercibido. Y se dejó unos bigotes de forzudo de circo de comienzos del siglo XX. Álvaro Pérez, Alvarito o El Bigotes, por sobrenombre obvio, ha sido el más citado y popular de todos los colaboradores del gran jefe Francisco Correa. Pero no parece el más importante. Es más bien el complemento de pimienta que necesita cualquier espectáculo para atraer espectadores.
El Bigotes se incorporó a las empresas de la trama desde el mundo del espectáculo
De hecho, su otra vida fuera de Gürtelse ha movido siempre en torno al entretenimiento. Sobrino político de Andrés Pajares, participó en alguna de sus películas como extra o como empleado en la producción. Quizá de entonces se trajera su vena de gran imitador, una de sus muchas gracias. Alrededor del año 2000 se empata con Correa. De creer al gran jefe de la trama, lo que no es obligatorio, se lo presenta Alejandro Agag. Ya hemos contado en otro apartado que es él quien le pide que le ponga en los actos de Aznar. Sea cual sea el origen de su amistad, Álvaro Pérez trabajó mucho y bien, según el sumario, para Correa. Desmadrado en el vestir como era, loco por la ropa cara, se encargará docenas de trajes, camisas o zapatos de primeras marcas, Briani o Hackett, como muy bien sabe José Tomás, el sastre que luego nos aparecerá tomando medidas a Francisco Camps.
Su gran momento llega cuando Correa, en 2004, le encarga la rama valenciana. Crea Orange Market, en coordinación con Correa y como una sucursal de Madrid. Se va a vivir a un gran piso en una de las mejores zonas de Valencia y compra un chalé de descanso en la urbanización San Rafael, entre La Nucía y L'Alfàs del Pi, valorado en cerca de medio millón de euros. Garboso, asombra a los paseantes con sus llamativas motos, especialmente su Can-Am Spyder, de tres ruedas y 20 o 30.000 euros de coste, tanto como sus mostachos o sus puros habanos. Pero como no es bueno dejarse llevar por las apariencias, nos engañaríamos si no le adjudicáramos una insólita capacidad para seducir a seres humanos tan contrapuestos a su fenotipo como Francisco Camps. Porque alguno del resto de los implicados, Rafael Betoret o Ricardo Costa no parecen tan alejados del estilo esplendoroso de Alvarito. Refuerza su amistad -uña y carne- con Pedro García, director general de la Radiotelevisión Valenciana Canal 9, hoy desgraciadamente fenecida, un periodista capaz de hacer piruetas en el alambre: director general y jefe de prensa de Eduardo Zaplana, llegó a ser secretario autonómico de Comunicación con Francisco Camps. Ahí es nada. Así que los negocios de Orange Market se multiplican al unísono con la cada vez más cercana presencia de Pérez al poder de la Generalitat, encarnado en primer lugar por su presidente. Y la inestimable ayuda, por supuesto, de todo su equipo, incluido el poderoso y ya citado Pedro García.
De creer a Correa, fue Agag quien le pidió que le pusiera cerca de Aznar
Pero El Bigotes ha tenido, y tiene, más amigos de los que aparecen en un primer vistazo. Juan Villalonga, por ejemplo, el amigo de pupitre de José María Aznar y, por ende, presidente de Telefónica. Más recientemente, después del escándalo Gürtel, Pérez ha reaparecido como posible comprador o resucitador del Grupo Intereconomía, de la derecha más extrema, en plena asfixia económica y que ya ha tenido que cerrar su periódico impreso, La Gaceta. Por dinero, nadie sabe, pero por ideología no será, porque todos los que le conocen de antiguo le consideran algo más que un simple señor de derechas. Más allá. Un poquito más allá.
¿Vida familiar? Variada. Su primera mujer, Esther del Prado, fue azafata del famoso Un, dos, tres, de TVE y tuvo una muy modesta carrera como actriz. En 2009 protagonizó, no excesivamente vestida, un número de la revista Interviú. Su segunda mujer, Noemí Ramal, también se ha movido por escenarios similares, aunque más en televisión, y muy concretamente en Canal 9, donde presentó varios programas e incluso contó las uvas de Nochevieja en 2007 -se llevó las cámaras hasta La Nucía- y 2008. Antes, mucho antes, también se había desnudado en Interviú y había pertenecido al elenco de las muy recordadas Mamachichos de la inicial Tele 5.
Una vida entretenida, esta de El Bigotes.

Luis de Miguel, el primer blanqueador
Luis de Miguel y Ramón Blanco Balín urdieron el entramado societario de la Gürtel
Movían los millones por paraísos fiscales y los devolvía a España ya blanqueados
Importante, también, la ayuda de Fasana
Pero alrededor de Correa se movían otros muchos personajes.

El aparato exterior de Correa no es cualquier cosa: Luis de Miguel,Ramón Blanco Balín y Arturo Gianfranco Fasana. Nivel. Luis de Miguel, el primero de ellos, empezó a trabajar con Correa en la década de los 90. Llegó a ser administrador único de algunas de las empresas —Orange Market, Easy Concept, Inversiones Kintamani y Caroki SL— y tuvo cargos variados en otras: Special Events, TCM, Real Estate Equity Portfolio y Boomerangdrive SL. Pero el cargo no hace honor a sus muchos méritos. Se trataba, en realidad, de mover por ahí, tal que en Suiza, el dinero que la trama acumulaba en España. O de “crear estructuras de blanqueo” como se dice en los informes policiales. Ahí estaría Spinaker 2000.
De hecho, experiencia tiene. Contábamos en el primer capítulo de la serie que Garzón inició Gürtel a raíz de encontrar, en los registros del caso BBVA-Privanza, una carpeta con cuentas en el exterior de un tal Francisco Correa en el bufete de Luis de Miguel. Y según los datos que obran en la causa, como en un informe de la Fiscalía Anticorrupción del 6 de mayo de 2010, en su despacho había documentos sobre “las estructuras de blanqueo off shore (paraísos fiscales) con sociedades ubicadas en Antillas Holandesas y la Isla de Nevis” creadas para Francisco Correa y, también, Guillermo Ortega,el exalcalde de Majadahonda al que ya encontraremos en su lugar correspondiente. El propio De Miguel ha contado en algún medio que tiene cuentas en Suiza, abiertas desde finales de los años setenta, “por si acaso, como un dinero en la reserva”.
De Miguel ha negado haber participado en delito alguno, y afirma que de hecho dejó de trabajar con Correa cuando se enteró por una revista —Interviú, en 2005— de que allí podía haber algo raro. Extraño asesor fiscal y administrador este, que asesora fiscalmente y administra empresas de las que nada sabe y de las que se entera por la prensa de sus interioridades. Sí reconoce algunas cosas, como haberse entrevistado en la sede del PP, en Génova, con el entonces eurodiputado Gerardo Galeote, “porque era su asesor para sus cuentas personales”. Claro que también dice cosas muy graciosas, como estas: “¿Cómo iba a pensar yo que había negocios turbios cuando Correa tenía en su despacho una bandera de España y otra del PP y era amigo de gente del PP?” Incluso aparece algo mohíno en Vanity Fair contra Correa y sus chicos, porque les había pedido “una foto de Aznar firmada” para lucir en su despacho, y nunca se la consiguieron.
Luis de Miguel no es un desconocido para la justicia. En abril de 2013 fue condenado por la Audiencia Nacional a 21 años de cárcel por ayudar al empresario Juan Ramón Reparaz a defraudar a Hacienda 16 de los 25 millones de euros que el empresario no declaró entre 1999 y 2006. ¿El método? Sociedades interpuestas con sedes en Panamá, Belice, Irlanda, el Reino Unido y España. ¿Les suena de algo?
Una cuenta muy soleada
El último en aparecer en escena es un nombre bien conocido entre quienes mueven cuentas en el exterior: Arturo Gianfranco Fasana, alias "Fafa", dueño de la sociedad de gestión de patrimonios Rhone Gestión SA. Fasana es un bróker de nacionalidad suiza a quien Blanco Balín presentó a Correa en 2005 en un hotel de Ginebra. Por una módica cantidad, un 0,3%, según declaró ante el juez Pedreira, Fasana se encargó de controlar los dineros de Correa: de Mónaco a Suiza fue la primera operación, allá en 2005. Vinieron después otras de 4 millones con el Banco Europeo de Inversiones -Fasana dijo que Correa era muy conservador en sus inversiones-, y compras de dos pisos en Cartagena de Indias, Colombia. También creó para Correa la empresa Rutsfield en la isla de Man, con la que se hicieron varias transacciones con el amigo y ex socio de Alejandro Agag, Jacobo Gordon. Pero el bróker suizo tiene aún más interés porque sus numerosos e importantes clientes españoles -viaja con frecuencia desde Ginebra-, parecen estar ocultos en una cuenta reservada denominada "Soleado". Allí ingresaba Blanco Balín. Aunque es imposible saber el monto de todas las cuentas de Correa y Crespo -que también tenía la suya-, gestionadas por Fasana, fuentes policiales creen que se acercaban a los 30 millones de euros.

López Viejo ponía las sillas. Pero no era barato
     
El ser humano es olvidadizo. Y Esperanza Aguirre, más. "López Viejo no era en absoluto de mi total confianza", declaró -por escrito- la expresidenta de la Comunidad de Madrid al juez Pablo Ruz el 17 de diciembre pasado. ¡Pobre Alberto López Viejo, con lo que él había sido para la lideresa! Tanto como para que Esperanza le citara en un mitin de fin de campaña como una de las dos personas a las que había que agradecer su labor. Y no es de extrañar, porque López Viejo, desde una cómoda Consejería de Deportes, era el encargado por Esperanza Aguirre -¿quién si no iba a darle tal poder?- de organizar todos y cada uno de los actos de la presidenta, grande o pequeño, fácil o difícil. Hasta controlaba el color de la ropa de su jefa para que los chicos de Correa adaptaran convenientemente los decorados. Alguna vez hasta cuidó de que se retocaran las fotos de su presidenta, con la consiguiente facturación añadida, para "suavizar arrugas" o "retocar el pelo". Tenía mano de hierro: sentaba y levantaba de las primeras filas a quien creía oportuno, tuviera el rango que tuviera. Porque mandaba -era la mano ejecutora de Esperanza- un montón.
Tito Pajares, uno de los nuestros
Tanto va el cántaro, que a veces se rompe. Llegó un momento en el que las consejerías de la Comunidad de Madrid se rebelaron, y algunos funcionarios pusieron los pies en pared antes tanto desmán y tanta factura de López Viejo. Los pagos se retrasaban y Correa se ponía nervioso. Hubo alguna bronca. Quizá por ello, o porque López Viejo quiere volar solo, en 2006 aparece la empresa Ilusiona como rival de Correa. Felisa Jordán avisa al jefe de los retrasos y de Ilusiona. Resulta que esta nueva estrella -y otras que pronto aparecerían- tiene como administrador a un señor que se llama Javier Fernández Verea. Rascando, resulta que es el administrador habitual de otras empresas de José Tito Pajares San Román, sobrino de Fidel San Román, un imputado en el caso Malaya y relacionado con el tamayazo.
Tito Pajares tiene sus propios méritos. Amigo fiel de todo el clan de Becerril, es dueño, entre otros negocios que no vienen al caso, de la discoteca Gabana 1800, en la madrileña y lujosa calle Velázquez. Allí, en la noche del 3 de septiembre de 2002, Ana Aznar y Alejandro Agag celebraron su despedida de solteros. Fiesta guay. El concejal de Limpieza del Ayuntamiento de Madrid era Alberto López Viejo, habitual del local, como Agag y sus amigos. Se ocupó hasta el límite: las brigadas municipales limpiaron a fondo la zona. Tan a fondo que algunos operarios tuvieron que fregar, rodilla en tierra, aquellas aceras con roña incrustada desde muchos años atrás.

Y es que la memoria de Aguirre es muy, muy débil, porque tampoco es consciente de que el mayor nido de corrupción destapado en el caso Gürtel está incrustado en lo más profundo del Partido Popular de Madrid, del que ella es presidenta, con 20 imputados. Mucho ha presumido de haberlos echado, pero si al final tuvo que hacerlo es porque estuvieron dentro durante años. Aguirre o no se enteraba de tanta putrefacción o dejaba hacer. Poca virtud hay en ninguna de las dos opciones. Alcaldes, diputados, consejerías… todo estaba tocado por la red. Y en primer lugar, Alberto López Viejo, un personaje de fama mediana dentro del PP que ella misma se encargó de rescatar tras algunos incidentes no menores, y situarle, primero de número seis en su lista de 2003, para después nombrarle consejero.
López Viejo proviene de donde ya sabemos que estaba el granero de Correa: los jóvenes leones del PP, aquel famoso clan de Becerril donde se alimentaron, también, el yernísimo Alejandro Agag, la consejera de la Comunidad de Madrid Lucía Figar, o el asesor personal de Rajoy, Pedro Moragas. Concejal en el Ayuntamiento de Madrid, José María Álvarez del Manzano le adjudica en 1999 la responsabilidad sobre Limpieza Urbana y Desarrollo Medioambiental. Sigue en el cargo con Alberto Ruiz-Gallardón. Y allí debieron empezar sus primeras proezas porque durante su mandato la oposición, PSOE e IU, no se cansaron de denunciar y pedir explicaciones por las ingentes cantidades de dinero -decenas y decenas de millones de euros- que dedicaba la concejalía a las empresas concesionarias de la recogida de basuras a las que había que sumar otros gastos desmesurados de la propia consejería por el mismo cometido. Se suponían comisiones colosales para quien las autorizaba. El sumario Gürtel recoge un ejemplo cristalino: la adjudicación en 2002 para limpiar el distrito madrileño de Moratalaz supondría unos ingresos de 48 millones de euros durante diez años para la empresa que se quedara con el contrato. Ganó Sufi S. A., presidida entonces por Rafael Naranjo. El 3%, dice el sumario Gürtel, fue para la trama de Correa. Alberto López Viejo era el concejal de Limpieza. Poco después, Vallehermoso compraría Sufi y su fama continuaría. Es la protagonista, en Toledo, del rifirrafe entre Cospedal y Bárcenas. Hubo muchas más denuncias y el brillo del joven López Viejo -nació en el 68- se fue oscureciendo. Hasta que Esperanza Aguirre, de memoria tan feble, le rescató de las oscuridades en la campaña de 2003 y lo situó a su vera.

El sistema de operar de López Viejo en la Comunidad era muy sencillo. Prácticamente todos los actos públicos de la Comunidad -686, con un coste de 6,48 millones de euros, según el sumario- se le adjudicaban a las empresas de Correa por un precio acordado entre ellos, sin más control, porque ya se encargaba él de despiezar los contratos por debajo de los 12.000 euros para que no hubiera que hacer concurso de ningún tipo. Y los seis que no se despiezaron, por un valor de 1,4 millones, tuvieron que ser aprobados por el Consejo de Gobierno que presidía la mismísima Aguirre. Tampoco se acuerda. ¡Tiene tantas cosas en la cabeza! Pero de los que se troceaban, 680, las consejerías pagaron durante años esas facturas de las que nada sabían, "porque llegaban del hombre de confianza de la presidenta", según declaró alguno de los funcionarios. Las facturas, además, presentaban unos precios totalmente abusivos: hasta un 100% o un 50% de sobrecoste, según las estimaciones de Hacienda. Al consejero de Deportes le correspondía, donación altruista de Correa, un 10% de cada operación. Ejemplos de precios pagados sin rechistar a las empresas de Correa: "Tres atriles por 45.075,91 euros". O sea, 15.000 euros por atril, y 4.500 y 1.500 para el bolsillo de López Viejo. El Belén de 2005 costó 81.000 euros, y eso que las figuras eran de la Asociación de Belenistas de Madrid. ¡Y el homenaje al Getafe por subir a Primera División, 73.000 euros! Insistimos: 7.300 para el eficiente López Viejo. Está muy claro en las grabaciones de Peñas y en los informes de la policía y de la Agencia Tributaria.
Resumamos: Alberto López Viejo, exconsejero de la Comunidad de Madrid, acumuló, según la Agencia Tributaria, un patrimonio "no justificado de 5,5 millones de euros". Esto es lo que declaraba de ingresos anuales como diputado y cargo público: entre 61.000 y 103.000 euros, dependiendo del año. Pero para pagar su fianza de 750.000 euros, presentó como aval un chalé que se había comprado en Madrid, en la calle Arturo Soria, poco antes de que estallara el caso: 400 metros cuadrados, cuatro plantas con ascensor, seis habitaciones, cuatro cuartos de baño, dos salones, patio interior, piscina y garaje para tres coches. Una ganga que no resulta creíble: 1.200.000 euros, precio depositado ante notario. Más otro medio millón que quedaba por ahí pendiente. Demasiado para el sueldo.Tuvo, como los importantes, cuenta en Suiza. Él y su mujer, Teresa Gabarra."Para huir de un acreedor", dijo ella. Se benefició de la amnistía fiscal del Gobierno y repatrió el dinero. Un buen ciudadano. Lástima que esté imputado por los delitos de blanqueo de capitales, cohecho, prevaricación, tráfico de influencias y asociación ilícita.
Conste que López Viejo no es el único implicado de la Comunidad de Madrid. Tenemos, por ejemplo, a Carlos Clemente, exviceconsejero de Inmigración, hoy por Colombia, buen amigo del exministro Michavila, al que el propio Correa, en charla telefónica interceptada por la policía, le recomendaba “opacidad fiscal”. O, también, al funcionario de la Consejería de Sanidad Germán Rasilla, que viajó gratis de luna de miel a Kenia -con safari- y a Isla Mauricio. Eso, al menos, dice la UDEF.
De Génova a la Puerta del Sol
Francisco Correa se aleja de Génova al tiempo que se aleja el aznarismo de La Moncloa. Pero las amistades continúan y la trama solo hace que desplazarse hasta nuevos destinos en busca de jugosas oportunidades. Es una lástima, claro, porque en Génova dejaban amigos. Y negocios. Sobre todo, negocios, que Luis Bárcenas no era cualquier cosa como proveedor de infinitos contratos. Ni Paco Álvarez Cascos, que cómo va nadie a suponer que pueda tratarse de ese misterioso PAC, que tan generosamente recompensado aparece en los papeles, a raíz de unas concesiones de AENA, en la época en la que el interesado era el ministro de Fomento. Aunque la policía, siguiendo el viejo chiste de aquí han fumado, ha llegado a deducir que esas siglas -PAC- corresponden, oh, milagro, a Francisco Álvarez Cascos. En Gürtel no se desanimaron, porque las Comunidades también necesitaban financiación, y por ahí cerca andaban esas brillantes fundaciones ultraliberales -y ultragenerosas con el presupuesto- nacidas en el aznarismo, todas ellas dominadas por los jóvenes leones que tan bien conocía Correa. Valen FAES o Fundescam, que tanto monta, monta tanto. Además de los señores alcaldes, todo prodigalidad. Así que se siguen trucando contratos y amañando concursos porque corruptores y corrompidos lo necesitan. Socorro mutuo. Como en Valencia, tierra de oportunidades, donde los millones de euros se multiplicaban por el milagro de los panes y los peces. Y puestos a contemplar milagros, hasta lograron combinar las chaquetillas de El Bigotes con el porte patricio de Benedicto XVI.
Próximas paradas: Madrid y Valencia.

El reino de ‘El Albondiguilla’ y sus afanosos colaboradores
        
Boadilla del Monte es un municipio de 50.000 habitantes al oeste de Madrid. No son muchos, pero eran menos hace muy poco: 20.000 en 2000. Producto del boom inmobiliario de la primera década del siglo XX, sus muchas zonas residenciales se han multiplicado. Como los grandes banderones de España que señalan algunas de las también muchas rotondas —carísimas, cobraba Gürtel— que jalonan la entrada al pueblo. Sus dos calles más principales se llaman —todavía hoy— Avenida del Generalísimo y calle de José Antonio. Las dos, según los informes, se acondicionaron con pagos a Gürtel. Gracioso. Además de bonitos bloques residenciales y agradables urbanizaciones, también se puede contemplar el cadáver de una Ciudad del Deporte que iba a ser y que nunca fue. Un dineral: 30,5 millones de euros. Gürtel, en el meollo.
Hoy gobierna Antonio González Terol, joven integrante del ala más ultraliberal del PP, el llamado Tea Party. Los dos anteriores —Juan Siguero, 2009-2011, y Arturo González Panero, 1999-2009— tuvieron que dimitir por su imputación en la Gürtel. No fueron los únicos. Los máximos responsables de la Empresa Municipal de la Vivienda, ese invento para hacer más cómodo el trapicheo, siguieron el mismo camino. Al primero, ya le conocemos: Alfonso Bosch. Al otro lo hacemos hoy: César Tomás Martín Morales, personaje renacentista que tan pronto hace el egipcio para recibir el sobre correspondiente, que escribe un libro de 254 páginas: Ser empresario: secretos para convertirse en un empresario de éxito en el siglo XXI. Y tiene otro más reciente, El divorcio, hoy.
Pero por favor, que nadie le quite la corona de laurel a Arturo González Panero, de sobrenombre El Albondiguilla. Es, quizá, uno de los personajes más maltratados por Correa en esas conversaciones que grabó Peñas. Allí cuenta que tiene un vídeo en el que se ve a Panero contando mucho dinero en una mesa, y que le chantajea —a pelo, para qué disimular— con enseñarlo si no cumple con sus obligaciones. Que son sencillas: enriquecer a Correa y sus cómplices, empresarios como José Luis Ulibarri incluidos, tan querido por la trama, (ver recuadro) y quedarse él mismo “con una pasta”. O sea: un trabajo fácil.
Y como premio, los locales
En Boadilla la red logró, como poco, dicen los investigadores, unos 70 millones de euros. Y eso, seguramente, si el cálculo se hace solo sobre el costo de las parcelas y no sobre el precio final, pisos o chalés incluidos en aquella época de bonanza. Un ejemplo, Panero sacó a concurso en 2005 “el derecho de superficie” de tres parcelas. Se construirían 33 locales y 178 garajes en la Avenida Siglo XXI, la mejor zona de Boadilla. El premio recayó —en una adjudicación que la oposición tachó de vergonzosa— en la empresa Rústicas MBS S.L., que luego se las pasaría a Artas Consultoría. Las dos empresas están inscritas a nombre de Ramón Blanco Balín, a quien ya hemos visto en el capítulo quinto. Esta empresa gestionaría los locales y los garajes, por un canon que pagaría al Ayuntamiento de 81.344 euros anuales. Da la casualidad de que ese importe se había fijado anteriormente en 320.000 euros. Pero la generosidad del gerente de la EMV, Alfonso Bosch, no solo rebajó la cifra hasta una cuarta parte, sino que alargó la concesión de 75 a 99 años. ¿Chollo? Quiso el destino que fuera la Caja Madrid de Miguel Blesa la que concediera a Blanco Balín -además- los créditos, de 5,9 millones y 800.000 euros, para hacer frente a la adjudicación. Los técnicos de Caja Madrid se quedaron estupefactos ante la bonanza de la operación, porque según sus cálculos se podrían sacar unos "115.000 euros mensuales", 1,3 millones de euros al año, cuando habíamos quedado que al Ayuntamiento solo se le pagaba 81.000. Y si la cosa se hubiera mantenido durante los 99 años del contrato, los beneficios hubieran llegado, en una cuenta poco sofisticada, a unos 130 millones de euros. O sea, que sí era un chollo. Aquella Artas Consultores del principio se había constituido el 22 de septiembre de 2005 con un capital social de 60.120 euros en 120 acciones, repartidas entre sociedades de Ramón Blanco Balín, el testaferro de Correa. Al día siguiente, con contratos privados, un 25% de esas acciones van a parar a Alfonso Bosch y un 20% a Martín Morales. Bingo.

Ejemplo: la varada Ciudad del Deporte se le adjudicó a Construcciones Hispánicas, de Alfonso García Pozuelo. Quizá les suene el nombre. Por tres cosas: es uno de los donantes que figuran en los papeles de Bárcenas, con nueve entregas que suman 258.161,94 euros. Segundo: porque en 2010 pagó 20 millones a Hacienda para enjugar sus delitos fiscales con la trama, una heroicidad desconocida, y porque en el sumario Gürtel se le adjudican unos pagos a Correa de 4.192.000 euros. Aquella adjudicación tuvo lo suyo porque se hizo, sin motivo alguno, por el trámite de urgencia, lo que permitía saltarse obligaciones molestas. Se dice en los informes policiales, que curiosamente, unos 15 días después de adjudicarse el contrato, Tomás Martín Morales, el encargado de la EMV, recibía 660.000 euros en tres ingresos diferentes en su cuenta. En la primera de las entregas se puede leer “albondiguilla”, y ya sabemos de quién hablaban.
Pero no crean que todo es de mesa camilla, porque los policías, a instancias del juez Pedreira, también descubrieron que González Panero y su exesposa (Elena Villarroya) tenían una sociedad en Suiza, Longgridge Internacional, con una cuenta en el Hong Kong and Shanghai Banking Corporation (HSBC-Private Bank Suisse). También aparece otra sociedad panameña, Itelsa Development Group Corporation, con cuenta en el mismo banco. El fiscal mantiene que González Panero desvió fondos a Suiza, Panamá, Miami, Portugal y Marruecos.
No están claras las inversiones en Miami, pero sí sus viajes. El 18 de abril de 2002 Panero viajó con Correa y el entonces concejal José Galeote, también imputado. Allí se unió al grupo otro amigo, Francisco Sánchez, que luego sería concejal de Sanidad e Higiene de Boadilla en 2007. Sánchez afirmó ante el juez que Panero alardeaba de “comprar en Miami y tener muchas propiedades”. En julio de 2003 Panero volvió a viajar a Miami con Correa. Informe de la UDEF, 8 junio 2009. Todos los aquí citados fueron debidamente recompensados por Correa. El juez Ruz cree que César Tomás Martín Morales, consejero delegado de la Empresa Municipal de Vivienda, obtuvo 600.000 euros; Alfonso Bosch, 250.000 euros y el exedil José Galeote, medio millón. No está mal, pero ninguno como Panero.
La parcela, el yate... y Aznar
Una buena muestra de cómo trabajaba la trama en Boadilla la encontramos en la adjudicación de una parcela para construir 139 viviendas, más 340 aparcamientos, piscinas y pistas de pádel, en octubre de 2005. Habitat ofertó 39.100.000 euros; Alcosto, 39.040.000; y UFC, SL, una filial de Begar, la inmobiliaria del constructor José Luis Ulibarri, 35.080.000. La adjudicación fue para Ulibarri, con el argumento de que era la oferta que hacía la obra en menos tiempo: 12 meses. Por supuesto que no lo cumplió, pero ésta es una de las muchas triquiñuelas habituales en los concursos. Al cabo de los meses, y con cualquier disculpa, el Ayuntamiento amigo/comprado acuerda una ampliación del presupuesto —en ocasiones supera la oferta más cara— pero ya sin necesidad de concurso ni otras indeseadas legalidades.
A Ulibarri —un empresario potente, propietario del Grupo Begar, de gran arraigo en Castilla y León, pero con multitud de empresas en toda España— y Correa les unía una entrañable amistad. No solo asumió las obras en su chalé de Ibiza, sino que el constructor abonó ocho facturas falsas para elevar el precio de un yate del jefe de la Gürtel, para llegar hasta los 420.000 euros. Ya se contaba en el pen drive de J.L. Izquierdo. En breve: en la operación participaron 10 empresas: cinco por parte de Ulibarri (Peñalba, Begar SA, Begar Construcciones y Contratas, Conseil Cabinet y Seralia) y cinco en nombre de la trama (TCM, Easy Concept, Good and Better, Rialgreen y Pasadena). Todas las facturas por servicios prestados entre ellas, como entenderán, más falsas que un euro de madera.

Pero José Luis Ulibarri sigue siendo uno de los nuestros para el PP. Hace apenas dos meses, el 18 de diciembre, José María Aznar era la estrella de unos actos organizados por el Diario de Soria que preside Ulibarri, propietario también de un pequeño imperio mediático. En la foto que ellos mismos ofrecieron, se ve a un Aznar bien contento de lucir larga bufanda y compartir espacio con el imputado en la Gürtel. Conste que hace años Ulibarri también apretaba con fuerza la mano de José Luis Rodríguez Zapatero, de quien constan en la hemeroteca grandes elogios del empresario. Cierto que era antes de conocerse sus quebrantos judiciales y su conexión con Gürtel. Aznar los conocía y no parecían molestarle.
Lástima que Soria no tenga mar, porque se podían haber dado un paseíto en el yate, si es que Ulibarri lo conserva…
Porque Correa tendría en un puño a González Panero, pero El Albondiguilla no se conformaba con poquita cosa. Si se calcula que en dinero contante y sonante pudo recibir más de una entrega de 300.000 euros, en regalos tampoco estuvo mal servido. En el informe de la UDEF de junio de 2009, se detallan con labor de filtiré los numerosos obsequios. Solo en viajes costó más de 25.000 euros. Y en los hoteles, además, comía como un señor. En el esplendoroso hotel Mandarín de Miami, se liquidó 4.000 euros en tres días. En los más de 25.000 no está incluido el viaje de novios del hermano de Panero a las islas griegas, que se puso en 4.517 euros. Todo un detalle de la trama.
Decía Correa que Panero era de esos alcaldes que no saben vestir y le puso en suertes a su propio sastre. Nunca lo hiciera porque El Albondiguilla le cogió el gusto al pespunte de Rafael Caballero. Panero encargaba y Felisa Jordán se encargaba de que los pagos se ocultaran debidamente con facturas falseadas. En trajes y otras prendas, la broma superó los 10.000 euros. Súmense zapatos de Casa Exerez, 1.300 euros. También quería ver bien la tele. Sin problemas: se le compró un aparato de 4.000 euros, que ya es pantalla de plasma.

Majadahonda, el inicio del fin
Francisco Correa llegó a tener un control casi absoluto del Ayuntamiento
Logró, entre otras cosas, que su entonces esposa, Carmen Rodríguez Quijano, fuera contratada como jefa de gabinete del alcalde, Guillermo Ortega, Willy, un buen amigo
     
Majadahonda, 30.000 habitantes en 1990, 70.000 en 2013, es la madre de todas las poblaciones que pululan entrelíneas en el caso Gürtel. Hablamos de Guillermo Ortega, conocido en la elegante nomenclatura de Francisco Correa como WillyEl Rata o La Rata, alcalde de Majadahonda desde 2001 a 2005, imputado en el caso Gürtel por los delitos de cohecho, fraude fiscal o blanqueo de capitales. En unos pocos párrafos veremos sus hazañas, pero conviene echar un poco atrás la moviola, porque no hay hijo sin padre ni nieto sin abuelo. Como dice Manuel Fort, concejal del PSOE durante 11 años en Majadahonda, "aquí llevaba años utilizándose el urbanismo y el dinero procedente del urbanismo indebidamente y produciendo pingües beneficios a muchas personas, y no solo a los promotores. Y seguramente después de la trama Gürtel ha seguido y seguirá". Porque Majadahonda es territorio amigo. Allí también hacía sus negocios con la trama el socio y amigo de Agag, Jacobo Gordon. En una de sus promociones de lujo, Twain Jones, que aparece varias veces en la causa, vivieron algún tiempo los consuegros de Aznar. Y del PP de Majadahonda era concejal José Luis Peñas, del que ya hemos conocido su papel protagonista en la denuncia de este aquelarre.

Ricardo Romero de Tejada, nombre que aparece una y otra vez en las hemerotecas de la crónica negra de la Comunidad de Madrid, fue alcalde de Majadahonda desde 1989 hasta 2001, año en el que decidió dedicarse de lleno a la secretaría regional del PP, cargo que ya ocupaba desde 1996 debido a sus muchas gracias, aunque algunas gentes maliciosas dicen que también por sus muchas capacidades para la colecta de pesetas y euros. Hombre modesto, dejó que le pagara durante años las cuotas a la Seguridad Social una empresa de fotocopias propiedad de unos hermanos, los Sánchez-Lázaro, que tenían algunos intereses inmobiliarios. Cuando aquella vergüenza salió a la luz, nadie se ruborizó y la dirección de Génova, en lugar de montar en cólera, optó por la magnanimidad, dio un paso adelante y dijo que no hay problema, pagamos nosotros, que mucho le debemos. Curioso este Romero de Tejada, nombre que te tropiezas a cada poco si quieres investigar aquel sancocho infame que fue el tamayazo de 2003.
Grosso modo, los inicios de las relaciones entre el ayer y el hoy de los gatuperios majariegos pueden resumirse -o así lo hacen quienes conocen el paño- en una guerra entre los más ortodoxos del PP -Romero de Tejada y Narciso de Foxá, recaudación de recorrido in situ/Comunidad/Génova-, y los modernos que aparecen en el lugar, recaudación in situ, también, pero reparto a dos manos entre Ortega y Correa, que para llevárselo otros aquí estamos nosotros, la savia nueva del PP criada a los pechos del aznarismo. Romero de Tejada ya había creado su empresa para manejar el suelo, Pammasa, al margen de las odiosas obligaciones legales. Al frente situó a su hombre de confianza, el concejal Narciso de Foxá, que al final se quedó con el santo y la limosna: hoy, tantos años después, sigue siendo el alcalde de la localidad. La bronca clave data de los primeros años 2000, cuando sale Romero de Tejada de la alcaldía y deja a Ortega como alcalde, que parecía poca cosa, para reservar a Foxá en su sitio clave al mando del urbanismo y la compra-venta de suelo. Y de aquellas tierras, estos barros, porque resulta que Ortega, que no parecía un peligro para el estatus quo, salió como salió.
Para hacerlo breve, aunque no es fácil, Pammasa jugaba con los derechos para hacer vivienda protegida y se los cambiaba a los promotores para hacer vivienda libre en las parcelas que se sacaban a concurso, con denominaciones tales como RN1 o D2. Lo que la oposición socialista llamó "el permutazo". Y es que si una vivienda protegida -hablamos de los tiempos del ladrillazo- valía 180.000 euros, una libre podía costar 600.000. Calculen ustedes a cuánto ascendía el premio gordo de hacerte en pleno boom inmobiliario con alguno de aquellos chollos. 250 de estos derechos de pública a privada, traducidos en 250 pisos de lujo, por ejemplo, significaba una muy significativa cifra de cien millones de euros. Así que trucar o influir en alguno de esos concursos era una pelea a muerte entre las constructoras y sus protectores. Afar 4, propiedad de Antonio Cubo, era la empresa que lograba más obra en Majadahonda mientras Romero de Tejada y Foxá promovían los concursos para llevar a cabo los "permutazos". Pero a Ortega -a Correa, en realidad- no le gustaba nada que se le birlara esa parte del pastel. En la denuncia ante la fiscalía está grabada esta frase de Ortega con su grupo municipal: "No voy a aceptar que el arquitecto municipal cambie su informe de la parcela para que se la lleve Afar 4. Lo siento en el alma, pero no lo voy a aceptar". Y es que Correa ya había presentado a varias empresas suyas para hacerse con el botín.
Por este tipo de operaciones se montó un escándalo -una primera permuta en 2000, y otra en 2003- por el que se tiraron de los pelos Foxá, el hombre del PP más vertebrado, y Guillermo Ortega, a quien cuidaba con primor Francisco Correa. Tanto que la esposa de este último, Carmen Rodríguez Quijano, conocida por el sobrenombre de laBarbie, ya se había convertido, ni más ni menos, que en la jefa de gabinete de Willy, El Rata o "cerebro de mosquito" como se le oye decir al gran capo en las grabaciones de Peñas, para guiar al alcalde hasta cotas ni tan siquiera soñadas por el simpático Willy. Como tener, por ejemplo, alguna cuenta en Suiza, en la que figuraba como beneficiario de una sociedad radicada en la isla caribeña de Nevis, un paraíso fiscal de lo más acogedor.

O a recibir, por sus muchos favores a la trama, algunas prebendas que se detallan en los autos. Carpinteros que cobran por facturas falsas al Ayuntamiento pero que en realidad, bajo las expertas señas de la esposa de Ortega, Gema Matamoros, confeccionaron un hermoso mueble de comedor a medida y con armero para su domicilio familiar. En 10 años, junto con su mujer, llegó a tener 39 vehículos y para que no le resultaran muy onerosos, chequeras de gasolina. Más de 40 viajes y estancias -suyos y de sus familiares, incluso de su servicio doméstico- en hoteles de superlujo de España y varios países, además de algunos cruceros. Trajes, también trajes, y bolsos de Loewe para la señora, abonos de tenis y fútbol… Y hay, también, entregas en mano de cientos de miles de euros que ayudarían para el pago del piso de lujo que se compró en la misma Majadahonda.
Y relojes, muchos relojes. Porque según contó al juez uno de los ex concejales díscolos de Majadahonda, Juan José Moreno, Guillermo Ortega "era un apasionado de los relojes, un apasionado no, un descerebrado", puntualiza Moreno, que llegó a tener "un armario en su casa absolutamente bestial" lleno de relojes. Hay constancia de que Willy compró en la joyería Suárez relojes por un valor superior al millón de euros, entre ellos varios Panerai y algunos Hublot. Un albarán señala, comprados de un golpe, tres cronógrafos suizos por 23.000 euros.
Aquella guerra de las parcelas culminó con la destitución de Ortega, en una operación en la que tuvo que intervenir la mismísima Esperanza Aguirre. Generosa, halló la solución: Foxá amarra Pammasa, la madre del cordero, junto con la alcaldía, y a Guillermo Ortega, pobrecillo que no se nos quede sin nada, le nombra gerente del Mercado Puerta de Toledo, con un sueldo superior al de alcalde. Como ven, un castigo ejemplar de la lideresa, siempre tan firme en la lucha contra la corrupción.

Una visita papal provechosa para el alma y para algunos bolsillos
Camps abrió a El Bigotes todas las puertas de las consejerías valencianas
Consecuencia: hay seis causas abiertas. Hoy, Benedicto XVI y el gran pelotazo de Fitur
   
No podía haber mejor fiesta gozosa para las muy piadosas autoridades de la Comunidad Valenciana que la visita de un Papa, en este caso Benedicto XVI. Aquellos días, 8 y 9 de julio de 2006, debían ser para el equipo de Francisco Camps la demostración ante el universo entero del poderío que entonces inundaba de doblones las bodegas de la nave levantina. Para controlar que no estuviera fuera de su sitio ni una sola hoja de los árboles del camino se creó, a pachas entre Generalitat, Ayuntamiento, Diputación y Arzobispado la Fundación V Encuentro Mundial de las Familias. ¿Será por dinero?, se decían manilargos unos consejeros a otros, mientras Camps —El Curita, le decían en la trama— sonreía beatíficamente y se lanzaba requiebros telefónicos con un señor muy divertido al que le llamaban El Bigotes. El mundo era suyo, la comunidad era suya y los contratos eran suyos. ¿Un Calatrava? Tres, cuatro, cinco. Los que hicieran falta. ¿Avenidas? A decenas. ¿Aeropuertos? Como el de Castellón. A quien menos le molestaba la prodigalidad era a Álvaro Pérez, El Bigotes, que mejor estar donde hay mucho.
Y de muestra, tres eran tres
Los métodos de Gürtel fueron variados, como ya hemos ido viendo. En Valencia hay muestras notables. Por ejemplo, cómo lograr la adjudicación 138.678 euros— de la campaña publicitaria de la sociedad pública Vaersa, dedicada al aprovechamiento energético de residuos. Se trataba de sensibilizar al respetable sobre el uso del contenedor amarillo. De nuevo el concurso, como tantos que hemos visto en esta serie, se hizo mediante un procedimiento negociado y sin publicidad.
Se invita a tres empresas, tres. Concurrencia y transparencia, pues. Porque quién iba a saber que el administrador único de las tres, Orange Market, Easy Concept Comunication y Boomerangdrive, era el mismo: Luis Miguel Pérez. Y las tres, ya lo hemos visto antes, eran unas de las muchas que se integraban en el tinglado de Correa, Álvaro Pérez y Pablo Crespo. Por si les pica la curiosidad, la campaña, tras dura competencia con las otras dos, se la adjudicó Orange Market.
Y esto fue lo que declaró ante el juez, en julio de 2013, el que fuera director del gabinete jurídico de la empresa pública Vaersa (Valenciana de Aprovechamiento Energético de Residuos, SA), Joaquín Fernando Tomás Font de Mora, ante la evidencia del desaguisado: la orden “venía de arriba”, y se había urgido “a la mesa de contratación a adjudicar el contrato incluso obviando los procedimientos”. Y tanto que se obviaron, como señaló la Sindicatura de Comptes en febrero de 2013.

Tanta felicidad a punto estuvieron de ensombrecerla unos infortunados pasajeros del metro valenciano, cuando tres días antes de la llegada del Papa, a las 13.03 horas del 3 de julio, un tren descarriló en una curva cercana a la estación de Jesús. 47 muertos y 43 heridos, muchos de ellos lanzados a través de unas ventanas sin refuerzo y que fueron aplastados por el vagón que se deslizó durante muchos metros sobre su lateral. La orden fue tajante: Canal 9, la televisión de la comunidad, debía silenciar lo más posible ese desgraciado accidente y, desde luego, no alterar ni un ápice la programación, ya dedicada en cuerpo y alma —sobre todo alma— al recibimiento al Papa. Tal cual lo hizo, ante la parálisis de una plantilla inmunizada frente a las injusticias. Así que el muy atareado Juan Cotino, el hombre más religioso de cuantos hombres —y mujeres— religiosos andaban por la Generalitat, y que llevaba meses desviviéndose en la Fundación y fuera de ella para que nada faltara en tan señalada visita, fue el encargado de silenciar a las víctimas, ofreciéndoles alguna dádiva si la protesta se anestesiaba porque nada podía enturbiar aquellos días gloriosos. Gran labor misericordiosa la suya, sin duda, porque era tiempo de gozos, y no de sollozos.
Meses antes, esa misma televisión que compitió en indignidad con el equipo de Camps, ya se había encargado de que todo estuviera dispuesto para reforzar hasta la hipérbole aquella visita. Por lo pronto, la Generalitat ya había dejado bien claro a Moncloa que no querían ver en kilómetros a la redonda a nadie de TVE, que era, y es, quien acostumbra a cubrir, por medios y experiencia, las visitas de los primeros mandatarios mundiales, como son los Papas. Una de las personas que entonces —mes de abril— se entrevistaron con las autoridades civiles y con el propio arzobispo valenciano, detectó rápidamente el rechazo político, ideológico… y económico. “Allí se les veía que les sobraba el dinero”. El cierre lo puso Esteban González Pons, a la sazón consejero y portavoz del Gobierno valenciano. “Doy por clausurada esta reunión”, les dijo de malos modos. Fuera. Esto es nuestro.
Y tan suyo que era. Además de los muchos millones que le costó a Canal 9 la retransmisión -13, se calcula, y ya conocen su triste final— sus directivos recibieron el encargo de llenar de pantallas la ciudad para que los 1,5 millones de fieles que se esperaba que acudieran a Valencia pudieran seguir al detalle la misa que se iba a retransmitir desde el marco incomparable que formaba el conjunto de Calatravas en el cauce del río, más bonito que un San Luis. El encargo fue recogido por un dispuestísimo director general de la Ràdio Televisió Valenciana, Pedro García Gimeno, que, sorpresas nos da la vida, era íntimo amigo de Francisco Correa y de El Bigotes.
Y como entre colegas todo se hace más sencillo, enseguida hubo acuerdo. García autoriza —ojo con las fechas— que la contratación se negociara por motivos de urgencia “con precio libre” y “sin publicidad”. El mejor territorio, como sabemos, para las habilidades de la trama. Tras un aberrante concursillo, el 8 de mayo —ojo con las fechas— se produce la adjudicación para el complejo montaje técnico. Quiso el destino —y la trama Correa— que el premio recayera en la empresa Teconsa, la empresa constructora de nuestro conocido José Luis Ulibarri, que no tenía ni la menor idea de cómo se montaban tales dispositivos porque jamás había hecho algo ni siquiera parecido. Pero eso sí, era “la más cara y desaforada”, según uno de los conocedores del concurso, con un presupuesto de 7.493.600 euros. Sin problemas porque el adjudicatario real, Gürtel, tenía todo previsto: el montaje lo harían otras empresas, que sí tenían los conocimientos y los medios necesarios, sobre todo Sirius Showequipment, que cobró 3.654.000, IVA incluido, una subcontrata alemana que ya había hecho esa labor en el viaje de Benedicto XVI a Colonia en 2005 y que el Vaticano —aquí todos tienen amigos— ya se había encargado de recomendar. Hay, también, participación de otras empresas con importes menores que sí hicieron trabajos, como Apogee o Impacto Producciones, pero asoman otras como Castaño Corporate y Free Consulting, empresas de la trama y tapadera para generar facturas falsas. En Castaño, compraventa de inmuebles, aparecían por sus escrituras Jacobo Gordon, Blanco Balín o el propio Crespo.
Pero veamos algunos detalles para entender ese concurso que Pedro García tuvo la desfachatez de convocar. Primero, las fechas. Alegar urgencia tenía lo suyo, porque la visita papal ya se conocía desde mucho antes, como es natural. El sumario recoge una carta del 17 de enero de 2006 de la empresa Apogee Telecomunicaciones SA, una de las subcontratas, a Teconsa para estudiar “documentación y cifras” sobre el proyecto de Valencia. ¡Cuatro meses antes del concurso! Y el 1 de febrero hace lo propio otra subcontrata, Impacto Producciones, a la que había pedido ayuda Apogee. Pero es que un conocido experto en este tipo de instalaciones, Miguel Torroja, declaró al juez Ruz que en febrero de 2006 fue contratado para el diseño del montaje por Pablo Crespo y que entonces ya sabía que Teconsa era la tapadera, porque la adjudicación era en realidad para Special Events. Él, por lo pronto, trataba los detalles con Crespo y, a veces, Álvaro Pérez.
Las fechas también fueron refrendadas ante Ruz, entre otros, por Luis Sabater, el jefe del departamento técnico, que declaró que ya en febrero, tres meses antes del concurso, el director de Canal 9, Pedro García, le dio el teléfono de El Bigotes para que se encargara de la sonorización del acto. Contó, también, que le llevó a ver a Cotino y que posteriormente le presentó a Torroja. Todo ello antes, claro está, de que se fallara el fantasmal concurso, con ganador decidido de antemano. “Esconde el contrato”, le decían los jefes a una empleada.
Resultado del amaño según recoge un informe de la Policía Judicial del 25 de noviembre de 2009 de contabilidad de la trama: Gürtel se embolsó 2.830.000 de los 7,4 millones de euros de la adjudicación. Reparto: 1,4 millones para Francisco Correa, que para eso es el capo; 630.000 para su número dos, Pablo Crespo. A El Bigotes le cayó medio millón, lo mismo que a Pedro García, el director general de la RTVV. Para Teconsa se fueron 200.000 euros, y el resto, 600.000, se los quedó un receptor inidentificado que aparece bajo la letra R. Los investigadores han apostado por Ramón Blanco Balín, aunque sin poder confirmarlo. Cinco años después, el juez José Ceres decretó un nuevo secreto del sumario, que acaba de levantar, porque ha habido nuevos testigos y nuevas declaraciones provenientes de un funcionarios de Canal 9 y de un extrabajador de Orange Market, que han decidido hablar.
Y no hace demasiado tiempo, la Generalitat tuvo que inyectar dos millones para la Fundación V Encuentro Mundial de la Familia, aquel organismo cuatripartito y de cuentas opacas que nació en 2006 para un sueño que acabó en fiasco: del millón y medio o dos millones de peregrinos previstos, apenas si se alcanzaron los 250.000, y de las 500.000 mochilas conmemorativas todavía se ven por la ciudad los restos de 200.000 de ellas que se quedaron sin piadosa espalda portadora.
La parábola de los trajes y el honor de los políticos
La presunta financiación ilegal del PP, gracias a los contratos amañados con Gürtel, planea sobre las causas que tendrá que juzgar el Tribunal Superior de Justicia de Valencia
         
Era el 25 de enero de 2012, cuando el jurado popular formado por seis hombres y tres mujeres declaraba no culpable a Francisco Camps, expresidente de la Generalitat Valenciana, y a Ricardo Costa, ex secretario general de Partido Popular valenciano, del delito de cohecho impropio, al no estar probado, según cinco de sus nueve miembros, que recibieran regalos —los famosos trajes y algunas cosillas más— de los cabecillas de la trama Gürtel.
Claro que están en su derecho ambos políticos de airear el veredicto de inocencia, ratificado después por una Sala del Supremo en abril de 2013, ante cualquier acusación. Faltaría más. Pero los millones de ciudadanos que siguieron el juicio, con las cámaras de televisión en directo, también son muy dueños de recordar sus gestos —sobre todo de Camps— y sus contradicciones, así como la firmeza de todos y cada uno de los testigos que declararon en su contra, con mención especial para José Tomás, el famoso sastre. Así que ellos esgrimirán cargados de razón el papel, y los demás reviviremos lo que oímos —tremendo— y vimos —penoso—. Porque fue imborrable.
Palabra de sastre
José Tomás —Milano, ForeverYoung— tiene hoy cerca de 60 años y ya está retirado tras unos últimos años terribles. Su cara, y apenas su nombre, no eran todavía conocidos del gran público cuando en marzo de 2009 concedía una entrevista a EL PAÍS, firmada por Julio Martínez Lázaro. Y allí dijo cosas como éstas:
-“Él (Camps) me llamaba por teléfono cuando salía de Valencia o desde el coche y me decía a la hora que llegaba al Ritz. A su llegada yo ya le estaba esperando en el hotel y subía a su habitación”.
-“Me hizo repetir bastantes trajes. Quería los pantalones con un ceñidor detrás y hubo que buscar una trabilla que tuvieron que traer de Italia. Pero era una persona amable, buena gente. Los trajes que le hice eran de unos 800 o 900 euros los primeros. Los últimos, de 1.000 o 1.200 (…) Tuvimos relación durante un año y pico”.
-“Sí, es cierto, mientras estaba declarando [ante la policía] tenía el móvil abierto y me llamó entre ocho y diez veces. No cogí el teléfono y no he vuelto a hablar con él. Creo que ya estaba fuera de lugar. Todavía siguió llamándome un par de días más”.
También habló de los pagos. Los hacía el exdirigente del PP gallego Pablo Crespo,número dos de Correa y administrador único de Orange Market:
-“Venía cada seis meses aproximadamente con un fajo de billetes de 500 y pagaba 30.000 o 35.000 euros. La última o las dos últimas veces pagó Orange Market mediante transferencias bancarias”.
Y a pesar de las muchas presiones, desde su jefe hasta el propio Federico Trillo, José Tomás —“siempre he sido votante del PP”— mantuvo con energía y firmeza aquellas palabras en una declaración plagada de detalles ante el Tribunal Superior de Justicia de Valencia el 26 de diciembre de 2011. Allí, alto y claro, declaró que Francisco Camps “jamás ha pagado ni un solo euro ni en Milano ni en Forever. Lo juro por Dios y ante este jurado”. Y la cajera de la tienda Milano de 2003 a 2006, Ana Belén Luque, remató en el mismo lugar un día después: “El único que pagó fue Crespo”.
Eso fue lo que oímos todos, antes de la absolución del jurado por cinco a cuatro.
La historia de los trajes no es, a pesar del desprecio con que trató el tema el propio Rajoy —“afecta a la inteligencia pensar que alguien se vaya a vender por tres trajes”, dijo en una entrevista en TV3 el 23 de abril de 2009- un asunto menor. Y no lo es, en primer lugar, porque la práctica de compra de voluntades con regalos es tan propia de Correa como sus caracolillos, y porque afecta a varios altos cargos del Gobierno. A saber: Francisco Camps (presidente), 8 trajes, 5 chaquetas, 6 pantalones y tres pares de zapatos, más el esmoquin con chaleco negro (no blanco) como manda el protocolo para ver al Papa en el Vaticano; Víctor Campos (vicepresidente): 6 trajes, 4 americanas, 6 pantalones y un chaqué; Ricardo Costa (secretario general del PP), 4 trajes, 3 americanas y 6 pantalones; Rafael Betoret, (ex jefe de gabinete de la Agencia Valenciana de Turismo (AVT) y mano derecha de la exconsejera de Turismo, Milagrosa Martínez), 8 trajes, 6 chaquetas, 6 pantalones y 3 abrigos. Y a Pedro García, el director general de Canal 9, 7 trajes, 5 chaquetas y 6 pantalones.
Hay que recordar que Betoret y Campos admitieron la culpa; el primero devolvió la ropa y el segundo pagó su importe. O sea, que los trajes sí eran un soborno “para ganarse su favor” por su condición de cargos públicos, como dictó la sentencia correspondiente. Difícil entender por qué allí, sí, y aquí -Camps y Costa, no-, pero así fue la resolución del jurado. Aquel ridículo ir y venir con José Tomás tomando medidas al presidente en el hotel Ritz, o a Costa en su despacho del partido, buscando una trabilla italiana para que Camps se encontrara más esbelto, o aquellas justificaciones del dinero de la caja de la farmacia de la mujer de Camps, Isabel Bas, o incluso el sablazo al chófer, chascarrillos localizables en cualquier hemeroteca, no pueden ocultar, pese a su punto de futilidad, lo importante: la gran y estrecha amistad que entablaron el presidente de una Comunidad como la Valenciana, regada entonces con abundancia y desenfreno por el oro divino, y un conseguidor de tres al cuarto, experto en ordeñar contratos a las arcas públicas escasamente protegidas.
Recordemos las conversaciones telefónicas —incluido “el amiguito del alma”— pero también el viaje conjunto al Vaticano, o su proximidad en casi todos los mítines del presidente, o aquella ocasión en que Ricardo Costa, el máximo cargo del partido, le pide a Álvaro Pérez que hable con Camps para que le meta en el Gobierno. Tan importantes como la extrema proximidad de El Bigotes con el propio Ricardo Costa, Ric le llamaba, a quien hizo algún regalo más —un curso de inglés, gestiones con coches de lujo— al tiempo que trataba sobre los contratos con el partido y el Gobierno, como puede oírse en muchas de las conversaciones grabadas por la policía y que salpican todo el sumario.

Porque lo grave es que mientras se daban esas entrañables amistades entre el intermediario y los políticos, al menos diez consejerías de la Generalitat firmaron 85 contratos por valor de más de 13 millones de euros con las empresas de la trama, preferentemente Orange Market. Otras fuentes suben los contratos, y calculan el importe en 16 millones. La penetración de Gürtel en la Comunidad Valenciana nace y se irradia desde la amistad de Álvaro Pérez, El Bigotes, con Francisco Camps, el político que logró zafarse de la pegajosa memoria de Eduardo Zaplana hasta convertirse en firme e indiscutido líder. Las puertas se le abrieron al representante de Orange Market desde el momento que había recibido el toque mágico del dedo del máximo líder.
De modo que el Gobierno valenciano se abrió en canal ante El Bigotes, porque así lo querían desde las alturas. Tenemos testimonios. Como ejemplo, basta la comparecencia, hace apenas dos semanas, del exconsejero de Sanidad, Luis Rosado, ante el juez José Ceres. Él, vino a decir, se limitó a acatar la orden “de Presidencia” de firmar contratos con Orange Market y Diseño Asimétrico. Esta estrategia es la misma que siguen los imputados en una de las seis piezas, la llamada de “cuantías menores”, porque se trata de más de 70 contratos de varias consejerías concedidos a dedo y que no podían pasar los 12.000 euros, o bien eran despieces de otros contratos mayores que se dividían para sortear los controles legales. Lo hacían “por orden de Presidencia”, dicen ellos, porque casi ninguno de esos imputados conocía a Álvaro Pérez o eso, al menos, es lo que declararon ante el juez.
Rafael Betoret, por ejemplo, que sí conocía a El Bigotes, y bien, ha elegido la misma vía de defensa. Que le pregunten a Camps, viene a decir, que nos ordenaba atender a Pérez como si se tratara de un jeque catarí que hubiera llegado al aeropuerto de Castellón para ofrecer inversiones multimillonarias. Les recordamos que Betoret todavía está imputado en el caso Fitur. Reconocida su culpa por los trajes, una segunda condena, al tener antecedentes, podía ser mortal para él… ¿Y hemos dicho ya, por cierto, que la jefa de gabinete de Francisco Camps era Ana Michavila, hermana del exministro que aquí nos tropezamos cada dos por tres, que incluso fichó para su bufete madrileño, Eius, al jefe de la abogacía de la Generalitat, José Marí.
Pero hay que hablar de política, porque de políticos hablamos. A pesar de todo esto, escándalo en calles y plazas, Mariano Rajoy reafirmó a Francisco Camps como candidato del PP a la Generalitat en 2011, y en las listas del partido para las elecciones autonómicas presentaron a nueve implicados en la trama (Camps entre ellos) y otros casos de corrupción como el llamado caso Brugal, que afecta al PP de Alicante. El apoyo a Camps había sido épico. ¿Recuerdan el “yo siempre estaré detrás de ti, delante o al lado, me da igual”, de la plaza de toros de Valencia del 3 de junio de 2009? Quizá les cueste más adjudicar esta frase a su autor, Jaime Mayor Oreja, mismo día, misma plaza: “Paco Camps, el más honorable de todos los españoles”.
El editorial de EL PAÍS del día siguiente de la absolución por el jurado a los dos dirigentes valencianos tenía un párrafo sobrecogedor: “La absolución de Camps y Costa por un jurado popular podría ser interpretada como un gesto más de complacencia ciudadana con los políticos corruptos; como el voto en las urnas a favor de ellos”. Es verdad que el voto masivo en las urnas a su favor, ya había ocurrido el 22 de mayo de 2011, cuando el tema de los trajes llevaba dos años en danza en los tribunales. ¿Hay que creer que nada de todo ello había hecho mella en la solidez del PP en Valencia? ¿Que la trama Gürtel no iba a tener ninguna incidencia? Pronto se vio que era solo un espejismo: Camps finalmente dimitió el 20 de julio de ese mismo año, y su sucesor, Alberto Fabra, se mueve desde entonces sorteando como puede una calamidad tras otra. Ric Costa está imputado en otras causas. A la espera de juicio.

Y ahora es el turno de Ruz y Valencia
Aquí ponemos fin a esta serie. Queda un largo trecho, quizá un año, para que los acusados se sienten en el banquillo. Hay que felicitarse por lo conseguido, que no es todo pero es mucho
      
Sus más de 2.000 tomos hacen delcaso Gürtel el más voluminoso que se ha visto en la Audiencia Nacional, ya de por sí acostumbrada a grandes causas. Más de cien imputados y casi otros tantos abogados defensores: más de 80. Ya dijimos que se han cursado 147 comisiones rogatorias a 21 países. Y en Valencia hay abiertas seis causas para el mismo caso. Jueces, oficiales de juzgados, secretarias, decenas de técnicos de Hacienda y de policías han dedicado miles y miles de horas de trabajo a esta minucia que decía el PP. La lista de presuntos delitos es larga, larga: blanqueo de dinero, cohecho, fraude fiscal, prevaricación, tráfico de influencias, falsedad en documento público, oficial y mercantil, financiación ilegal, malversación de caudales públicos… ¿Volumen económico? Todavía imposible de calcular, pero piensen, seguramente, en unas cuantas decenas de millones o incluso cientos. Un dinero.
Quienes conocen bien el caso creen que este mes de febrero, justo a los cinco años de aquellos autos de Garzón, el juez Pablo Ruz puede tener ya todos los datos sobre su mesa, porque habrán acabado de llegar los informes de la UDEF, la Intervención General del Estado y la Agencia Tributaria. Incluso ya están aquí los resultados de todas las comisiones rogatorias enviadas a Suiza y a otros países, incluidos varios paraísos fiscales y hasta la Sección Cuarta de la Audiencia decretó el martes pasado que la práctica totalidad de las pruebas obtenidas durante los cinco años de investigación del caso Gürtel son válidas, porque las escuchas ordenadas por Garzón "no contaminan el resto de la causa". De nuevo, fracaso de las defensas para intentar anular el proceso.
Bárcenas, que todo lo puede
La presencia de Luis Bárcenas, 56 años, en la administración del PP desde 1982, gerente del partido y tesorero en 2008 nombrado por Mariano Rajoy, hace que todo el caso Gürtel dé un salto gigantesco de calidad. El extesorero, con capacidades escaladoras y trepadoras reconocidas, es un elemento clave para entender qué ha unido durante tantos años al Partido Popular con la trama Correa. Queda mucho por ver del todopoderoso personaje, desde sus modestos inicios en el partido con Ángel Sanchís, hoy también imputado, hasta contemplarle en Soto del Real con casi 50 millones de euros en cuentas bloqueadas en Suiza. Es tanta su potencia y volumen —amo absoluto de los multimillonarios dineros del PP durante años— que sin duda requiere de cuidados muy precisos. No hay judicialmente un “caso Bárcenas”, pero sí hay un “caso Bárcenas” que desentrañar. En algún momento habrá que hacerlo.

Pablo Ruz, un juez joven, tiene 38 años, y escasamente conocido del gran público, se hizo cargo provisionalmente del Juzgado número 5 de la Audiencia Nacional en junio de 2010, tras el triunfo de la persecución contra Garzón. Desde entonces ha llevado a cabo un trabajo gigantesco en un juzgado que tiene a su cargo, además, otros muchos casos, entre ellos algunos tan importantes y mediáticos como la SGAE -unos 120 tomos-, Nueva Rumasa o, últimamente, Pescanova o Neymar. Todo un despropósito de acumulación de trabajo -y responsabilidad- para un solo juez.
Hay quien duda de que sea posible celebrar un macrojuicio con más de cien acusados sentados en un banquillo kilométrico. Pero fuentes que conocen bien los entresijos de la Audiencia y la complejidad de Gürtel, creen que el juez Ruz podría estar pensando en separar el caso en dos -hay antecedentes muy conocidos, como el caso KIO- y dejar para una segunda fase algunos aspectos concretos. Con todo, hay que tener en cuenta que Bárcenas debería ser juzgado en el primer bloque, porque las causas con preso tienen preeminencia. Boadilla y Arganda, dada la complejidad de las cuentas en el extranjero, podrían quedarse para una segunda fase. Se dejaría así dos juicios de una medida manejable. Se opondrán algunos defensores, que preferirían, si no hay más remedio que ir a juicio -aún intentarán la nulidad por otras vías-, el jaleo y la confusión del macrojuicio. La teoría del río revuelto. ¿Y hay fecha en el horizonte para esa vista? Las mismas fuentes confían en que sea el año próximo, el 2015, el definitivo. Muchos años desde el inicio de la instrucción para los profanos, pero no excesiva tardanza para los criterios de un sistema tan garantista como el español y en el que muchos de los acusados, y el PP en primer lugar, de manera deplorable, han puesto todos los palos posibles en las ruedas de la maquinaria judicial.
Aunque es cierto que la justicia no siempre va lenta. Con Baltasar Garzón, (Torres, Jaén, 1955) fue incluso a velocidad de Usain Bolt. Porque por ahora, el resumen judicial del caso Gürtel es descorazonador. Ya hemos visto que hay, hasta el momento, un solo condenado de primera división: Baltasar Garzón, mientras también hay un absuelto de primera división: Francisco Camps. La realidad, a veces, parece una broma de mal gusto.

En Valencia la escasez de medios sí es patente. Con 53 imputados por Gürtel, pero otros tantos por distintos casos de corrupción -Blasco, Brugal, Alperi-, los cuatro jueces solo cuentan con dos secretarios judiciales y siete funcionarios. Sirva como dato risible que solo hay una fotocopiadora, que además sirve de escáner, lo que hace que las colas para recoger la documentación se hagan interminables. Hace un mes que se ha conseguido un juez de apoyo. Y hay, parece mentira, dos jueces anticorrupción que han trabajado, y trabajan, con un afán y un rigor encomiables. Allí, las seis causas van a tener que esperar meses incluso para tener fecha de juicio. El caso Fitur ya está cerrado para la vista, pero como se está celebrando otro juicio por corrupción, el caso Blasco, no podrá fijarse fecha hasta que éste termine.
Mientras, los principales acusados de la trama -Correa y sus ayudantes- han decidido no declarar. Una defensa perfectamente coordinada que ha preferido confiar en las triquiñuelas jurídicas mejor que en probar la inocencia de los acusados. Quizá porque esto último, a la vista de las innumerables y patentes pruebas, sea un imposible. Se puede hacer una pregunta, aunque no sepamos la respuesta: ¿Y quién dirige y coordina a tantos abogados? Nadie se atreve a contestar con certeza absoluta. Si primero fue Federico Trillo -o eso opinan muchos de los consultados por EL PAÍS-, hoy algunas fuentes dudan entre alguno de los abogados de los imputados, sobre todo José Antonio Choclán, ex juez y ahora defensor de Correa o Luis Rodríguez Ramos, que lo es de los hermanos Martín Vasco, Jesús Merino y Guillermo Ortega. Pero hay quien no descarta alguna "ayuda externa", con un nombre cercano a Trillo: Adolfo Prego, ex magistrado del Supremo y actual defensor de Dolores de Cospedal. Prego es, además, hombre de convicciones firmes. Ultraderechistas, pero firmes.
Lo dijimos el primer día. Los ciudadanos tenemos mucho que agradecer a un grupo de funcionarios, con sueldos en muchos casos menos que medianos, que se creyeron su misión y trabajaron -y trabajan- durante horas y horas para esclarecer los complejos casos a los que se enfrentan. Gracias al empeño de los anteriores y actuales jueces de la causa, Garzón, Flors, Ruz y Ceres, a la labor de los fiscales encargados del caso, el trabajo policial y de los técnicos de Hacienda, además de todo el personal auxiliar preciso, el caso Gürtel ha logrado salir adelante.
Conviene recordarlo en estos tiempos de desprecio y desafección hacia todo lo público y, de manera muy especial, hacia la Justicia.

Lista provisional de los 175 imputados
Todos los nombres de los implicados en todas las ramas del 'caso Gürtel'

Esta es la lista provisional de los 175 imputados que hemos elaborado con fuentes propias y gracias a la colaboración de la Audiencia Nacional y del Tribunal Superior de Valencia. De haber errores, solo serían achacables al firmante de la serie.
Políticos y cargos PP/69

Abellán, Clara. Exdirectora de la Mujer de la Generalitat valenciana
Aviñó Primo, María de la Paz. Secretaria general de la Conselleria de Agricultura y alto cargo de la Conselleria de Sanidad valencianas
Bárcenas Gutiérrez, Luis. Extesorero del PP
Bataller, Alfonso. Alcalde de Castellón. Exsubsecretario de la Consejería de Sanidad de la Generalitat valenciana
Betoret Parreño, Rafael. Exjefe del Gabinete de Turismo. Condenado en el caso de los Trajes
Bosch Tejedor, Alfonso. Exdiputado autonómico de Madrid.
Bover Fernández de Palencia, Juan. Jefe de servicio de Infraestructuras Turísticas de la Generalitat
Caballer Almela, Silvia. Directora general de Archivos e Innovación Tecnológica, y secretaria general del Institut Valencià de la Joventut
Calatayud Darocas, Ricardo. Ex director económico y financiero de Ràdio Televisió Valenciana
Calvo Soria, Jesús. Exgerente de la Universidad Complutense, fue alto cargo en la Comunidad de Madrid en la etapa de Ruiz-Gallardón
Campos Guinot, Víctor. Exvicepresidente de la Generalitat. Condenado en el Caso de los Trajes
Carrera Hueso, María Luisa. Exdirectora de Asistencia Sanitaria de la Generalitat
Cervera Taulet, Manuel. Exconsejero de Sanidad de la Generalitat Valenciana. Ex diputado nacional del PP
Clemente Aguado, Juan Carlos. Exasesor del ministro de Justicia, José María Michavila. Exviceconsejero de Inmigración de la Comunidad de Madrid
Clérigues, José Enrique. Exdirector de Farmacia y Productos Sanitarios de la Generalitat
Costa Climent, Ricardo. Exsecretario general PP de la Comunidad Valenciana. Diputado autonómico. Procesado en el Caso de los Trajes. Absuelto
De Cubas Carrasco, Paula. Exasesora de prensa con Víctor Campos y posteriormente en las consejerías valencianas de Industria y Turismo.
De la Viuda González, Antonio José. Director de Antena de Radio Televisión Valenciana
De Miguel, Alicia. Exconsejera Bienestar Social de la Generalitat Valenciana
Díaz Quintero, Carmen. Gerente de la Fundación de la Luz de la Generalitat
Farnós, Vicent. Miembro del Consell Valencià de Cultura (CVC)
Fernández Caballero, Juan. Consejero Delegado de la Sociedad de Fomento y Desarrollo de Arganda del Rey
Gabarri Guijarro, José María. Extrabajador de AENA y del PP en su sede de Génova
Gabarro, Teresa. Esposa de López Viejo
Galeote Quecedo, Ricardo. Exconcejal del PP en Estepona. Exasesor del alcalde de Estepona, que dos días después de su cese, fichó como cargo de confianza a la pareja de Galeote, Aleksandra Iowa, con su mismo sueldo.
Galeote Rodríguez, José. Exconcejal PP Boadilla. Exgerente del Consorcio Deportivo del Noroeste de Madrid
García Gimeno, Pedro. Exdirector de la Radio Televisión Valenciana
García Santos, Yolanda. Extesorera del PP valenciano. Diputada autonómica
García Pardo, Inmaculada. Directora General de Infraestructuras de la Generalitat. Ex directora general de Sepiva
González Panero, Arturo. Exalcalde de Boadilla del Monte
Grau Ábalos, Ana María. Coordinadora de ferias de la Agencia Valenciana de Turismo
Guarro Monllor, Jorge. Jefe del servicio de Promoción de la Agencia Valenciana de Turismo
Hernández Miñana, María Auxiliadora. Exsecretaria de la Consejería de Educación valenciana
Ibáñez, Cristina. Exgerente del PP valenciano
Ibars, Dora. Exdirectora general de Promoción Industrial de la Generalitat
Iglesias Villar, Rosalía. Esposa de Luis Bárcenas
López de Mota, Ángel. Exjefe de comunicación de AENA.
López Rodríguez, Ginés. Exalcalde de Arganda
López Viejo, Alberto. Exconsejero de Deportes de la Comunidad de Madrid
Martín Morales, Tomás. Exvicepresidente y consejero delegado de la Empresa Municipal de Suelo y Vivienda de Boadilla
Martín Vasco, Benjamín. Exdiputado autonómico
Martínez, Milagrosa. Expresidenta de las Cortes valencianas, exconsejera valenciana, alcaldesa de Novelda y diputada autonómica.
Matamoros, Gema. esposa de Guillermo Ortega
Merino Delgado, Jesús. Exdiputado del PP.
Moreno Alonso, Juan José. Exconcejal del PP en Majadahonda
Nombela Olmo, José Javier. Exasesor del concejal presidente del distrito de Moncloa-Aravaca,
Álvaro Ballarín (PP). Presidente de Nuevas Generaciones en Moncloa (1996-2000), vocal-vecino del distrito entre 1996 y 2007
Ortega Alonso, Guillermo. Exalcalde de Majadahonda
Páez Vicedo, Cristóbal. Exgerente del PP
Peñas Domingo, José Luis. Exconcejal del Ayuntamiento de Majadahonda
Peset, Rafael. Exalto cargo de la Consejería de Sanidad de la Generalitat
Rambla Momplet, Vicente. Exvicepresidente de la Generalitat valenciana. Diputado autonómico
Ripoll Feliú, María Pilar. Ex directora general de Calidad y Atención al Paciente de la Generalitat
Rodríguez Pendas, Pedro Francisco. Exasesor de López Viejo
Rosado Bretón, Luis Eduardo. Director general de la Agencia Valenciana de Salud
Sabater Balaguer, Luis. Jefe del Departamento Técnico de la Radio Televisión Valenciana.
Sáenz Jiménez, José Antonio, exconcejal de Pozuelo
Sanchís Perales, Ángel. Extesorero del PP
Santo Juan, Antonio. Responsable de Vaersa
Sepúlveda Recio, Jesús. Exalcalde de Pozuelo de Alarcón
Serra Cervera, David. Exvicesecretario de Organización del PP valenciano. Diputado autonómico
Siguero Aguilar, Juan Jesús. Exalcalde de Boadilla del Monte
Such Ronda, Angélica. Exconsejera de Turismo. Diputada autonómica
Tomás Font de Mora, Joaquín Fernando. Exasesor jurídico de Vaersa (Valenciana de Aprovechamiento Energético de Residuos, SA)
Valles Testera, Aránzazu. Gerente de la Sociedad Gestora para la Imagen Estratégica y Promocional de la Comunitat Valenciana, S.A.
Valor San Román, Jorge Luis. Exdirector del área de Nuevas Tecnologías del Ayuntamiento de Majadahonda
Vidal Sánchez, Isaac. Jefe del área de Mercados y Comunicación de la AVT (Agencia Valenciana de Turismo)
Vidal Vidal, José Manuel. Exalto cargo de la Generalitat valenciana. Trabajó en Orange Market
Villarroya Samaniego, Elena. Esposa de Arturo González Panero
Yáñez Velasco, Iván. Testaferro de Luis Bárcenas
Empresas Correa/34   
Bernabé Nieto, Andrés. Empleado de Correa
Blanco Balín, José Ramón. Ex vicepresidente de Repsol. Asesor fiscal de Correa
Cardoso Moutinho, Antonio. Administrador de Forever Travel Group, ligada a Correa.
Collado Serra, Pablo. Administrador de sociedades de Correa. Ex presidente de la Confederación de Jóvenes Empresarios. Cónsul Honorario de Malta en Baleares. Ex gerente de la Fundación Baleares Sostenible
Correa Sánchez, Francisco. Fundador del entramado societario de la trama Gürtel.
Crespo Sabarís, Pablo. Exsecretario de Organización del PP de Galicia. Número 2 de Correa en su entramado societario
De Miguel Pérez, Luis. Blanqueador de las empresas de Correa. El 11 de abril de 2013 fue condenado a 21 años de cárcel por ayudar a defraudar a Hacienda 16 de los 25 millones de euros defraudados por el empresario Juan Ramón Reparaz
Del Valle Petersfeldt, Francisco Javier. Apoderado-testaferro de Correa
Delgado Solís, Manuel. Abogado de Correa y de Antoine Sánchez. Cofundador de un despacho con la ex ministra Ana Palacio. Ha intervenido en el diseño y ejecución de estrategias dirigidas a ocultar el origen y la propiedad del patrimonio de sus defendidos
Eraso Campuzano, Eduardo. Blanqueador de las empresas de Correa
Gallo Alcántara Criado, Pablo Ignacio. Administrador de Diseño Asimétrico
García Coello, Guillermo. Administrador de sociedades de Correa. Abogado
García Mármol, Joaquín. Administrador de sociedades de Correa
Hernández Montiel, Carlos Ignacio. Vinculado a empresas de Correa. Jefe de la Asesoría Galher
Herrero Martínez, Cándido. Consejero Delegado de Orange Market
Izquierdo López, José Luis. Contable de las empresas de Correa
Jaussi Sala, Eduardo. Abogado contable de las empresas de Correa
Jordan Goncet, Felisa Isabel. Administradora de empresas de Correa
Lago Borstein, Santiago. Exdirectivo de empresas de Correa
Leal Bravo, Francisco. Directivo empresas Correa Imputado
López Rubal, José Antonio. Abogado de Pablo Crespo y Álvaro Pérez. Intervino "en el diseño y ejecución de estrategias dirigidas a ocultar el origen y la propiedad del patrimonio" de sus defendidos.
Luis Cerezo, David. Empleado de empresas de Correa. Relacionado con el cobro en negro del stand de China en Fitur y con negocios de Gürtel en Arganda
Magariños Pérez, Mónica. Administrador de sociedades de Correa. Orange Market
Mínguez Chacón, Alicia. Vinculado a empresas de Correa
Mostaza Corral, Inmaculada. Empleada Orange Market. Administradora de Servimadrid
Orts Cerdá, María Mercedes. Empleada Orange Market.
Pérez Alonso, Álvaro. Gerente de Orange Market
Pérez Alonso, Francisco Javier. Administrador de Easy Concept y Good and Better
Rodríguez Quijano, María del Carmen. Exmujer de Correa y exjefa de gabinete del exalcalde de Majadahonda
Romero Parraga, María Victoria. Empresas Correa. Socia de Special Events
Sánchez, Antoine. Administrador de sociedades de Correa
Seco de Herrera López, Paula. Administrador de sociedades de Correa
Vázquez Diéguez, Plácido Ramón. Empresario vinculado a empresas de Correa
Villaverde Landa, Antonio. Testaferro de Correa
Aparato exterior/22   
Agramunt Ciurana, Vicente Luis. Abogado. Director despacho Juris Magister. Relacionado con inversiones de Correa en Miami
Almeida de Ribeiro Caetano de Freitas, Sofía. Comisión rogatoria de Portugal
Bagchus, Lucas. Comisión Rogatoria de Holanda
Baroni, Roberto. Comisión Rogatoria de Mónaco. Empleado de la Compañía Monegasca de Banca
Benesovski Svodoba, Alejandra Andrea. Administradora de Wild Electronic Design. Empresa que sonorizó la visita del Papa a Valencia
Caruso Reynoso, Randall Lew. Comisión Rogatoria de EE UU. Broker de Correa
Colmán González, Cristina. Ciudadana paraguaya en busca y captura.
De Zabaleta Herrero, Merkal Koldo. Trabajador de la Compañía Monegasca de Banca, acusado de mover dinero de una empresa vinculada a Correa: Awberry License
Díez Berrendo, José Luis.
Figueroa Vara, Ana Karlota. Comisión Rogatoria de EE UU. Administradora de varias sociedades de Correa en Estados Unidos
Gallego, Félix. Comisión Rogatoria de Suiza
Gallego Porro, Luciano. Abogado
Gianfranco Fasana, Arturo. Intermediario financiero de Correa
Salcedo, Freddy. Comisión Rogatoria de Suiza
Trotta, Maryvonne. Comisión Rogatoria de Suiza. Relacionada con Arturo Fasana
Vázquez, Benito. Comisión rogatoria de Suiza
Hallax Ledesma, Carmen Leonor. Ex cónsul de Panamá en Mónaco, vinculada con Correa
Heide, Alma. Comisión rogatoria de Holanda
López, Mari. Comisión rogatoria de Holanda
Martínez Lluch, Guillermo. Directivo de Bancaja en Miami
Pascual, Gloria. Comisión rogatoria de EE UU
Porras, José María. Comisión rogatoria de Panamá. Abogado de Multibank en Panamá
Empresarios/30
Almenar, Felipe. Presidente Constructora Cyes.
Alonso Galindo, Jesús. Vocal de TECONSA.
Batalla Reigada, Gabriel Alberto. LUBASA.
Beviá García, José Francisco. IBISAN. Delegado en Valencia de Enrique Ortiz e Hijos.
Carrasco Ruiz de la Fuente, Enrique. Ex Directivo FCC Construcción
Cortés Bañares, José Luis. Empresario relacionado con Correa
Cotino Escrivá, Vicente Propietario de SEDESA. Sobrino de Juan Cotino Imputado Valencia. Pieza Separada Papeles LB
Fragio Díaz, Carlos Ignacio. Apoderado y gestor de Wild Electronic Design. Empresa que sonorizó la visita del Papa a Valencia
Fragio Díaz, Óscar. Apoderado y gestor de Wild Electronic Design. Empresa que sonorizó la visita del Papa a Valencia
Fresquet, José Enrique. Empresario. Pavimentos del Suroeste y Vallalba.
García Pozuelo Asíns, Alfonso. Constructora Hispánica
Gimeno Escrig, Enrique Presidente FACSA
Gordon Levenfeld, Jacobo. Ex socio de Alejandro Agag
Jiménez Bravo, Juan Manuel. Gerente de la constructora Puertonarcea
Martín Álvarez, Fernando. Presidente Martinsa
Martínez Berna, Rafael. Representante Grupo Vallalba
Martínez Berna, Tomás. Hermano de Rafael, Grupo Villalba, ex presidente de la patronal de Alicante.
Martín Sánchez, Antonio. Empresa MQM
Martínez Molinero, Rafael. Empresario. Exconsejero de Teconsa
Martínez Núñez, José. Presidente TECONSA
Martínez Parra, José Luis. Vicepresidente Teconsa. Hijo de José Martínez Núñez
Mayo Reboyo, Amando. Empresario en Arganda
Naranjo Anegón, Rafael. Presidente de SUFI
Naranjo Villalonga, Gonzalo. Contable de SUFI. Hijo de Rafael Naranjo
Ortiz Selfa, Enrique. Propietario de Enrique Ortiz e Hijos Contratista de Obras.
Pons Dols, Alejandro. Telesco, hijo de Antonio Pons, presidente de Piaf.
Pons Dols, Antonio. Ex Presidente Consejo de Administración de PIAF
Salinas Lázaro, Manuel. Empresario en Arganda
Tudela de la Concepción, Javier. Empresario
Ulibarri Comerzana, José Luis. UFC SA
Pieza Bárcenas/25*   
Aige Sánchez, Ramón. Copisa y Sorige
Alcalá Sánchez, Camilo José. Cyopsa-Sisocia
Bárcenas, Luis. Extesorero PP.
Cañas Cañada, José Ángel. Gerente PP Castilla-La Mancha.
Contreras Caro, Manuel. Presidente Grupo Azvi
Cotino Escrivá, Vicente. Sedesa.
Crespo, Pablo. Principal colaborador de Francisco Correa.
del Rivero, Luis. Ex presidente Sacyr.
Fernández Rubio, Juan Manuel. Exconsejero de Aldesa.
García-Pozuelo, Alfonso. Ex dueño Constructora Hispánica.
Lapuerta, Álvaro. Extesorero PP.
Manrique Cedilla, Manuel. Presidente Sacyr.
Mayor Oreja, José María. Expresidente FCC.
Molpeceres Sánchez, Joaquín. Licuas.
Páez Vicedo, Cristóbal. Ex gerente PP.
Palencia Mallorquín, Rafael. Degremont, SA.
Pinal Gil, Antonio. Grupo Bruesa.
Romero Polo, Juan Antonio. Grupo Romero Polo.
Sánchez Domínguez, José Luis. Presidente de Sando.
Suárez Gutiérrez, José Luis. Grupo Copasa.
Sánchez Martín, Cecilio. FCC.
Ugarteche González de Langarica, Ignacio. Constructora Urazca.
Urquijo Fernández de Córdoba, Gonzalo. Arquitecto. Obras en la sede del PP en Génova.
Vilela Jerez, Antonio. Construcciones Rubau.
Villar Mir, Juan Miguel. Grupo Villar Mir. Grupo OHL.

LAS CLAVES DEL MAYOR SUMARIO DE LA HISTORIA:

El caso Gürtel arrancó en noviembre de 2007, cuando un ex-concejal del PP en Majadahonda, que trabajó para Francisco Correa durante un tiempo, entregó a la Fiscalía Anticorrupción 18 horas de grabaciones de conversaciones mantenidas con el jefe de la trama corrupta. Desde entonces, la investigación judicial ha buscado pruebas de los delitos por toda España y por una decena de países en un sumario que, a estas alturas, ya es el más voluminoso en la historia de la Audiencia Nacional. La causa 275/2008 ya contiene pruebas suficientes de la más extensa trama de corrupción vinculada a un partido político que ha conocido la democracia.

http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=1#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=2#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=3#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=4#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=5#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=6#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=7#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=8#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=9#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=10#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=11#sumarios
http://elpais.com/especiales/2014/caso-gurtel/las-claves.html?clave=12#sumarios

Garzón: “El PP puso todos los palos en las ruedas posibles a la investigación”
El exjuez analiza en una entrevista el desarrollo del caso

http://politica.elpais.com/politica/2014/02/13/videos/1392317454_347200.html

Esto es lo que hay hasta el dia de hoy 15 de febrero de 2014.

Los ladrones llegaron con el PP al gobierno de España de la mano de Aznar aquel que decía "Váyase Sr. Gonzalez", pero ya existía antes de la mano de un ministro de Franco que puso la semilla de la organización mafiosa que hoy día nos gobierna.

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